Uno de los vehículos incendiados en la madrugada. Foto: Farid Dumat KelziEntre las 2.14 y las 04.03 de la madrugada del sábado, se incendiaron en forma intencional 13 autos en Rosario. Los atentados, todos con bombas molotov hechas de manera rústica con botellas y material inflamable, tenían como objetivo condicionar a las autoridades provinciales y nacionales con la política hacia los presos de alto perfil en las cárceles. Así lo hicieron saber los atacantes, que dejaron notas amenazantes hechas con fibrón resaltador naranja sobre hojas tamaño A4, en uno de sus acciones en Italia al 3800 en la zona sur de la ciudad. Varios de los hechos se dieron en un recorrido cercano al de la aparición de ese mensaje y otros dos en el noroeste rosarino. En primera instancia se había informado la detención de los presuntos autores, pero pocas horas después fueron liberados y se los desvinculó de los hechos.
Para los ataques, podrían haber actuado al menos dos células, por la cantidad de hechos que se repitieron en horarios parecidos y la distancia entre todos: en total hubo siete zonas que reportaron incendios, con daños totales o parciales para los afectados, autos o utilitarios que dormían en la calle o la vereda. Como en algunos casos tiraron varias bombas en una misma cuadra, los vehículos afectados fueron 13. Eso es al menos lo que se informó oficialmente desde Bomberos, que realizó un reporte con cada modelo que había sido atacado.
En ese horario, entre las 2 y las 4 de la mañana, llovieron llamados al 911 y se desplegaron por la ciudad varias cuadrillas de bomberos, pero también patrullas del Comando Radioeléctrico, una de las cuales dio con una Fiat Fiorino blanca con tres ocupantes, que en la mañana del sábado se los había sindicado como posibles autores del intento de incendio de una camioneta y un auto en Gutemberg al 1500.
El operativo -le dijeron fuentes policiales a Red Boing– había sumado persecución en tiempo real con datos sobre los sospechosos que habían aportado las cámaras que vieron al menos uno de los ataques. Sin embargo unas horas más tarde los fiscales Franco Carbone y Pablo Socca ordenaron la libertad de los dos hombres y la mujer. Por lo que pudo averiguar este medio, había Sido una confusión: venían de bailar en el boliche La Cautiva y no había hollín en sus manos, como se había dicho inicialmente. “Las dos botellas que tenían no eran de alcohol etílico, eran un Smirnoff y una cerveza, que venían tomando”, ratificó una voz con acceso a la causa.
La Fiorino había sido alcanzada por el Comando en Urquza y Provincias Unidas, a 36 cuadras del auto quemado en Gutenberg al 1500. Y según había detallado el parte policial, tenían en su haber dos botellas, alcohol, una manguera y “las manos llenas de hollín”.
En el último tiempo ya hubo varios ataques similares a los de esta madrugada: en la noche del 7 de marzo, cuando la ciudad ya estaba sin colectivos por el atentado a balazos contra un trole de la K y habían muerto dos taxistas en los dos días previos, aparecieron dos taxis incendiados en una mecánica que nunca se llegó a esclarecer. Y en los primeros días de abril, fueron cinco frigoríficos de Rosario y Villa Gobernador Gálvez los que recibieron una bomba Molotov. ¿Es el formato con el que las bandas reemplazan a las balaceras que fueron moneda corriente en la última década? Esa es una de las preguntas que se hacen a esta hora los investigadores, la policía y los funcionarios de Seguridad. Las experiencias de otros países que pasaron por años de violencia narco indican que esta es una posibilidad y que no se la puede desatender.
Las primeras reacciones y las hipótesis que maneja la justicia
Una fuente con acceso a la ministra Patricia Bullrich le dijo a Red Boing que los ataques incendiarios de este sábado fueron en sí mismos un hecho impactante, pero que la lectura de Nación es que las bandas están cada vez más debilitadas por los controles que se hacen dentro de las cárceles federales.
“El otro día fue noticia en Rosario que habían apedreados un colectivo. Parecería que tenemos nostalgia por el caos”, sugirió. La misma voz anticipó que el próximo martes se reunirá el Consejo Federal Penitenciario (COFEPE) para aunar criterios y reforzar medidas de endurecimiento para con los presos de alto perfil.
En la noche del sábado, entre tanto, hubo otra vez un hecho violento contra colectiveros, que podría haber terminado pero: un joven le apuntó con un arma al chofer de un 112, cuando cruzaba la Circunvalación. Los disparos no salieron. Al rato, circulaba en grupos de WhatsApp una nota mafiosa que presuntamente dejó el tirador fallido a un taxista.
Para el Servicio Penitenciario Federal la violencia de los últimos años en Rosario es un material de análisis, porque en la cárcel de Rawson está alojada una parte de la cúpula de la banda Los Monos, que está en guerra con sus viejos camaradas. El crimen del músico Jimy Altamirano frente a la cancha de Newell’s, en enero de 2023, para los fiscales que investigaron el caso tuvo como móvil la disputa interna de la organización que fundaron los Cantero hace más de una década. Y así, otros hechos de balaceras resonantes.
Del otro lado está Guille Cantero como protagonista y laderos que le responden: él en Marcos Paz y otros en Ezeiza, que son también cárceles federales. En esta última está por ejemplo Nicolás “Pupito” Avalle, imputado en la semana que pasó como instigador de los ataques a los frigoríficos que se repitieron en los primeros días de abril.
Para sumar al rompecabezas, puede decirse que en esa misma prisión de Ezeiza pero en otro pabellón están Claudio “Morocho” Mansilla y Esteban Lindor Alvarado, jefes narcos enfrentados con la organización fundada por la familia Cantero.
Avalle -apuntado como jefe de gatilleros que le responden en Villa Gobernador Gálvez- comparte pabellón y espacios comunes con Leandro “Pollo” Vinardi y Damián “Toro” Escobar, todos referentes de Los Monos. Los últimos dos aparecían caricaturizados junto a “Guille” Cantero en la ya célebre bandera que se desplegó durante la despedida de Maxi Rodríguez el año pasado, en la cancha de Newell’s. Esa imagen, la del trapo desplegado en el Coloso, es la que tenía como foto de perfil en Whatsapp el contacto al que desde una cárcel rosarina le pasaban novedades de los ataques a frigoríficos hace pocas semanas. Cuando el MPA peritó los impactos de antena, les dio que ese aparato telefónico estaba en la cárcel de Ezeiza. Y aquí surge un dato inquietante: se hicieron varias requisas, pero nunca apareció ese celular que recibía el reporte de los atentados con Molotov contra empresas del sector de la carne.
El propio “Pupito” habló en la audiencia y reconoció la existencia de ese teléfono, pero dijo que lo usaban todos. “En el pabellón somos 15 y no soy el único de Newell’s. ¿Cómo saben que era yo el que recibía los mensajes?”, desafió desde la cárcel por Zoom. Cuando se le preguntó por el aparato respondió con una información objetiva: “Acá hicieron requisas en la celda, dieron vuelta todo y no encontraron nada”.
Todos los nombrados, líderes de bandas narco nacidas en Rosario, están en cárceles federales. Y cada vez que se los nombra en audiencias judiciales, se detalla algún vínculo que logran tener con el territorio en el que buscan persistir con los negocios.
Para eso se valen del accionar violento, que llega de la manos de gatilleros con algún familiar que los visita y presos en cárceles provinciales como intermediarios. Además, esa mano de obra violenta -en algún caso menores de edad- a veces se alquila al mejor pastor, sin mucha pertenencia. Entonces, más que dos o tres organizaciones grandes, en Rosario hay decenas de grupos chicos barriales y rústicos, con algún margen para generar violencia: tiratiros con una moto y un arma, que así como pueden robar un comercio, están dispuestos a dejar una amenaza al gobernador por un pago de cincuenta mil pesos o poco más.
Uno de los autos incendiados. (Foto Bomberos)
El posible vínculo con la demolición de los búnkeres
Hace años se repite el fenómeno: presos que entran a la cárcel por causas menores terminan convertidos en referentes de bandas que manejan desde la prisión. Así, la Unidad Penitenciaria de Piñero que fue inaugurada en enero de 2006 por el entonces gobernador Jorge Obeid con apenas 160 celdas individuales y la expectativa de liberar a las comisarías rosarinas de detenidos, terminó convertida en una especie de centro de formación criminal.
Piñero se fue ampliando y ahora la gestión Pullaro anuncia más obras para el complejo, pero también se fue consolidando la situación de presos que integran bandas dentro de la cárcel.
Alejandro “Chuky Monedita” Nuñez, que entró a la cárcel por haber robado un auto a punta de pistola hace cinco años a pocos metros del HECA, hoy controla búnkeres en varios puntos de Rosario. Y fue imputado como instigador de los crímenes de trabajadores de marzo en la ciudad. ¿El presunto móvil? Que la gestión Pullaro lo había enviado a un pabellón de alto perfil cuando asumió en diciembre pasado. ¿El enlace con el exterior? Su novia Brenda Pared, que cumplía un arresto domiciliario en Funes, avalada inclusive por el juez Gambacorta y la Cámara de Casación que hicieron la vista gorda a los pedidos del fiscal federal Reynares Solari que el año pasado se cansó de hacer presentaciones explicando que la mujer -con cuatro hijos chicos- seguía gestionando la venta de droga desde su casa. Además, se sospecha, habría bajado la orden de cometer varios homicidios.
Cuando se avanzó con la imputación, se decidió también tumbar puntos de venta de la banda de “Chuky”. En la mañana del viernes 27 de abril, el ministro Cococcioni y los fiscales que imputaron a Nuñez convocaron a los medios de prensa a filmar la demolición de inmuebles que había usado la banda.
En un pasillo de Anchorena al 1500, por ejemplo, se reunieron los chicos de 15 y 16 años que mataron al taxista Héctor Figueroa, para recibir el arma y la nota mafiosa hablando de las cárceles y de Pullaro. En ese pasillo, entró una retroexcavadora. ¿Los atentados a la noche fueron el vuelto de la gente de “Chuky”? Es otra hipótesis a desarrollar.
Otras líneas posibles: Cantero y el teléfono; Mansilla y la fuga de Piñero
A propósito del apellido Cantero, voces con acceso a la investigación le confirmaron a Red Boing que otra de las hipótesis que maneja la justicia sobre lo ocurrido con los autos incendiados en Rosario es que haya sido una respuesta violenta de gatilleros de Los Monos después del fallo de un juez federal esta semana que le impide a su líder “Guille”, preso en Marcos Paz, acceso al teléfono público del Penal.
La PROCUNAR detectó -con intervenciones telefónicas autorizadas judicialmente a la línea que usaba Cantero para hablar con su hija Triana, que el líder de Los Monos le daba indicaciones a la menor de edad para triangular llamadas y que también le decía que consiga alguien para meter un teléfono en un horno o en una pava eléctrica, que podían llevarle luego cuando fueran a visitarlo. Cuando se descubrieron estas maniobras, se pidió la incomunicación del capo narco, solicitud a la que accedió el juez de Morón.
Luciano, sobrino de “Guille” y en su momento líder de una gavilla de menores de edad con varios hechos violentos en su haber, también fue alcanzado por la medida de restricción que le dieron a su tío. El abogado defensor del joven, Lionel Iesari, apeló la medida. Voces que conocen el entramado familiar de los Cantero sugirieron a Red Boing este sábado que el operativo de prensa que se armó alrededor del fallo judicial “enojó a los pibes” y que esa podría ser una explicación posible para los atentados incendiarios contra autos y camionetas.
Hay una hipótesis más que se maneja a esta hora y está relacionada con el inicio del juicio por la fuga de la cárcel de Piñero que será el próximo lunes a las 8 de la mañana en la Sala 10 del Centro de Justicia Penal. La acusación corre por cuenta del fiscal Franco Carbone, que tendrá a “Morocho” Mansilla y a diez hombres más en el banquillo, por haber concretado la fuga de ocho presos de la cárcel santafesina en junio de 2021, con la ayuda de tres cómplices que hasta intercambiaron disparos de ametralladora con agentes del Servicio Penitenciario.
El mismo Mansilla apareció mencionado hace poco por los fiscales Carbone, Patricio Saldutti y Adrián Spelta en la audiencia por los crímenes de trabajadores de marzo pasado en Rosario. Allí, según contó el menor de edad de 15 años sospechado de haber gatillado contra los dos taxistas y el playero, las instrucciones que se dieron para la ejecución de Bruno Bussanich habrían llegado por videollamada de Whatsapp “de un preso de Ezeiza con el cuello lleno de tatuajes”. La descripción física coincide con la del “Morocho”, que purga varias condenas por homicidio y narcotráfico, compartiendo espacios en la cárcel con Esteban Alvarado, a quien también se lo nombró en ese trámite judicial, aunque por ahora sin evidencia que alcance para imputarle ninguno de los trágicos hechos de marzo.
Al menos 13 vehículos fueron incendiados en la madrugada de este sábado en distintas zonas de la ciudad argentina de Rosario, provincia de Santa Fe, según fuentes del Ministerio de Seguridad local, citadas por La Nación. pic.twitter.com/40Zho0Qab0
— Sepa Más (@Sepa_mass) April 27, 2024
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