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Opinión

Un bollo y al tacho: las estrategias políticas, los tiempos electorales y la sombrilla

Los espacios políticos habían trazado las acciones con la perspectiva de que en febrero era el cierre de listas. La postergación del calendario electoral que se prevé, a partir de una mirada del gobernador de no querer una transición tan larga como la que tuvo él, hace que lo diseñado tenga que ser descartado y volver a buscar acciones para llegar con el fuego vivo a fines de abril. Alianzas, candidatos y armadores levantaron el pie del acelerador antes del receso y, sin apuros, miran el porvenir con más dudas que certezas. Primero la temporada de verano, después las decisiones.

Estaba todo listo. Algunas acciones públicas, lanzamientos, Mundial, fiestas, enero bajo la sombrilla y cierre de listas. Todo ese plan se desvaneció. Ahora deben pensar 3 meses más de estrategias antes de que llegue el momento de las campañas. Eso dilató no sólo el armado del frente de frentes, sino también la idea de muchos de lanzar su carrera hacia la gobernación y la intendencia de Rosario. “Teníamos todo listo y ahora hay que llenar 90 días más”, nos dijo uno de los armadores hace unos días.

Fines de abril para el cierre, principios de julio las PASO y el 3 de septiembre las generales. Ese es el cuadro ideal de situaciones que propone Perotti en su mesa chica y que le trasladaron a las distintas fuerzas políticas de manera informal. Pronto se conocerá definitivamente, pero la provincia primero tiene que saber cuál será el calendario nacional. La idea del gobernador sigue siendo que el cambio de mando sea corto, pero también que la oposición desgaste su armado y que muchos dirigentes no puedan especular con la doble competencia.

Perotti espera que Massa pueda acomodar la economía y gana tiempo para su propia gestión.

La especulación, además, para por que la economía repunte a partir de algunas acciones que se están llevando adelante y eso mejore los ánimos generales en la percepción de la población con todos los gobiernos ejecutivos. Tanto a nivel local, como provincial y nacional, en las encuestas la imagen de ellos está por el suelo. Con una elección nacionalizada por las fechas, el gobernador sabe que el peronismo depende de que la administración central pueda acomodar este desbarajuste económico que sufren las familias y los trabajadores por un salario real por el piso, una inflación por las nubes y una situación social al límite.

Inclusive, la gestión provincial tiene abiertas distintas obras y programas que necesitan tiempo para que se vean sus frutos, y es por eso también que necesita tiempo para terminar de desarrollar acciones que se vieron postergadas por la pandemia y por los vaivenes de una gestión que tuvo cambios profundos en el andar de estos tres años.

Massa logró un importante acuerdo con el FMI que le da aire -cerca de 6 mil millones de dólares más para fortalecer las reservas-, tiene abierta una negociación por 8 mil millones de dólares más en el swap chino, y abrió un dólar soja 2 a 230 pesos para incentivar la liquidación del campo sobre lo que resta de soja en los silos tradicionales y silos bolsa. Todo esto, según los especialistas, es pan para hoy y hambre para mañana, pero las consecuencias positivas a corto plazo van a tener un corrimiento hasta, por lo menos, mediados del año próximo con el cierre de las paritarias al alza y la baja atenuada de la inflación.

En ese orden, el frente de frentes no tomó decisiones concretas aún, y todos los espacios buscan fortalecer el plano interno y posicionarse de cara a un cierre que promete ser para alquilar balcones. Durante este tiempo, vimos debates públicos que salieron desde las distintas fuerzas que componen a la oposición santafesina, en un claro fracaso del gobierno provincial de poder instalar conversaciones públicas sin tener que correr de atrás. Al menos en Rosario, nunca supo cómo tomar la iniciativa para no tener que reaccionar ante los embates por la seguridad, los docentes o la falta de inversión en algunas áreas.

Una de las pocas acciones públicas con toda la oposición presente, en una charla por la deuda en Santa Fe.

A su vez, la oposición se ve enroscada en su propia búsqueda del poder, y no brindó alternativas a los distintos problemas de gestión que ha atravesado la provincia. El “nosotros fuimos mejores” que mencionan no alcanza para penetrar en la conciencia de un electorado que está enojado y frustrado por una realidad que se hace cada día más compleja. La pesadumbre con la que se vive hace que nadie esté mirando qué hacen o qué dejan de hacer los políticos, y en ese terreno empantanado sacará una luz de ventaja quien pueda aportar un programa de gobierno y un discurso sincero y concreto para convencer a esa masa descreída.

En las encuestas se refleja ese desánimo. Ningún candidato supera los 20 puntos de intención de voto y las imágenes de quienes hoy gobiernan en los tres niveles del Estado se desvanecieron el último año. Laburo hay, pero la guita no alcanza y es extemporáneo hablar de voluntades políticas y candidaturas cuando el eje de la economía y la seguridad atraviesa a las familias desde lo más profundo. Será un diciembre tranquilo, a pesar de la idea de conflicto que siempre sobrevuela en estos tiempos sensibles, y después llegará el receso de enero. El 2023 electoral está todavía lejos.

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