Javier Milei es el nuevo presidente. El salto a lo desconocido, a lo nuevo, a lo distinto. No hay antecedentes de un primer mandatario con las ideas que pregona el economista, ni sabemos a ciencia cierta cuáles serán sus medidas en esta primera etapa de su gobierno. El pueblo habló de manera contundente. Eligió cambiar, a pesar de la campaña del miedo, y ratificó una vieja premisa de la política argentina: “Acá se vota con el bolsillo”. El manto institucionalizante que le aportó Macri y la construcción discursiva vetusta de la futura oposición. Un modelo para armar.
La sensación es de fin de ciclo. El peronismo logró el milagro de llegar a un balotaje con un ministro de Economía como candidato, en medio de una crisis sin precedentes. El dólar a mil pesos, la inflación en 145, salarios en blanco por debajo de la línea de la pobreza, cepo cambiario y caída en la actividad económica. Algunos factores fueron externos, pero nunca esta gestión pudo sortear con creces los escollos que interfirieron en el día a día.
El barco estaba a la deriva. El voto no se explica sólo por el fracaso de estos cuatro años, sino también por la decadencia progresiva de los últimos 15. Desde el 2008, con algunos oasis de bonanzas, la inflación sube, el poder adquisitivo baja, el dólar sube y la degradación en el enjambre social emerge a la línea de flotación de cualquier gestión. El discurso contra la casta fue efectivo porque separó las aguas de manera transversal: los que proponen seguir así, o los que quieren modificar de raíz la matriz nacional. Lo que Macri no pudo, o no se animó.
La política no deja de ser una cuestión de expectativas. Los planes trabajar que conocemos con distintos nombres desde hace dos décadas, o la Asignación Universal por Hijo, revolucionaria allá por el 2009, quedaron en el pasado. Son derechos adquiridos y dejaron de ser un activo para vender desde la dirigencia. El complejo entramado generado desde los movimientos sociales, los punteros barriales y la ayuda social directa -bastante parecida al asistencialismo- ya no son constructores de mayorías en los barrios populares.
Las políticas de Derechos Humanos recuperadas por el kirchnerismo a principios de siglo tampoco movieron el amperímetro en una sociedad harta de contar las chirolas a fin de mes, más allá de la importancia que tienen la memoria, la verdad y la justicia para la construcción de una democracia sana, madura y próspera. Las declaraciones de la vice de Milei, Villarruel, recuperando la vieja teoría de los dos demonios sobre la última dictadura cívico-militar reavivó discusiones y desempolvó una antigua grieta aún no saldada, aunque algunos creían que sí.
El proceso de renacionalización de empresas públicas y de la caja de jubilaciones, los aportes para que se jubilen ciudadanos sin aportes, la posibilidad de acceso al crédito -restricto, es cierto- para la construcción de la casa propia, y la simbología general que supo generar mayorías impactantes hace más de una década a partir de la construcción de un mito de gobierno, se gastó y quedó como parte del pasado en este 2023. El pueblo, en su mayoría, dijo basta. Y pide cambios profundos, radicales, definitivos en el rumbo de este país.
Genera incertidumbre, cierta intriga, conocer las primeras medidas de Milei. En los primeros discursos como presidente electo no llamó a la unidad nacional, sino que invitó a todos aquellos que quieran sumarse a la idea de la libertad a que lo hagan. No conocemos su gabinete por el momento, pero se filtran algunos nombres. Mientras tanto, la transición no será con Massa, quien se tomó licencia y suena a un acto irresponsable de su parte. Alberto Fernández se hace cargo, ahora sí.
Federico Sturzenegger, ex presidente del Banco Central de Macri, puede ser el ministro de Economía. Guillermo Francos, el arquitecto territorial de la campaña, un hombre de la banca privada y con trabajo directo en organismos internacionales de inversión, como ministro del Interior. Guillermo Dietrich aparece como el posible ministro de Transporte, Bullrich puede sumarse a la cartera de Seguridad, y hasta se especula con Federico Pinedo como canciller. Mariano Cúneo Libarona, el abogado, resuena por lo bajo para ser el ministro de Justicia. El armado de La Libertad Avanza se fusionó con el del PRO más duro, y se reflejará en la próxima gestión. De hecho, la transferencia de votos de “Pato” hacia el “León” fue casi absoluta.
Milei dejó en claro que no hay lugar para gradualismos ni para tibios. El pueblo votó el cambio profundo, y el presidente electo está dispuesto a llevarlo adelante. Inclusive, advirtió que quienes se opongan a las medidas tendrán consecuencias con el peso de la ley y de las fuerzas de seguridad. Nada conciliador, con los tapones de punta. El desafío de tener un modelo para armar desde cero, con terreno fértil y sin deber nada a nadie. Llega liviano de mochilas, y eso le da un plus a la hora de la toma de decisiones.
La clase política tradicional bipartidista, de peronistas y radicales, deberá apelar al ingenio -previa autocrítica profunda- y encontrar la manera de conquistar nuevamente a su otrora electorado fugado por las decisiones que dejaron a más de 40 por ciento de la población por debajo de la línea de la pobreza -y más del 60 por ciento de los chicos-, y que discutió en este último lustro con un discurso del pasado, sin interpelar ni un poco a la juventud. Los pibes, las pibas, encontraron la rebeldía en “el peluca”, un rockstar que desde la vestimenta desfachatada, el decir simple y el enojo contra el sistema conquistó a una gran masa de votantes.
Sin dudas la UCR y el PJ van a tener que desarmar sus formas, rever su futuro y descubrir horizontes a partir de nuevos liderazgos. Un nuevo paradigma de la política nacional nos recibe a los argentinos. Milei arrasó en 21 de los 24 distritos, consiguió un empate técnico en Buenos Aires y perdió bien sólo en Santiago y Formosa. Persuadió a grandes y chicos, ricos y pobres, trabajadores y empresarios, estudiantes y amas de casa. Macri se erige como el otro gran ganador, aquel que quiso sumar a LLA a JxC cuando los radicales no quisieron, y diseñó estrategias puntillosas para que todo esto pase. Hasta puso fusionar a Karina “el Jefe” Milei con Santiago Caputo, mencionado por Javier como un hombre clave en este tramo final.
La curiosidad apremia por lo nuevo, lo desconocido. Así como 62/Modelo para armar, la novela de Cortázar que fue revolucionaria por lo experimental, el gobierno del libertario está en plena construcción. El 10 de diciembre asume en la Rosada, y con él un nuevo cambio en la Argentina.
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