El impacto fue total. Maximiliano Pullaro fue el gran ganador de la jornada cívica provincial tras ganarle por un amplio margen en la interna a Carolina Losada. La reacción de su espacio fue de algarabía, pero también de alivio después de una campaña muy dura de la senadora nacional contra el ex ministro de seguridad. La sumatoria de este binomio y Fein alcanza casi el millón de votos, le sacó más del doble de los sufragios al peronismo encabezado por Lewandowski, y deja a Unidos con un pie y medio adentro de la Casa Gris a partir de diciembre.
La estructura que montó Pullaro en toda la provincia rindió sus frutos. El gran armador del triunfo, Felipe Michlig, anticipaba el día del cierre de listas que habían presentado en el Tribunal Electoral más de 200 candidatos en todo el territorio, sumado a una campaña intensa en medios y redes, se hizo fuerte y apuntaló su victoria con un trabajo de más de 2 años. En 2021 en las oficinas, tras perder por poco la interna a senador nacional, todo su equipo, unos pocos por ese entonces, vitoreaba el “Maxi Pullaro, gobernador”. Sonaba extemporáneo, hoy ya no lo es.
El voto silencioso de la ciudadanía independiente era una incógnita. Las consultas ya no son confiables hace rato, el nivel de respuestas a encuestas fue muy bajo y todo se concentraba en las sensaciones, en el termómetro de cada uno. Ni el más optimista de los pullaristas podía anticipar una interna con una victoria tan amplia por sobre Losada, ni tampoco una brecha abrumadora contra el peronismo provincial en la sumatoria de los candidatos. Ganó la política por sobre la candidatura, y ese es tal vez el mensaje de una provincia rebelde que sigue alambrando sus fronteras cuando desde el poder central se quiere porteñizar la campaña en la bota santafesina.
Pullaro no nacionalizó su elección. Eligió hablar de seguridad, que es lo que más sabe y lo que hoy es el mayor flagelo que sufrimos los rosarinos, del sentir santafesino, de producción y de educación. Tuvo el apoyo específico de Martín Lousteau desde que inició su empresa de ser gobernador, sumó a la figura de Larreta aunque a cuentagotas durante la campaña, pero siempre redujo su idea a la estructura, al territorio y a recorrer de norte a sur y de esta a oeste Santa Fe.
En el otro campamento, Losada centralizó su campaña en el ataque furibundo a su rival, con acusaciones realmente graves, y en la búsqueda de transformar la contienda en un reflejo de lo que puede ser la competencia nacional. Patricia Bullrich se cargó al hombro la recorrida por la provincia con su ladero Federico Angelini, pre candidato a vice gobernador hasta ayer, y el propio Mauricio Macri vino a mostrar en varias ocasiones su apoyo a la fórmula. El perfil ejecutivo nunca fue adoptado por la senadora nacional, al menos en esta elección, y la ciudadanía de a pie le dio la confianza a su rival en las primarias.
Es inentendible la no campaña de Lewandowski. Su tranquilidad para ganar las PASO fue la excusa que pusieron desde el campamento del peronismo oficial sobre el porqué de la ausencia extrema en las calles y en los medios en general. El gobernador Perotti también perdió su categoría a diputado provincial-análisis aparte- y es el gran derrotado de la jornada junto a todo el PJ provincial. Quedará tiempo para los pases de factura, pero la subestimación de las nuevas comunicaciones ha sido moneda corriente durante el gobierno santafesino y el fracaso en materia de seguridad generó un impacto profundo en las urnas en los grandes conglomerados.
Una interna que tuvo gusto a general en las categorías santafesinas. Tanto en gobernador como en diputados, que ganó el socialismo con Clara García y fue sorpresa, parece definido no sólo por los números fríos sino por la sensación de cambio de rumbo que quedó tras los resultados del escrutinio provisorio. Queda largo el camino hacia el próximo 10 de septiembre, sobre todo porque las elecciones se ganan en las urnas, pero la distancia se transformó en irremontable para el oficialismo provincial.
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