Finalmente Rusia decidió intervenir militarmente a Ucrania luego de tantas amenazas y las gestiones diplomáticas que no pudieron evitar la determinación de Putin de enviar tropas a ese país. Pero esta acción bélica está contextualizada en cosas que vienen ocurriendo en Europa del Este durante los últimos años.
Tras la caída de la Unión Soviética en 1991, Rusia pasó muchos años inmiscuida en una crisis interna que la hizo retroceder notablemente en el panorama mundial pero con Vladimir Putin en el poder volvió a recuperar su rol como una de las principales potencias del mundo.
Luego de la desaparición de la Unión Soviética, los países que la integraban se dividieron en 15 repúblicas independientes. Desde la caída del Muro de Berlín, el sistema comunista imperante en Europa del Este se desmoronó hasta llegar a su colapso.
Durante la década del 90′ y la de 00′, varios países que integraban la URSS terminaron formando parte de la Unión Europea y la OTAN, esta situación se contradijo con los dichos del secretario de Estado de Estados Unidos de la presidencia de George Bush padre, quien declaró que las fronteras de la OTAN no se expandirían hacia el este.
Muchos analistas internacionales, predijeron que Rusia iba a quedar al margen del orden mundial con un Estados Unidos acaparando todo el poder y una China que desarrollaba un exponencial crecimiento económico, que la catapultaba a ser una nación con fuerte influencia dentro del planeta.
El 11 de septiembre de 2001, Estados Unidos fue víctima de una serie de atentados terroristas que causaron gran conmoción. El colapso de las Torres Gemelas de Nueva York y parte del Pentágono en Washington pusieron en duda la capacidad de los estadounidenses de ejercer el rol de líder mundial. Asimismo, las incursiones en Afganistán e Irak no han cumplido con todos los objetivos trazados por la Casa Blanca.
Por otra parte, el 31 de diciembre de 1999, Vladimir Putin asumía la presidencia de Rusia y empezó a fortalecer la influencia exterior de su país, revirtiendo el status quo creado a partir de la derrota de la Unión Soviética en la guerra fría.
Mientras colapsaba la URSS, un Putin de 39 años vio como se producía un golpe de estado contra Mijaíl Gorbachov por parte de los sectores más consustanciados con el modelo comunista. La pérdida de la influencia soviética en Europa del Este generó la furia de quienes extrañaban el gobierno de Leonid Brézhnev, quién gestionó con mano de hierro el vínculo con los países que estaban bajo el ala del Kremlin.
Mientras esto pasaba, Putin era un oficial de la KGB que renunció a su cargo cuando se dio cuenta que el golpe contra Gorbachov no iba a funcionar. El actual presidente de Rusia se refugió en la alcaldía de su ciudad natal, San Petersburgo y se hizo cargo del Comité de Relaciones Exteriores.
Putin decidió apoyar al líder de la resistencia anti-comunista, Boris Yelstein quién fue consagrado como presidente de la Federación Rusa. Por su parte, el ex miembro de la KGB fue escalando dentro de la estructura gubernamental hasta que en agosto de 1999 fue designado como primer ministro. A fines de la década del 90′, la crisis social y económica, el crecimiento de las mafias, las oligarquías que devoraban el patrimonio de lo que quedaba de la etapa soviética y el desastre en la primera guerra de Chechenia hizo que Rusia viviera uno de los peores momentos de su historia.
Si bien Putin nunca se consideró un comunista, siempre sintió nostalgia por el poder que tuvo la Unión Soviética y anheló recuperar ese protagonismo mundial pero bajo el sistema capitalista.
“Fue un error permitir a las repúblicas dejar la Unión Soviética” dijo Putin cuando anunciaba que Rusia reconocía la independencia de las repúblicas de Donetsk y Lugansk. Además en ese mismo mensaje agregó: “El colapso de la URSS supuso el saqueo de Rusia y dejó en una posición muy difícil al país”.
En el 2005, Putin sostuvo que la caída de la Unión Soviética fue la mayor catástrofe geopolítica del S. XX.
La ampliación de las fronteras hacia el este preocupó notoriamente al Kremlin, quien en los últimos años comenzó a instalar que Rusia era una nueva potencia emergente que heredaba su condición de la vieja URSS. El propio Putin ha demostrado ser un estudioso de la Segunda Guerra Mundial que en Rusia es conocida como la gran Guerra Patria.
En 2021 afirmó que “Para mi, la disolución de la URSS, al igual que la mayoría de los ciudadanos, fue una tragedia”.
Otro de los puntos a destacar es que el presidente de Rusia considera a los rusos y a los ucranianos como el mismo pueblo debido a que comparten su origen en la Rus de Kiev.
La primera acción militar comandada por Putin fue en 1999 cuando intentó reestablecer un gobierno títere del Kremlin en la región de Chechenia. En 2008, Rusia intervino en Georgia para apoyar a las regiones prorrusas de Abjasia y Osetia del Sur que reclamaban su independencia. La intención de Putin fue evitar que los georgianos ingresaran en la OTAN. Finalmente se firmó un alto al fuego donde se garantizaba por el momento la no intervención de la alianza militar. La tensión en estas regiones quedaron congeladas momentáneamente como ocurre en otros lugares pertenecientes a la URSS como Nagorno-Karabaj y Transnistria, entre otras.
A finales de 2013 ocurrió en Ucrania la revolución del Euromaidán o de la Dignidad donde los ucranianos con tendencia europeístas coparon las calles y obligaron a dimitir al presidente prorruso Víktor Yanukovich, quién no cumplió con los acuerdos realizados con la Unión Europea debido a la presión de Putin.
En Ucrania se produjo la división entre quienes querían estar vinculados a Rusia, especialmente en el sur y en el oeste y quienes querían ingresar a la Unión Europea fundamentalmente en el oeste. Tras los incidentes en Ucrania, Putin decidió en 2014 anexionar a Rusia la península de Crimea y la ciudad autónoma de Sebastopol, decisión que fue ratificada en un referéndum durante el 2015 que no fue reconocido por Estados Unidos y la ONU.
El presidente ruso no ocultó su interés expansionista aunque esto significo un aislamiento internacional, por ejemplo, tras lo sucesos en Ucrania durante el 2014, el Grupo de los 8 conformado por Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón, Reino Unido y la propia Rusia decidió expulsar a los rusos y llamarse Grupo de los 7.
Además de Crimea, en abril de 2014, la guerra civil ucraniana estalló en Lugansk y Donetsk donde las milicias independentistas prorrusas se hicieron con el control de esas regiones y organizaron un referéndum donde declaraban su independencia de Ucrania. En esa zona surgieron intensos combates que dificultaban la resolución pacifica del conflicto.
Finalmente en septiembre de 2014 se firmó el protocolo de Minsk y en marzo de 2015 el acuerdo de Minsk II donde se buscó una salida sin violencia pero los esfuerzos resultaron estériles debido a que los combates siguieron.
En 2019, Volodmir Zelenski fue electo como presidente de Ucrania y durante su campaña electoral manifestó que tenía la intención de hacer ingresar a su país a la OTAN, luego de una consulta popular. Entre marzo y abril de 2021, Putin ordenó la mayor concentración de tropas en la frontera con Ucrania desde la anexión de Crimea en 2014. Esta situación produjo una fuerte crisis diplomática entre ambos países y la tensión subió hasta que el 21 de febrero de 2022, el presidente de Rusia reconoció la independencia de Donetsk y Lugansk.
Finalmente el 24 de febrero de 2022 con el apoyo militar de Bielorrusia, el Kremlin ordenó una operación militar en Ucrania que abarcará todo su territorio y no solamente la región del Donbás. Por su parte, el mandatario ucraniano anunció que su país estaba preparado para una dura resistencia ante el embate de los rusos.
Putin sostuvo que el ataque se realizó con la intención de “proteger a las personas que han sido objeto de hostigamiento y genocidio por parte del régimen de Kiev” y el objetivo fundamental es “desmilitarizar y desnazificar Ucrania”. Asimismo advirtió a Estados Unidos y a la OTAN declarando que “Nadie debería tener dudas que un ataque directo a Rusia conducirá a la derrota y tendrá consecuencias nefastas para un agresor potencial”.
Desde la Unión Europea y Estados Unidos realizaron fuertes sanciones económicas a Rusia, aunque de momento no parece preocuparle a Vladimir Putin, quién hasta el momento se las ha arreglado para intervenir con hackers y espías durante acontecimientos como el Brexit, la elección de Donald Trump en Estados Unidos y la resistencia catalana en España.
En este caso, lo que el presidente de Rusia pensaba como una rápida intervención militar con la caída de Zelenski en Ucrania resultó ser un conflicto bélico más largo y empantanado. Además la imagen de Vladimir Putin se derrumba inexorablemente y ya es considerado por muchos países occidentales como uno de los peores déspotas en la historia de la humanidad.
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