Por Andrés Cánepa
Patearon el hormiguero en el peronismo y se generaron una sucesión de movimientos políticos. La salida de la presidencia del Bloque PJ de la Cámara de Diputados de Máximo Kirchner por las disidencias con el presidente Alberto Fernández y el ministro de Economía Martín Guzmán, por el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), y la posterior asunción de Germán Martínez, diputado por Santa Fe, ladero de Agustín Rossi, generó un reacomodamiento veloz en las relaciones de poder en el gobierno provincial.
En primera instancia, la elección de Martínez al frente del Bloque PJ, que hicieron Sergio Massa y el presidente, cayó como un baldazo de agua fría para el seno del perottismo. Es sabida la rivalidad que se generó con el sector de Rossi a partir de la interna feroz que provocó una ruptura en el 2021, y que una persona tan cercana a un adversario íntimo tome vuelo político y gane poder real no fue nada simpático para el gobernador y sus asesores. Sin embargo, primero con una llamada telefónica y después con algunos contactos con la Rosada, lo que parecía un golpe se fue transformando en una oportunidad.
Martínez, además, tiene un perfil de diálogo en el ámbito legislativo, pero siempre jugó a fondo como militante al lado de Rossi y dentro de su espacio, “La Corriente”. Fue beligerante en redes sociales durante la campaña contra Perotti y Roberto Mirabella, candidato en aquel entonces a diputado nacional, y esos twits se viralizaron tras el nombramiento al frente del bloque. El rafaelino suele no olvidar esas cosas, pero en este caso prima la institucionalidad de los cargos que ostentan y la necesidad de convocar nuevamente a la unidad de cara al 2023, para poder enfrentar a una oposición fortalecida tras el triunfo en las elecciones intermedias.
El temor de Germán Martínez, por otro lado, era que su nombre genere diferencias insalvables en la relación con los diputados que responden a Perotti y que se termine rompiendo el bloque. Por eso la primera decisión fue llamarlo al gobernador, donde le aclaró que la construcción parlamentaria debía escindirse de las diferencias que tenían en la construcción territorial santafesina, y después lo nombró a Mirabella, mano derecha del gobernador, en una nota periodística por el proyecto de Reforma Judicial para Santa Fe, que es de su autoría, y cuenta con media sanción del senado nacional y ahora está en la Cámara baja a la espera de su tratamiento. Le otorga recursos a la Justicia Federal en nuestro distrito con cargos y presupuesto, una deuda histórica del Estado nacional con la provincia.
Tras estos episodios resonantes, en el territorio comenzó a gestarse un camino hacia una nueva unidad en el PJ santafesino. Se conoció la ronda de consultas que hizo el gobernador Perotti a los senadores en su conjunto –inclusive con quienes había tenido profundas diferencias y una rivalidad visible-, y la apertura del diálogo con algunos dirigentes molestos por discrepancias en el manejo de la política dentro de la gestión. Pero ahora, con miras al 2023, Ricardo Olivera, un diputado con vasta trayectoria en el peronismo santafesino, tomó la iniciativa de iniciar las charlas para acercar a las partes, y obtuvo el visto bueno del gobernador.
Inclusive, desde la gestión están generando reuniones periódicas con el conjunto de los senadores provinciales del PJ –todos, los 12- para poder empezar un camino de construcción política y de facilitar algunas leyes que son fundamentales para el andamiaje de la administración. Buscan también, a partir de lo que sucedió con Martínez, encontrar nuevos puentes de diálogo, y de eso se encargarán el mismo Mirabella y la Ministra de Gobierno Celia Arena. Tambien tiene una nueva política de comunicación con Carlos Bermúdez al frente de la Secretaría, un hombre que viene del mismo Senado provincial.
Desde los sectores del peronismo que han estado distantes ven también una posibilidad de reencuentro, y refundar el Frente de Todos santafesino, aunque advierten que pretenden un camino hacia un acuerdo programático. “Unidos sí, uniformados no”, es el lema que usan para esta nueva etapa que comienza. Las necesidades hacen a las oportunidades, ya que la posibilidad de la creación de un Frente de Frentes entre Juntos por el Cambio y el Frente Progresista enciende las alarmas del oficialismo y del peronismo en su conjunto.
Frente de enfrente
El espacio ideal que viene ganando terreno en el imaginario de los dirigentes opositores no tiene aún anclaje en la realidad. Hubo gestos que acercan a las partes pero todavía no se han sentado realmente a generar un acuerdo programático que los aglutine a todos.
El frente de frentes que se pretende generar es una fusión entre Juntos por el Cambio y el Frente Progresista Cívico y Social. El primer escollo es poder convencer al Partido Socialista en su conjunto, y a los dirigentes más reticentes a generar acuerdos con el PRO, de que es la única posibilidad de generar una estructura que le dispute poder al gobierno provincial.
Esta semana Bonfatti ha dicho que el límite era el programa, dejando atrás viejas declaraciones que decían que su límite era el PRO. Eso enciende una luz de esperanza aunque todavía siquiera comenzó un diálogo con ese sector. Es vox populi en la cocina de la política que el sector del lifschitzmo ha tenido diálogo directo con el sector de Federico Angelini, aunque nunca terminaron de ponerse de acuerdo en los puntos clave. Sin embargo, hay sectores del socialismo que tampoco quieren desperdiciar el 15 por ciento del piso que tuvieron en las elecciones, generando desde el llano nuevamente un espacio minoritario del progresismo.
Por otro lado, los radicales hoy no tienen un trabajo mancomunado. Maximiliano Pullaro tiene intenciones de ser gobernador y eso pone un coto a la hora de las discusiones con los otros correligionarios. Además, los problemas en la salud de Felipe Michlig, su “arquitecto” como lo definió en algunas declaraciones, pospuso algunos diálogos pendientes con otros armadores para empezar a construir en una mesa de diálogo y a generar los consensos pendientes los espacios UCR, como el de Julián Galdeano y el de José Corral. Michlig atraviesa un cuadro severo de COVID-19 que lo mantiene internado y con oxigenación.
Galdeano, armador detrás de Carolina Losada, viene tejiendo acuerdos a nivel nacional y posicionando a la periodista en los espacios legislativos importantes. La ex panelista de Intratables será la vice presidenta del Senado nacional, y eso la posiciona también en el camino a la Casa Rosada. Hoy no tienen un diálogo fluido y eso, aunque se muestren dispuestos en lo discursivo cuando la prensa les consulta, entorpece la posibilidad de avanzar en un gran acuerdo opositor.
Una gran interna podría despejar esas diferencias, pero el socialismo suma al espacio si se encadena al frente de frentes en su totalidad, y no quedan fuerzas alternativas progresistas por afuera. En los últimos días hubo un encuentro en el norte provincial entre Dionisio Scarpín y Enrique Estévez, pero ambas partes indicaron que nada tuvo que ver con el diálogo político, sino que fue una visita por defensa de los humedales en los que coincidieron los legisladores nacionales.
Es evidente que todavía el fruto no cayó del árbol y sólo es una idea con muchas aristas por resolver. El tiempo avanza, la agenda comienza a estrecharse de cara a un 2023 que va a ser álgido, y aún hay mucha neblina que disipar para empezar a ver claro el horizonte.
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