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Tres estrenos la primera semana de las vacaciones de invierno

A casi tres décadas de Twister (1996), la exitosa película original de Jan de Bont con Helen Hunt y Bill Paxton, llega la secuela “Tornados”, que solo tiene en común el “concepto”, pero que comparte con su predecesora el espíritu, la esencia y la nobleza que la productora Amblin ha conservado en buena parte de su producción dentro del cine de aventuras con ínfulas masivas. Mientras la cartelera argentina está dominada por Intensa-mente 2 y Mi villano favorito 4, llega a 45 salas otra producción animada, pero en este caso proveniente de Europa y con una propuesta estética y narrativa muy diferente: “Yuku y la flor del Himalaya”. El director de El club de los corazones rotos (2000), Bajo el mismo techo (2010) y Yo soy Simón (2018) filmó esta comedia romántica ambientada en medio de la carrera espacial contra los rusos en los años ’60 cuya eficacia depende en buena medida de la química que en algunas escenas consiguen sus estrellas Scarlett Johansson y Channing Tatum. Una screwball comedy que por momentos extraña algo más de delirio y provocación llamada: “La otra cara de la Luna”. Aquí una selección de reseñas para elegir que ir a ver al cine, porque el cine se ve en el cine.

“Tornados”

Uno podría iniciar este texto analizando del derrotero del director Lee Isaac Chung, quien venía de filmar la multipremiada Minari (2020). También podría arrancar la reseña con los protagonistas Glen Powell (que interpreta a un nuevo galán con corazón como en la reciente Cómplices del engaño / Hit Man) y Daisy Edgar-Jones (la actriz inglesa venía de protagonizar La chica salvaje y de encarnar a la Marianne de la serie Normal People). O bien se podría haber comenzado la crítica citando que ya han pasado casi tres décadas desde Twister, el exitoso y apreciado film del neerlandés Jan de Bont con guion de Michael Crichton y Helen Hunt y Bill Paxton al frente del elenco.

Pero, aunque todos esos enfoques son pertinentes y valiosos, voy a priorizar otro que tiene que ver con la productora Amblin que crearon hace 43 años Steven Spielberg, Kathleen Kennedy y Frank Marshall. Entre las decenas de títulos que hicieron para cine, TV y streaming hay -claro- algunos que merecen ser olvidados, pero también clásicos como E.T.: El extraterrestre, Gremlins, Volver al futuro o la saga de Jurassic Park, que nos han regalado varias de las mejores horas de entretenimiento made in Hollywood, además de casi toda la filmografía de Spielberg y varios films de cineastas como Clint Eastwood, J.J. Abrams y Robert Zemeckis. Hay en la esencia y el espíritu del universo Amblin una nobleza, un clasicismo y diría que a esta altura una tradicón que se transmite a los distintos proyectos que la empresa encara.

Y, aunque a Tornados muchos la traten con cierto desprecio (“espectacular pero sin sustancia” sería la síntesis de ese consenso negativo), yo creo que el “toque” Amblin la eleva por encima de esos prejuicios. Nadie espera, es cierto, un tratado psicológico en medio de lo que es el corazón de la historia (las misiones cada vez más osadas de los “cazadores de tornados”), pero aun con las fórmulas del guion y la superficialidad de ciertos personajes el cuento jamás deja de funcionar. Y esa “eficacia” no se consigue de forma casual. Hay un know how y una sensibilidad para desarrollar una mirada humanista dentro del género de aventuras (y en este caso también dentro del cine catástrofe) que Lee Isaac Chung parece haber captado, entendido y transmitido a la perfección.

El suceso de la película se sustenta, por supuesto, en cómo se expone en toda su dimensión dramática y visual el efecto devastador que esos vientos arremolinados provocan al pasar a toda velocidad por pueblos y ciudades de Oklahoma, pero también en la estructura de la historia, que incluye desde una competencia entre dos equipos de cazadores hasta la revelación de negocios turbios para aprovecharse de las víctimas de los destrozos, pasando por un triángulo romántico que tiene como vértices al querible fanfarrón Tyler Owens (Glen Powell); a Kate Cooper (Daisy Edgar-Jones), una experta en el tema que intenta reponerse de los traumáticos y trágicos sucesos ocurridos cinco años antes y que se muestran en el prólogo del film; y a Javi (Anthony Ramos), un viejo compañero de ella que la convence de volver a las rutas… y a los tornados.

Por cada cliché o estereotipo, Tornados tiene un momento de, sí, espectacularidad pero también de simpatía a manera de compensación. Y, si en toda secuela hay algo de especulación, aquí la jugada de marketing queda justificada por una película entretenida y satisfactoria que merece ser vista en la pantalla más grande y con el mejor sonido disponibles. Ninguna plataforma de streaming, ni siquiera con el mejor televisor 8K con Dolby a disposición, podrá proporcionar dentro del marco del consumo hogareño una experiencia que se acerque al placer que genera disfrutar de este film en una sala de cine.

DIEGO BATLLE.

EN TODOS LOS COMPLEJOS.

 

“Yuku y la flor del Himalaya”

Hay vida en el cine de animación por fuera de las superproducciones de los grandes estudios de Hollywood. Un cine que, aun hoy, en la era de películas para todos los públicos, elige hablarle a los más chicos de manera llana y directa, sin guiños, ni referencias ni doble sentido. Es el caso de esta coproducción entre Bélgica, Francia y Suiza llamada Yuku y la flor del Himalaya.

El primer nombre del título corresponde a una ratoncita que vive junto a su familia en los recovecos de una cocina, siempre al acecho de un gato. La abuela de Yuku está grande y no le queda mucho tiempo de vida, por lo que su nieta decide entregarle, a modo de homenaje en vida, la flor de una planta que irradia luz eterna.

Es el puntapié de un viaje durante el que Yuku deberá superar distintos escollos, ya sea escenarios naturales o potenciales predadores. Con la mayoría de estos últimos, y como si se tratara de un musical, terminará cantando canciones de múltiples ritmos y cuya inocencia y simpleza dialogan a la perfección con el espíritu de una película sencilla y de trazos sobrios y eficaces al servicio de dibujos alegres y coloridos.

Uno de los directores es Arnaud Demuynck (el otro, Rémi Durin), quien además de trabajar en cine (aquí también fue guionista) se especializa en narración oral y la escritura de libros infantiles. Fue también el creador de la colección de cortos infantiles La Chouette du cinéma. Es probable que esos antecedentes expliquen el carácter episódico de un film que por momentos parece una sucesión de cortos encadenados, así como también una duración que apenas supera la hora de metraje. Una observación propia del mundo adulto, el mismo que a Yuku y la Flor del Himalaya le importa poco.

EZEQUIEL BOETTI.

EN CINÉPOLIS Y SHOWCASE.

 

“La otra cara de la Luna”

La misión del Apolo 11 con los astronautas Neil Armstrong, Michael Collins y Buzz Aldrin viajando a la Luna ha sido objeto de numerosos documentales y films de ficción. En el caso de esta película dirigida por Greg Berlanti funciona más bien como contexto y excusa para una screwball comedy en la que Scarlett Johansson y Channing Tatum juegan a ser Doris Day y Rock Hudson.

Si es cierto eso de que los extremos se atraen la Kelly Jones de Johansson (una embaucadora a la que vemos en principio trabajando en una agencia de publicidad a-la-Mad Men en Madison Avenue ) y el Cole Davis de Tatum (un honesto ex piloto que por un problema coronario no pudo cumplir el sueño de ser astronauta pero se convirtió en jefe de operaciones de la NASA) son, en efecto, dos opuestos… ¿complementarios?

Todo arranca con imágenes documentales de cuando, en 1961, la Unión Soviética logró que Yuri Gagarin fuera el primer hombre enviado (y regresado) con éxito al espacio mojándole la oreja a la omnipotencia, el orgullo y el patriotismo estadounidense. JFK fue el que lanzó entonces el desafío de responder con un alunizaje antes de que terminara esa década de 1960. Las cosas, claro, no fueron nada fáciles, como quedará demostrado en esta comedia de enredos bastante atractiva, pero que extraña algo más de la velocidad y el punzante delirio que hicieron famosas a las screwball comedies.

Hay un puñado de personajes secundarios que tienen sus momentos de lucimiento (el querible asistente Henry Smalls de Ray Romano; el Moe Burkus de Woody Harrelson, un cínico funcionario de la administración Nixon dispuesto a todos los engaños y manipulaciones a su alcance; y sobre todo el desatado director Lance Vespertine de Jim Rash, que pretende ser el nuevo Stanley Kubrick), pero la suerte de La otra cara de la Luna depende en buena medida de lo que hace (o no) la dupla Scarlett Johansson y Channing Tatum. Cuando en un par de escenas surge algo de esa “química”, ese magnetismo tan propio de las estrellas de Hollywood, la película levanta vuelo como el Apolo 11. En otras, en cambio, resulta la mera aplicación fórmula tan inocua como intrascendente.

DIEGO BATLLE.

EN TODOS LOS CINES.

 

Fuente: Otros Cines.

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