Subió la temperatura en la disputa entre el gobierno provincial y la oposición. Durante la semana se oyeron voces criticando el manejo de la inversión al gobernador Perotti, quien respondió a través de uno de sus alfiles con el desastre financiero que era la provincia al momento de la asunción. El enemigo une, y el Frente de Todos se mostró en conjunto en un foro de Presidentes Comunales, desde donde se despacharon las respuestas para el socialismo y el intendente Javkin.
Roberto Mirabella, diputado nacional y ladero de Perotti, fue quien alzó la voz en contra de las críticas que se esbozaron al gobierno provincial por tener “dinero en el banco” en vez de invertirlo. Los famosos 3 mil millones de pesos para seguridad guardados en un plazo fijo y un fondo de casi 60 mil millones también en entidades financieras son el blanco de los ataques al PJ. La respuesta es simple: los niveles de ejecución de obras crecieron, y se llevan adelante anuncios que hizo el Frente Progresista y que se están realizando recién ahora.
“A mí me causa gracia, yo llevé adelante la transición con el gobierno de Lifschitz. Cuando arrancó Omar teníamos tres masas salariales de déficit. Perotti no podía pagar los sueldos y el aguinaldo en diciembre de 2019”, fue la frase que usó Mirabella para desestimar los argumentos de la oposición. Tensionar con el socialismo también es una estrategia, hoy por hoy la fuerza más débil de la oposición aunque haya liderado el Frente Progresista durante los 12 años del gobierno.
De hecho, le recordó a Javkin que gobierna “por el Frente Progresista” que gobierna a Rosario hace 32 años y a la provincia los 12 años previos a Perotti, que fue Carrió, no él, la que dijo que dejaron entrar al narcotráfico a Rosario. Claramente, las declaraciones de Lilita cayeron como anillo al dedo para las rivalidades locales.
En medio de todo este fuego cruzado, el Partido Justicialista volvió a tener una imagen de unidad. Estuvieron presentes en el predio de ATE en Santa Fe la mayoría de los sectores que integran el Frente de Todos en distintos paneles del Foro de Presidentes Comunales de la provincia. La Cámpora, el Movimiento Evita, Ricardo Olivera –presidente del partido-, el perottismo y el Partido FE dijeron presentes y volvieron a limar viejas asperezas en busca de una nueva unidad de cara al 2023.
Buscaron alambrar la provincia desde los mensajes que bajaron sus dirigentes. De hecho, fue el propio Mirabella el que criticó duramente el reparto de recursos de la Nación. Por ejemplo, dio el caso del subsidio al transporte urbano de pasajeros, donde 100 mil millones de los 130 mil millones de pesos se quedaron en el AMBA, y también la distribución asimétrica en cuanto a los fondos para la producción cultural, más puntualmente en el cine.
La santafesinidad, la disputa con la oposición y la ambición de seguir en el gobierno una vez finiquitado el mandato de Perotti, son los 3 ejes que dejan de lado las profundas diferencias que hubo en el pasado dentro del Frente de Todos y generan un nuevo terreno fértil para encontrar a los mejores candidatos para competir en las contiendas del 2023. Hay quienes se quieren poner el traje, algunos otros más altruistas, pero los peronistas saben que divididos no tienen ninguna chance de seguir ostentando el poder de la provincia.
La maldita comunicación
Perotti, durante su discurso de cierre de este Foro, lanzó una frase: “Es cierto que comunicamos mal”. Esa es la concepción que reina hoy en el gobierno y en el despacho del gobernador. Las cosas se están haciendo, hay logros para mostrar, pero creen que perdieron el tiempo durante los primeros dos años en las rivalidades internas en vez de enaltecer los logros de la gestión que estaba transcurriendo. Hay una cuota de verdad, ya que el Boleto Educativo Gratuito, Billetera Santa Fe y las obras están allí, son palpables, como también el orden financiero y el pago de salarios a trabajadores y jubilados en tiempo y forma –y hasta a veces por adelantado-, pero no todos los errores son de comunicación.
Si hubo desentendimientos en la materia tuvo mucho que ver con las distancias en las miradas sobre la aplicación de las políticas públicas, los egos y las disputas por los privilegios de los cargos repartidos al inicio de la gestión, que dejó un tendal de heridos que salieron a hablar pestes de los propios en cuanto medio pudieron y en cuanta charla política con la sociedad civil.
El gobernador, además, tomó una decisión que puede caer bien en la población, pero que los políticos muchas veces no perdonan: la planta política del Poder Ejecutivo bajó a menos de la mitad, de 870 durante el último gobierno del Frente Progresista a 404 ahora. Esto generó enojos, cargos prometidos no cumplidos, y muchos dirigentes que no se sintieron contenidos por el rafaelino y su gente.
Ahora, se enaltece la territorialidad por sobre esta “falla” en las formas de comunicar. Es cierto que la política artesanal sigue siendo importante, fundamental, para poder tener aspiraciones en la provincia de Santa Fe. Es un distrito grande y heterogéneo, en el cual se deben conquistar dirigentes locales que son los que transmiten el mensaje a la sociedad civil en cada una de las 365 localidades. Sin embargo, una gran masa de la población, sobre todo en las grandes urbes, consume y decide su voto en base al mensaje que emiten los medios de comunicación y hoy, más que ayer, en las redes sociales.
Subestimar a la comunicación política de un gobierno sería un craso error, aunque los cambios en el área son un termómetro de que no es algo que dejen de lado, sino que es un síntoma que intentan atacar antes de que sea tarde. Se notan cambios desde el mes de diciembre con la asunción de Carlos Bermúdez en las líneas generales del discurso político, en las relaciones en la Legislatura con propios y extraños, y también cambió hace dos semanas la persona que lleva adelante la comunicación de redes y digital. De a poco buscan acomodar esa falencia, aunque, tal vez, se subestimó desde el inicio su importancia en los tiempos que corren.
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