El último viernes por la noche la Agencia de Investigación Criminal realizó allanamientos en varios puntos de la zona oeste de Rosario y en una vivienda de Puerto Gaboto. Habían sido solicitados por la fiscal Valeria Haurigot, tras la rápida investigación de la Unidad de Balaceras sobre tres ataques de alto impacto que se habían dado con pocas horas de diferencia, a fin de mayo, contra una escuela e instituciones del Servicio Penitenciario. Lo que detectó la funcionaria del MPA es que podría existir un vínculo entre esos balazos y las últimas medidas de control hacia dos presos de alto perfil en la cárcel de Piñero que lideran células barriales que responden a Esteban Alvarado.
Los detenidos en cuestión son Francisco Riquelme y Alejandro “Chuky Monedita” Nuñez, ambos ubicados hasta hace pocos días en el Pabellón 28 de Piñero. Según la reconstrucción que pudo hacer Haurigot, los dos venían teniendo problemas con los guardacárceles. Como varios de empleados del Servicio Penitenciario fueron nombrados en la nota que se dejó el 24 de mayo tras el ataques a balazos contra la escuela Rosa Ziperovich, en la zona noroeste de Rosario, las primeras sospechas apuntaron hacia ellos.
Según datos que pudo brindar el propio Servicio Penitenciario al MPA, el pasado 3 de abril una joven que es visita de “Chuky Monedita” fue impedida de entrar a Piñero, por haber querido ingresar con un paquete de marihuana escondido. La decisión oficial fue suspender el permiso para ella, Graciela B., por 180 días. Poco después y en la misma cárcel pasó algo similar con Flavia A., novia de Riquelme: el scanner detectó que tenía “un bulto escondido en la zona púbica” y ante la situación, la mujer escapó antes que la revisen. En su caso, se le revocaron los permisos por dos meses.
La primera respuesta, de parte de los propios detenidos, fue empezar a tapar las cámaras de seguridad del pabellón 28 de Piñero. Esto motivó la decisión de trasladar a Riquelme a una cárcel federal. Se trata del sindicado como líder de una facción que responde a Alvarado en barrio Ludueña y que disputa territorio con la banda rival, que responde a Los Monos, encabezada también desde una cárcel por Jonatan Almada y Mauro Gerez. A esta última, la viene investigando el fiscal Pablo Socca, que produjo numerosas detenciones y allanamientos.
Casa de fin de semana y apretadas
En el operativo que solicitó Haurigot el último viernes, se logró dar con Flavia A. que resultó detenida. También se incautaron, en el marco de los diez allanamientos, unos 14 kilos de marihuana y un arma. El dato que no pasó desapercibido es que una de las irrupciones se dio en Puerto Gaboto. Es que allí, según sospecha la fiscal, la banda tendría una “casa de fin de semana”.
Durante la investigación, según señalaron fuentes con acceso a la causa, se tomó testimonio a varios empleados del Servicio Penitenciario, que relatan que las nuevas broncas aparecieron junto con la llegada del scanner en los accesos a la cárcel de Piñero.
Además de la escuela Ziperovich, que fue baleada inclusive teniendo custodia policial en la puerta, ese 24 de mayo se atacaron una oficina del Servicio Penitenciario y la cárcel denominada ORDER, ubicada en la zona oeste de Rosario.
“Que le gente tome conciencia”
En las próximas horas, tanto la novia de Riquelme como otro hombre detenido el viernes, serán imputados. En este marco, RedBoing dialogó sobre el tema con el gobernador Omar Perotti. “Lo importante es que se tome conciencia que enfrentar al delito tiene consecuencias, que ellos no aplauden cada acción nuestra sino que buscan dañarnos, atemorizando a la gente. Y que no tienen escrúpulos en este tipo ataques”, señaló el mandatario provincial.
“Es clave que la población lo sepa. No puede haber privilegios en las cárceles. Cuando se avanza para que no tengan facilidad en la comunicación, las consecuencias son estas. Pero hasta minimizar sus posibilidades de comunicarse para hacer daño, no vamos a parar”, añadió Perotti en charla con RedBoing.
Finalmente, el gobernador dejó una reflexión sobre el fenómeno de las amenazas a escuelas, ya que hubo algunos casos en los que se trataba de los propios alumnos: “Las familias y la comunidad educativa debe trabajar mucho para que en un tema tan sensible no echemos más nafta al fuego. Es un tema muy sensible”.
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