La relación del gobernador con la Legislatura nació maltrecha. Promediando la gestión continúa siendo distante aunque tiene síntomas de mejoras. De aquel Presupuesto 2020 que le dejaron armado antes de que comience su gestión y aprobado en la anterior conformación, a la disputa actual por el Presupuesto 2023, la Cámara de Diputados fue una piedra en el zapato para él, tanto por errores propios como por decisiones políticas de la oposición. El Senado fue el que más fuegos de artificios tuvo por las peleas entre Saín y algunos legisladores, pero quedó atrás después de la salida del ex ministro de Seguridad.
Luego de una transición con el gobierno pasado sumergida en la polémica con los propios por el reparto de cargos y con el Frente Progresista por la herencia recibida, la Legislatura le dejó aprobado el Presupuesto 2020 antes de que asumiera el gobernador. No sólo condicionaba el accionar de su gestión para su primer año, sino que le dejaba un mensaje claro: “Para gobernar, vas a tener que negociar con nosotros”. Atravesado por la bronca y el rencor de esa recibida, la fluidez con ambas cámaras nunca fue la necesaria para la gestión.
Perotti le reclama a la Legislatura en su conjunto algunos ejes que complicaron su gobierno. Por ejemplo, remarca una y otra vez que gestionó con estos niveles de violencia en las calles rosarinas sin Emergencia en Seguridad durante más de un año y medio. Además, en ese punto, no obtuvo la venia para aprobar las leyes de seguridad que había enviado Saín en su momento, y se trabó la compra de armas por una denuncia de la oposición que ahora está siendo investigada por la Justicia junto a la causa de escuchas ilegales.
Por otro lado, el Presupuesto 2022 no fue consensuado en tiempo y forma con los diputados, a pesar de que había salido por unanimidad del Senado. Tuvo que reconducir el del ejercicio pasado y recién este año en marzo pudieron ponerse de acuerdo. También en este 2022 se rechazaron tres pliegos de jueces sobre un total de diez en la Comisión de Acuerdos, y el gobierno decidió retirarlos con una idea clara: o todos o ninguno.
Otro eje que le costó un Perú al gobierno y era parte central de la gestión fue la Ley de Conectividad. Recién pudieron aprobarla sobre fines de 2021, cuando había ingresado apenas había asumido Perotti. Más allá de los acuerdos con el socialismo, Juntos por el Cambio y algunos bloques minoritarios, parte de la oposición decidió abstenerse porque seguía en contra de la idea. Y ni hablar de los concursos para renovar las autoridades del MPA, en donde se juntaron todos los diputados en conferencia de prensa para marcar errores que se venían cometiendo, antes de la salida precipitada de Somaglia, secretario de Justicia, por la aparición de audios en la causa de escuchas que pueden comprometerlo.
La oposición tiene su explicación respecto a todo lo sucedido. Centran la discusión en la falta de diálogo de los ministros de Gobierno que pasaron -Borgonovo, Súkerman y ahora Celia Arena- con ellos, pero además insisten con que hubo errores de concepto y de gestión al enviar distintos proyectos. De hecho, se jactan de haber aprobado todo lo convenido para el normal funcionamiento de la administración, más allá del camino sinuoso.
La Ley de Conectividad, los endeudamientos con asignaciones específicas para el acueducto bi provincial con Córdoba y para la defensa de San Javier, la Ley de Emergencia en Seguridad -aunque haya quedado un hueco en el medio entre una y otra-, y todas las reformas a las leyes tributarias, son algunos de los puntos que marcan como acordados. De todas maneras, es cierto que el socialismo y el radicalismo tienen en sus genes el sentir opositor y lo hacen valer, a diferencia del peronismo cuando le toca estar en la vereda de enfrente de la gestión.
Por otro lado, recuerdan que las leyes de seguridad de Saín nacieron mal paridas, que no hubo diálogo con el ex ministro para que las defienda y que ahora, después del paso de Lagna primero y Rimoldi después, no la quieren ni los propios del gobierno. En ese contexto, una diputada del PJ volvió a meterlas en la Cámara ante la pérdida de estado parlamentario del texto. ¿Para qué? No lo sabe nadie.
Como decíamos, el Senado se tornó más benévolo tras la salida de Saín, y con la Cámara de diputados mejoró bastante la relación, más allá de algunos vaivenes. Los más aguerridos son los del bloque de Maximiliano Pullaro, aunque otros radicales y el socialismo lograron llegar a algunos acuerdos específicos.
El Presupuesto 2023 llegó hace más de una semana nuevamente con unanimidad del Senado y es probable que pronto se convierta en ley sin mayores inconvenientes. Tiene como dato central un incremento del 150 por ciento respecto al actual ejercicio, destina partidas para la ayuda social y se espera que no tenga contratiempos en la Cámara baja.
La preocupación de la oposición ahora pasa por el cronograma electoral, que se puede estirar hasta septiembre, por el concurso del MPA, sobre el cual piden que sea reconvocado el jurado, y por las últimas ejecuciones presupuestarias en materia de seguridad y obras públicas, lo que puede marcar el rumbo definitivo de una relación distante y tensa con el oficialismo durante los 3 años del gobierno de Omar Perotti.
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