Ya pasaron más de 20 días desde que Rusia hizo efectivo el intento de invasión de Ucrania. Pocos analistas de guerra, a excepción de los ucranianos, pensaron que se iba a demorar tanto la resolución del conflicto bélico. Desde la palabra nada dio resultado aunque en la 5ta ronda de negociaciones parece que hubo un avance hacia el lejano acuerdo. Mientras tanto, son 3 millones los ucranianos que dejaron su patria. El martes un agente de migraciones le informaba a Redboing que, “180 mil refugiados aproximadamente volvieron para Ucrania, en los últimos tres días”. La pregunta se divide en tres partes, ¿desesperanza sobre un futuro en un lugar ajeno, confianza en la resistencia del ejército ucraniano, o prefieren jugarse la vida en sus casas ante lo incierto de encarar un mundo nuevo?
El martes 15 el ministro de Interior de Polonia, Maciej Wasik, en conferencia de prensa oficiada en Varsovia, capital polaca, indicó que “llevamos la cuenta que 3 millones de ucranianos, al menos, han registrado la partida de su patria. De los cuales 1.8 millones ingresaron a Polonia. Estamos preparados para recibirlos, desde enero cuando esta guerra parecía una fantasía en los tiempos en que vivimos, comenzamos a prepararnos para los peor. Rusia está exactamente del lado opuesto a Polonia, cruzando Ucrania en su máxima longitud. Es decir, se trata del país más seguro para emigrar y los polacos estamos listos para recibirlos“.
Está claro que el reflejo de sus dichos se nota en cada rincón de las ciudades cercanas a la frontera, desde Varsovia iniciando el camino hacia el sureste, con destino a Ucrania, cuya principal frontera es Medyka. Lo que genera incertidumbre entre los refugiados ucranianos es la continuidad de la guerra o la intensidad de la misma. Eso los tiene en un “no sé” generalizado cuando se los consulta hacia qué lugar se dirigen y qué piensan hacer o encontrar. Algunos se quedan en la Przemysl que es la provincia fronteriza más cercana, eligen vivir en las estaciones de trenes, o de autobuses, pero hasta cuándo pueden soportar dormir y vivir en condiciones absolutamente desgastantes. En su mayoría son mujeres con niños, ya que los hombres se quedaron a cuidar lo que tienen, o en su defecto defender su tierra desde la trinchera.
Desde occidente se cree de una súper potencia como Rusia no debiera tener inconvenientes para invadir un país vecino. Sin embargo las noticias que llegan de parte de los diplomáticos ucranianos hablan de otra realidad. Su tan carismático como poco convencional presidente, Volodymyr Zelensky, instó a las fuerzas rusas a “rendirse, no van a poder tomar el control de Ucrania. Ellos no controlan ninguna de la ciudades que dicen haber invadido. Solo tomaron rutas de acceso, están en el borde pero no pudieron entrar. Y nunca podrán con Kiev”. Una arenga que solo el tiempo por venir permitirá descubrir si cuenta con un costado real, o es parte del plan de motivación para con su gente, en donde se incluyen soldados y civiles. Lo cierto es que las fuerzas rusas atacan, pero no avanzan sobre Kiev, se mantienen a una distancia que no supera los 20 kilómetros, y eso impacta directamente en la decisión de los refugiados, que dejaron familiares directos en Ucrania. ¿Esperar que termine o seguir viaje?
Polonia, mientras tanto, avanza en la acogida de inmigrantes. Marlena Mialag, ministra de Trabajo y Políticas Sociales, afirmó que, “por ley Polonia ofrece asilo político de 18 meses para los ucranianos que decidan quedarse en nuestra tierra sin necesidad de hacer trámite alguno, solo presentando el código de identificación de refugiados que se les otorga al llegar. Además aquellos que lo requieran pueden tramitar un permiso de hasta tres años de residencia en Polonia. En ambos casos podrán obtener un empleo legal y tener acceso a medicamentos de manera gratuita. También con el código mencionado accederán a 300 Zlotis, unos 70 euros, para que puedan moverse. La ley es retroactiva al 24 de febrero día que se considera como el inicio de la acción militar de invasión del ejército ruso”.
“No sé”, dos monosílabos unidos por la más profunda angustia. “No sé”, una decisión grande que los separa entre la vida y la muerte. “No sé”, la patria, su tierra, sus padres, esposos, quedaron en Ucrania. ¿Esperar que todo suceda, arrancar de cero en un nuevo país, o volver? Una pregunta que entra y sale en la cabeza de centenares de miles de refugiados que lo único que piden es el final de esta película de terror, de la que son protagonistas y nadie les preguntó si querían estar.
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