Un camino imborrable en los San Antonio Spurs, 16 años de carrera dedicada al equipo de la NBA y cuatro anillos conseguidos en una época de oro. Todo eso y más hablan de un Emanuel Ginóbili que dejó una huella en una institución que hasta su llegada poseía un sólo título de campeón. La competencia cumple 75 años y personas ligadas al deporte votaron por los mejores a lo largo de la historia pero no incluyeron -injustamente- al argentino.
Uno de sus excompañeros, que fue parte importante de la historia del equipo, también quedó afuera. Al francés Tony Parker, quien se desempeñaba como base en el conjunto texano y además era el capitán de su selección, lo excluyeron de esta nómina. Tampoco ingresó el recientemente retirado Paul Gasol, histórico con España y con un extenso currículum en varios equipos de la NBA tales como Los Ángeles Lakers o los Chicago Bulls.
Varios actuales y exjugadores, entrenadores, directivos y periodistas dieron forma al mencionado listado que dejó sin posibilidades al bahiense que sin dudas merecía un lugar. Sin embargo tuvieron una difícil tarea ya que eligieron sólo a 25 de los 75 posibles. Los 50 restantes son los que incluyeron en 1996 cuando la mencionada liga cumplió su cincuentenario.
Según explicó la NBA, el equipo incluyó a los 50 jugadores que fueron seleccionados en 1996, en el marco del 50° aniversario de la liga. Es por esto que sólo quedaban 25 para que “Manu” sea incluido. Tuvo que competir con nombres difíciles, con mucha historia, como por ejemplo: LeBron James, Dwayne Wade y Stephen Curry.
Pero, por qué la NBA se equivocó al no incluir a Manu Ginóbili
El CV de Ginóbili, en sus 16 temporadas y 1275 partidos -contando playoffs-, dice mucho, es suficientemente impactante, pero no alcanza para reflejar su real dimensión, lo que significó para la NBA y el básquet mundial. Manu fue mucho más que números, incluso que estos números, que son la envidia de millones de jugadores en el mundo. Pero, claro, a diferencia de otras estrellas, el bahiense no puede medirse por sólo ellos.
-Cuatro anillos de campeón (2003, 2005, 2007 y 2013).
-Dos selecciones para el All Star (2005 y 2011).
-Un premio al Mejor Sexto Hombre de la temporada (2008).
-Estuvo a un voto de ser co-MVP de una final.
-Dos veces elegido al tercer mejor quinteto de la temporada.
-Su récord de 762 victorias y 295 derrotas arroja el mejor % de triunfos (72.1%) en la historia para un jugador que haya disputado más de 1000 partidos en la fase regular (suma 1057).
-Integrante de unos de los Big 3 –junto a Tim Duncan y Tony Parker- más ganadores y recordados en la historia de la competencia.
-Promedios de 13.3 puntos, 50% dobles, 37% triples, 3.8 asistencias, 3.5 rebotes y 1.3 robo en apenas 25 minutos durante 1057 juegos.
-Mayor robador de pelotas (1392) y anotador de triples (1495) en la historia de los Spurs.
-Permanencia en la liga hasta los 40 años.
-Su N° 20 retirado en San Antonio.
Acá, para que no queden dudas de lo que debió ser su selección, detallaremos los méritos que debieron entender para que Manu tenga un reconocimiento acorde a su trayectoria.
El bahiense llegó a un equipo superestructurado, que se basaba en las llamadas Torres Gemelas que conformaban Duncan y David Robinson. En esa época, Pop se regía por su esquematizada formación militar que, con el tiempo, Manu ayudaría a hacer volar en pedazos: pelota a los pivotes y el resto, a esperar… El argentino tenía 25 años y venía de ser el mejor de Europa, un escolta potente –”un negro en el físico de un blanco”, como describió el Huevo Sánchez, primer DT de MG en el profesionalismo.
Era una especie de Plan D del equipo. Si a eso, que siempre requiere una gran adaptación, sobre todo mental, le sumamos una lesión rebelde en el tobillo –aquella de la semi del Mundial, que recién se curaría en enero-, el panorama fue negro en los primeros meses.
Incluso Manu admitió que pensó que lo cortarían del equipo… Pero, a de poco, se hizo un lugar, a base de defensa, intensidad y, sobre todo, inteligencia. Supo qué necesitaba el conjunto de él y lo hizo, transformándose en un revulsivo clave desde el banco. Al punto que, tras el título en junio, varios compañeros aseguraron que sin él, no hubiese sido posible.
Brent Barry, su compañero, lo destacó sobre todo a la persona, cuando le pidieron dar su opinión para un homenaje al 20. “Le quiero agradecer por hacerme mejor persona, no es nada común en un deporte profesional”, dijo. No es casualidad, entonces, que no se le conozca una pelea con un DT o un compañero. No sólo en la NBA sino en sus 23 años de carrera profesional… Nunca se lo vio envuelto en una polémica, en un problema de conducta o legal, ni afuera ni dentro de la cancha, pese a todas las tentaciones y cuestiones que rodean a la NBA. Logró la insólita marca de 0 faltas técnicas cobradas en su contra.
“Pop nunca tuvo un molde para vos”, le dijo Duncan, entre risas, cuando la NBA juntó a las tres estrellas de los Spurs y al coach para repasar cómo se construyó este famoso Big 3.
“Aprendí que no debía discutir con él por un tiro que había tomado, una jugada defensiva que intentó por un robo o por lo que fuera. Hace esas cosas con el fin de ganar el partido, cada pequeña cosa necesaria… Me enseñó a admirar un poco más las cosas y no a controlarlo todo. Fue duro para mí, lo dejé hacer lo que hacía, salí de mi caja”, admitió Gregg. No hay duda que el técnico lo hizo mejor jugador, pero tampoco que Ginóbili lo hizo mejor entrenador.
Hablamos de virtudes que le permitieron “comprarse” a todos. Como hizo con los hinchas de los Spurs desde el día 1. Fue impactante ver, desde la temporada inicial, cómo la 20 de los Spurs era la camiseta más vendida, sobre todo porque en el equipo estaban Duncan y Robinson, incluso Parker, quien había llegado una temporada antes y era titular en aquella 2002/2003. Pero Manu siempre tuvo ese no-se-qué… Latino, claro, dentro de una comunidad con el 57% de esa extracción, que lo adoptó como su hijo.
Claro, también Manu cautivaba en la cancha. Porque fue dueño de un juego con estilo y fundamentos pero a la vez arrojado y sacrificado. Un juego que tuvo una mezcla de obrero y estrella. Porque él era capaz de tirarse al piso en búsqueda de una pelota, motivando a un latino que debe también hacer el “trabajo sucio” en su día a día, pero a la vez con la capacidad de hacer la jugada más lucida, alguien lleno de potrero, un maestro del engaño que tenía todo el arsenal en sus manos. Y en su cabeza. Estamos hablando de un escolta lujoso, tal vez sin el tiro excelso de otros, pero capaz de crear, de hacer magia… Por eso el apodo Manu Cañóbili surgió, porque patentó el tirar un túnel a un rival, siempre como recurso para hacer una asistencia. Sus fajas levantaron al estadio, en realidad una gran variedad de pases, algunos inverosímiles, que lo convirtieron casi en un mago.
Los intangibles son los que lo hicieron realmente distinto, como su extrema competitividad que hizo que Pop lo comparara, en ese apartado, con Jordan y Kobe. Por años, esa voracidad fue el motor de los Spurs, empujando en el día a día sin permitir que nadie se relajara. Compitió de igual a igual con estrellas, sin tener tanta capacidad física o talento innato de ellas. Y por esta capacidad se potenció en momentos decisivos, cuando impactó por su dureza mental.
No tenía desbordes y gobernaba su propio carácter, incluso en los momentos de mayor presión. Un autocontrol pocas veces visto en un jugador tan pasional. Un atributo más de una figura que rompió el molde. También deslumbró con su liderazgo, alguien que fue más del hacer que del decir. Nada de grandes discursos, gritos, golpes o enojos. Supo ubicarse y ocupar su lugar. Educado, humilde, inteligente, lúcido, con las mejores formas al hablar.
Gino aceptó, sabiendo que jugaría los minutos que más contaban –los últimos- y que este sacrificio era en beneficio del conjunto. “Si vos crees que el equipo será mejor, está bien”, le dijo al coach. Nunca sabremos en qué medida fue así, pero es verdad que Manu fue el líder del mejor banco de suplentes de la NBA y que su aporte fue igual de decisivo.
Y no lo hizo un año, lo hizo varios. Con solo mirar la estadística queda claro: fue titular en apenas 349 de los 1057 partidos que disputó en fase regular con los Spurs. Por eso también todos lo aman. Y por eso fue el Mejor Sexto Hombre de una temporada, la 07/08, cuando promedió la friolera de 19.5 puntos –máxima anotación-, 40% triples, 4.8 rebotes y 4.5 asistencias en 31 minutos, su mejor campaña en números.
Pero, claro, lo MG fue a otra escala Y eso lo reflejó Kevin Durant. “Cuando ves a Manu Ginóbili no ves a un sexto hombre. Ves como un sexto jugador titular. El cambió lo que significa el premio porque, en realidad, Manu significa para el juego mucho más de lo que la gente piensa”. Pavada de elogio por parte de uno de los mejores jugadores ofensivos de la historia del deporte.
Manu resignó dinero para que San Antonio, siempre acuciado por el tope salarial, armara los mejores equipos posibles. En 16 años cobró 127.540.000 dólares, mucho menos de lo que mereció, sobre entre 2013 y 2016. Nunca quiso irse, ni cuando lo buscaron Denver o Philadelphia. Siempre jugó con 20 de los Spurs y allí se retiró… También supimos que varias veces le tuvo que decir que no a la Selección para cuidar su físico –siempre desgastado, por es su forma de juego, proclive a la lesión y que alguna vez Brent Barry resumió llamándolo El Contusion– y descansar para luego pelear el título tras larguísimas y agotadoras temporadas con los Spurs. También conocimos historia de cómo hizo mejores a sus compañeros y, en especial, cómo hizo mejor al equipo y al Big 3 que integró. Bueno, no cualquier Big 3. Uno de los mejores de la historia y tal vez el más ganador.
Duncan, Parker y Ginóbili son parte ya de la memoria colectiva de la historia del básquet. Tres extranjeros, aunque uno (Duncan, nacido en Islas Vírgenes) se formó en USA. Los otros dos, un francés y un argentino, formando una mediacancha picante y complementaria. Y si hablamos de complementaria, mucho mérito hay que darle a Manu ¿Recuerdan cuando se decía que Tony no le pasaba la pelota? Está claro que la presunción salía del estilo del francés, muy controlador de pelota y cuyo desequilibrio era más individual que colectivo. Un base velocísimo, con muchos puntos en la mano, que miraba poco para el costado. Lo fue aprendiendo de a poco y Manu, siempre altruista, nunca generó un problema. Ni en público ni en privado, incluso siendo capaz de retar a su hermano, cuando enarbolaba la teoría de que “Parker no se la pasa”.
Así fue Manu. Único e irrepetible. Porque, claro, el relato incluye todo lo que lo hizo grande y distinto, aunque nunca olvidaremos sus destrezas en la cancha, mágicos y creativos movimientos, fueran pases, penetraciones o tiros, y tampoco a sus apariciones decisivas en los momentos más difíciles y calientes. Un maestro bajo presión. A tal punto que, cuando se retiró, estaba cuarto entre los jugadores que más anotador tiros para empatar o sacar ventaja en los últimos minutos de juegos de playoffs, contando las últimas 24 temporadas. LeBron era el líder con 21, lo seguían Kobe (12) y Ray Allen (11), y el argentino estaba después con nueve anotaciones.
También quedó arriba en la eficacia de ese segmento, con 39.1% de campo en al menos 15 tiros ejecutados, sólo con LeBron, Allen y Reggie Miller por delante suyo. Ocho veces ganó partidos con sus tiros. Sin mencionar cuando los ganó haciendo otras cosas…
Manu, a los 27 años, estaba en el pico de su rendimiento físico y desequilibrio individual. El 21 de enero de ese año, por caso, tuvo su máxima en puntos en la NBA: 48 en Phoenix en una noche épica. En febrero apareció en su primer All Star, lo que equivale a ser uno de los mejores 24 jugadores de la temporada. Los Playoffs le llegaron en su pico de nivel.
Parecía entonces, que el mítico premio MVP podía ser para un argentino, algo impensado dentro del sueño que el básquet argentino estaba viviendo, teniendo a Manu en ese escenario. Pero, claro, el “rival” era Duncan, la estrella NBA del momento, el que hacía todo bien, el que nadie no podía elegir. Y así fue. La votación terminó 6-4 y generó el comentario de Mike Monroe, periodista del San Antonio Express-News. “Todavía aquel voto me persigue. Creía que lo merecía Tim, pero también Manu y si hubiese votado a Gino, habrían compartido el MVP, que tal vez era lo más justo”, admitió en el libro El Señor de los Talentos que narra carrera de Manu a través de 10 capítulos que son más mandamientos y talentos que una recopilación de su carrera.
Manu, entonces, lo hizo en el máximo escenario, en el más difícil, en juego y presión. Y eso no pueden decirlos muchos… Como tantas otras cosas que dejó en el camino. Porque Manu ayudó a cambiar el juego con su estilo, movimientos y compromiso colectivo. Porque dominó su ego para hacer mejores a quienes tuvo al lado. Porque avasalló con su competitividad, sin escándalos, polémicas o desbordes emocionales. Porque gobernó con su mentalidad a prueba de presiones. Porque inspiró por su compañerismo, porque impactó con su liderazgo –de hechos y no palabras-, porque sacrificó dinero en un mundo de millonarios, porque trabajó cada talento –los que nacieron con él y los que no- y, además, porque predicó con su coherencia –dijo pero también hizo, sin contradicciones, atajos, trampas o sanata llena de humo-.
En la cancha, fue un distinto sin parecer un extraterrestre. Un blanquito sin tanto músculo, sin tanto salto ni velocidad. Un hombre común, incluso con calvicie y nariz prominente, que se cambiaba y parecía un superhéroe en las noches de Argentina. Y que lo hizo, entre los mejores, hasta los 40 años. Nada más y nada menos. Pero, claro, volviendo a quid de la cuestión: más allá que el debate sea deportivo –sobre los 75 mejores de siempre de la NBA-, no siempre las respuestas están en los números, en las opiniones subjetivas de si este fue mejor o peor que otro o en los premios.
Ni siquiera, diría, en los títulos, pese a que apenas 26 basquetbolistas ganaron más que en MG en la historia… O, al menos, no están sólo ahí. Hay intangibles, hay formas que te hacen más grande, que te elevan a otro nivel, que te hacen referente, ejemplo, leyenda, o como lo quieren llamar. Y Manu llegó a ese status. Por eso merecía estar entre los 75 de la historia. La NBA y su panel de expertos creyeron lo contrario.
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