Más de 60 millones de alemanes votarán este domingo en las urnas al sucesor de la canciller Angela Merkel, quien dejará el cargo luego de 16 años. Son unas elecciones sin un favorito claro, en las que los conservadores podrían pasar a la oposición si los socialdemócratas logran finalmente imponerse y recuperar el protagonismo que perdieron en los últimos años.
En Alemania, el jefe del Gobierno no es elegido directamente, sino lo es por el nuevo Parlamento. Aún así, la figura del candidato al Ejecutivo designado por cada partido tiene una relevancia elevada en lo que es el electorado.
Tres de los 47 partidos que compiten en las elecciones presentaron un candidato a la Cancillería: la conservadora Unión Demócrata Cristiana (CDU) de Merkel y su socia de Bavaria, la Unión Social Cristiana (CSU), eligieron a Armin Laschet, presidente de la CDU y premier del estado de Renania del Norte-Westfalia; los socialdemócratas (SPD) al popular ministro de Finanzas y vicecanciller Olaf Scholz; y los Verdes a su copresidenta Annalena Baerbock, una novedad en sus 40 años de historia.
Se vive una de las campañas electorales más palpitantes en décadas en el país europeo, las tres formaciones fluctuaron constantemente en los sondeos, pero en las últimas semanas el SPD tomó la delantera gracias a la imagen positiva de Scholz, el segundo político mejor valorado en el país después de Merkel, según una encuesta publicada por la cadena pública ZDF.
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