Nicolás Capogrosso fue uno de los rosarinos que estuvo presente en los Juegos Olímpicos de Tokio. El voleibolista de 26 años participó por primera vez del evento mundial y defendió los colores de Argentina hasta la fase de grupos, instancia en la que la dupla cayó frente a Estados Unidos.
Después de finalizar el aislamiento de 7 días, el atleta pasó por los estudios de Radio Boing para contar su experiencia y revelar detalles de la competencia que mantuvo en vilo al planeta durante dos semanas. “Salí de la cuarentena hace unos días y disfrute un poco de casa. Venía de un trajín muy largo en Europa y Japón. Igual me costó acostumbrarme al horario, el jet lag fue muy fuerte”, comenzó en diálogo con Lo Mejor de Todo.
“Nunca había tenido la suerte de estar en los Juegos. Fue una experiencia increíble, pero demanda estrés distinto. Va mas allá de todo lo que me pasó alguna vez”, relató quien supo jugar al fútbol en Newell’s y luego inclinarse por el vóley. En este sentido, explicó: “Jugaba de arquero y cuando llegó la decisión de ir para un lado o para el otro, me incliné por lo que hago ahora. El ambiente era más tranquilo”.
“A los 18 me llegó la oferta del beach volley y decidí aceptarlo. Pude volver a Rosario y entrenar en La Florida. Me gustó mucho más que el indoor y acá estoy, jugando hace 8 años”, manifestó.
Al ser consultado por cómo vio a los otros países en la cita olímpica, reveló que “le llamó la atención” el físico de los competidores y que el contraste “es muy fuerte”. “Cuando estaba libre vi natación. No se podía, pero los argentinos salíamos para apoyarnos entre nosotros”, comentó.
Respecto a su pareja en la cancha, Julián Azaad, sostuvo que “tuvieron que formar una relación” y que después de tantos años se entienden fácilmente. “Vamos los dos para el mismo lado y eso nos mantiene vivos. No quiero hacer más puntos que el, quiero que el equipo gane”, siguió.
“Muchas veces pensamos distinto y no analizamos lo mismo, pero buscamos la forma para que no sea difícil para los dos. Sabemos el dónde, cómo, cuándo y por qué del otro. Hasta hacemos terapia juntos”, añadió Capogrosso.
Para finalizar, expresó que el Ente Nacional de Alto Rendimiento Deportivo (ENARD) “lo hace muy bien” y que sin su ayuda no podrían “ni conversar”. “Tendríamos que dedicarnos a otra cosa, me tendría que poner a trabajar de algo más. Al deporte le falta un sistema en el que las federaciones aporten”, agregó.
“El deporte tiene que cumplir un rol fundamental en la vida social para salir de los lugares donde uno no quiere estar nunca. El día que entendamos eso como sociedad, vamos a ser mejores y más sanos”, concluyó.
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