De adolescente, Nasser bin Ghanim Al-Khelaïfi era simplemente el hijo de un pescador de perlas de Doha que intentaba, sin demasiado éxito, hacerse un nombre dentro del mundo del tenis. En aquel entonces, ni siquiera podría haberse imaginado que hoy, a los 46 años, sería uno de los hombres más ricos del mundo y estaría al frente de uno de los clubes más adinerados del fútbol internacional e intentando conseguir su primera Champions League.
A diferencia de otras historias en las que es difícil encontrar el momento exacto en que se torció el rumbo, en el caso del qatarí el punto de quiebre es fácilmente localizable: fue alrededor de 1988, cuando Al-Khelaïfi tenía 14 años y se preparaba para llegar al mundo del tenis profesional. Durante sus entrenamientos, el joven solía practicar con un niño seis años menor que él: Tamim bin Hamad Al-Thani, el cuarto hijo del emir Hamad bin Jalifa Al-Thani y, por entonces, heredero al trono.
Con los años, Nasser y Tamim cultivaron una gran amistad, que terminaría siendo muy lucrativa para Al-Khelaïfi. Tras una carrera tenística que duró algo más de una década, en la que llegó a ocupar el lugar 995 del ránking como mejor ubicación y apenas ganó dos games en los únicos dos partidos en torneos de nivel ATP que disputó, en 2005, y gracias a su relación con el príncipe, Al-Khelaïfi ingresaría a la flamante Qatar Investment Authority (QIA), la empresa fundada por la familia real para diversificar sus inversiones por fuera del mundo del petróleo y el gas.
Desde entonces, su ascenso fue meteórico. En 2008 fue nombrado presidente de la Federación Qatarí de Tenis y luego, vicepresidente de la Federación Asiática, dos cargos que todavía ocupa. Tres años después, en junio de 2011, su amigo Al-Thani lo pondría al frente de Qatar Sports Investments (QSI), la subsidiaria de QIA focalizada únicamente en negocios dentro del mundo del deporte. Su misión: convertir al recientemente adquirido Paris Saint-Germain, un club con apenas 41 años de historia y ya 9 títulos de Ligue 1, en uno de los mejores equipos del planeta. Para eso ha fichado a Leo Messi en el 2021, por lo que su ambición es enorme.
Nasser Al-Khelaïfi asumió como presidente y CEO de PSG el 7 de octubre de 2011. En los casi diez años de su mandato, el club invirtió más de 1300 millones de dólares para contratar a figuras de la talla de David Beckham, Zlatan Ibrahimovic, Kylian Mbappé o Ángel Di María, entre muchos otros, y rompió el orden del fútbol mundial en 2017 cuando pagó 222 millones para sacarle a Neymar a Barcelona y lo convirtió en el futbolista más caro de la historia por más del doble de diferencia con el antecesor. Desde su llegada, el conjunto parisino ganó siete Ligue 1, seis Copas de Francia, seis Copas de La Liga y ocho Supercopas de Francia y consiguió cuatro Tripletes nacionales.
Entre denuncias de sobornos y sospechas de múltiples violaciones a las reglas del Fair Play financiero, por las que nunca terminó condenado, el empresario fue ganando poder dentro del mundo del fútbol y de los negocios. Tras su llegada al trono parisino fue puesto al frente de beIN Sports (el multimedio deportivo de la cadena Al-Jazeera, controlada por la familia real qatarí) y de la cinematográfica Miramax y fue nombrado miembro del comité organizador del Mundial 2022. En noviembre de 2013, luego de que Hamad Al-Thani abdicara en favor suyo, Tamim Al-Thani nombró a su amigo Nasser como “Ministro sin cartera”.
Tanto creció la influencia del presidente del PSG que en 2016, France Football lo designó “el hombre más poderoso del fútbol francés”. Una designación que hoy parece quedar corta: en 2019 fue electo miembro del Comité Ejecutivo de la UEFA y se convirtió en el primer no europeo en ocupar un cargo dirigencial en la Federación.
A pesar de todos los negocios que encabezó en la última década, Al-Khelaifi no figura en la lista de Forbes de los hombres más ricos del planeta: los 16 mil millones de dólares en que algunos estiman su fortuna no son tenidos en cuenta por la revista, que asocia sus ingresos a la familia real. Una cosa es el dinero y otra muy diferente, el poder. Hombre recatado y de perfil bajo, existen muchos rumores acerca de supuestas propiedades que posee a lo largo y ancho del planeta, pero ninguno ha sido verificado.
Más allá de todo el dinero y las inversiones, hay algo que Al-Khelaïfi todavía no pudo comprar: una Champions League. Cada temporada, la historia parece estar más cerca de cambiar, y mucho más tras cerrar el fichaje de Lionel Messi.
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