Esteban Lindor Alvarado, uno de los capos narcos más temibles de Rosario, vio cómo se frustraba el plan más delirante de su carrera delictiva. Condenado a prisión perpetua, intentó fugarse de prisión con un helicóptero Robinson 44 comprado en Paraguay y con un piloto contratado para la ocasión.
Sin lugar a dudas, lo había hablado con sus cómplices durante meses. No le resultó. El piloto fue arrestado por la Policía Federal en el Aeródromo de Gualeguaychú y su celda fue allanada. A Lindor Alvarado alguien lo había vendido.
Según las informaciones policiales, el 2 de marzo de este año un testigo de identidad reservada delató el plan, un dato que llegó a los fiscales: Esteban se quería ir de Ezeiza, literalmente volando. El soplón dijo que el plan sería ejecutado a la brevedad. Hasta declaró que lo haría en un helicóptero ploteado de color negro que partiría desde un campo ubicado en Gualeguaychú. Dio las coordenadas del lugar, latitud y longitud. Fueron. Encontraron tres hombres en el lugar, a los que identificaron y siguieron.
En poco tiempo, los investigadores accedieron a las conversaciones en su teléfono. Las charlas vía WhatsApp con Alvarado, que usaba una foto de perfil con la cara de Al Capone, eran frecuentes. El capo preso no dejaba nada a la imaginación.
Charla del 4 de marzo entre ambos hombres
“Lobo”: Esta semana vamos a laburar al detalle, sabés…
Lindor Alvarado: Sí, sí. ¿Querés que hagamos la red? Bien hecha, bien atada.
“Lobo”: A mí me gustaría saber si aerodinámicamente no es perjudicial para nada, sería mucho mejor para la operación, pero de última. Lo estuvimos viendo ahí con el “Gringuito”, de bajar sin las puertas atrás y en los patines, ustedes suben, pegan el salto y se ve como que es viable también la operación, pero bueno, déjame que investigo un poquito lo de la red, más que nada por el tema aerodinámico.
Alvarado: Lobo, miro videos y no se van ni a rescatar. Va a ser tan rápido, que no le vamos a dar tiempo a nada, tenés que encarar directo como te marqué yo”, le dijo el capo. Así, establecieron un tiempo de aterrizaje: “Máximo, 20 segundos.
Cabe destacar que los mensajes dan a entender que Alvarado, que tenía el hábito de borrar sus propias conversaciones, no sería el único detenido que sería liberado en la fuga. Habría otro sumado al plan.
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