Maximiliano Pullaro se convirtió en el gobernador electo más votado de la historia de la provincia. El radical, oriundo de Hughes y radicado en Rosario desde su juventud como estudiante, va a gestionar con mayoría en ambas cámaras, con dos intendentes afines en las ciudades más importantes de la provincia, y con el aval de los funcionarios judiciales para llevar adelante las reformas que tienen en su objetivo desde el primer día que ingrese a la Casa Gris. Una campaña soberbia, de micro audiencias, de construcción territorial y, sobre todo, de mantener cautivo el voto antiperonista. El espaldarazo y a la vez el desafío de representar a todos los santafesinos con más de un millón de votos en las urnas con una cruz delante de su cara.
Es la primera ocasión que un gobernador tiene en sus manos la posibilidad de generar reformas estructurales. La ley de narcomenudeo, históricamente postergada en la Legislatura, es uno de los primeros ejes a trabajar por parte del gobierno. También el cambio en la ley policial, fundamental para el rearmado de las fuerzas de seguridad. Tienen pensadas reformas impositivas, la autonomía para los municipios -sobre todo Rosario-, y por qué no soñar con la reforma de la Constitución de una vez por todas.
La ola de Pullaro arrastró al resto de los candidatos que lo acompañaban con la U como referencia del frente político. Clara García le ganó al gobernador Perotti y a Amalia Granata una elección reñida, pero que la tuvo a ella con una luz de ventaja. Consiguió así los 28 escaños que le otorga la carta magna provincial a los ganadores en la categoría, y dejó al peronismo como la primera minoría con 10 representantes y a Granata con 7. Carlos del Frade también hizo una buena elección cosechando 3 bancas y Juan Argañaraz renueva su mandato y suma un legislador más.
Ese viento fuerte de la U y un mensaje claro y efectivo le permitieron a Javkin ganar en Rosario. Un balotaje sin antecedentes en la competencia por la intendencia ponía en dudas lo que podía suceder, más allá que las encuestas lo colocaban al actual primer mandatario por encima de su rival. Monteverde recolectó muchos votos en los barrios, tuvo el apoyo del peronismo en su totalidad, pero el bastión fuerte de Unidos se volvió a sentir en el centro y macro centro y así el actual intendente pudo sacar una ventaja de más de 3 puntos en el escrutinio provisorio.
En la categoría de concejales el triunfo de Schmuck fue arrollador y duplicó a sus perseguidores directos de Juntos Avancemos y de Ciudad Futura. 7 concejales para Unidos, 3 para el PJ, 2 para Caren Tepp, 2 para la sorpresa de Viva la Libertad y 1 para Leonardo Caruana desde Soberanía. Con estos números, el interbloque del oficialismo va a tener 15 integrantes, logrando la mayoría sin necesidad de alianzas, aunque esto no variará mucho la dinámica del Palacio Vasallo que ha trabajado de manera articulada a pesar de la atomización.
Los reproches en el peronismo no tardaron en llegar. Ayer mismo en el bunker ubicado en el microcentro rosarino muchos asesores y algunos funcionarios intentaban encontrar explicaciones a la profunda derrota cosechada por Juntos Avancemos en todas las categorías. Seguramente el primer tramo de la gestión de Perotti, en donde se desgranaron los acuerdos que había llevado al Frente de Todos a la victoria en 2019, sumado a la rivalización con Lifschitz y el resto de la oposición, hicieron mella en la imagen pública del peronismo.
Los líderes de todos los sectores no pudieron jamás encauzar los vínculos pejotistas, más allá de los intentos fallidos de Olivera como presidente del partido. Rossi por un lado, Cleri con La Cámpora por el otro, los senadores jugando su partido personal, el Movimiento Evita pensando el proyecto detrás de Monteverde, los sindicatos esperando un lugar para ellos que nunca llegó, el Frente Renovador nacionalizado. Cada cual llevó agua para su propio molino. Además, la falta de diálogo político con la oposición, relación rota desde las rencillas por la transición con el socialismo y que continuaron con la elección de Pullaro como el enemigo de la gestión, terminaron por dinamitar todos los acuerdos posibles en una Legislatura que le fue hostil y transformó a muchos dirigentes opositores en voceros hablando pestes de Perotti en todos los medios.
Es fácil echarles la culpa a los errores en materia de comunicación, pero en definitiva no dejan de ser errores en la gestión. Ni siquiera pudieron recolectar los frutos de políticas realmente progresistas como el Boleto Educativo Gratuito o la Billetera Santa Fe. Tampoco supieron encontrar un diálogo fluido con la ciudadanía ni generar conversaciones activas tomando la iniciativa. Corrieron siempre detrás de las acusaciones de sus adversarios y no encontraron hitos de gobierno a lo largo de estos cuatro años. En estos tiempos que corren, subestimar los modelos de gestión, los mecanismos nuevos para llegar con los mensajes a la población y articular las distintas áreas de un gobierno para lograr homogeneidad en el mensaje también son yerros que se pagan caros.
Unidos para Cambiar Santa Fe tiene un gran desafío por delante, y pocas excusas para gobernar y traer soluciones. Javkin tiene en Pullaro un aliado estratégico para los temas vinculados a la provincia, Pullaro tiene la suma del poder público para hacer las reformas necesarias para paliar la crisis en materia de seguridad en la región. Juntos, además, buscarán intervenir con la obra pública, en la producción y en desarrollar políticas sociales en los barrios más postergados.
Si miramos los números de 2019, Pullaro consiguió los mismos votos que la sumatoria entre Bonfatti y Corral en aquella contienda, lo que marca es que fue el candidato que mejor equilibró este nuevo armado entre Juntos por el Cambio y el viejo Frente Progresista. La decisión de la ciudadanía ya llegó, y los ojos ahora están puestos en el 22 de octubre para saber si también cuentan con las herramientas de la Nación para ejecutar los cambios que tienen en mente.
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