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María Victoria Anahuati sobre el impacto de la falta de sueño en la economía argentina: “Dormir poco nos cuesta a los argentinos 1,3% del PBI”

María Victoria Anahuati, doctora en economía y miembro del equipo que llevó adelante un estudio sobre el costo económico de dormir mal, compartió detalles de la investigación durante una entrevista en Todo Pasa turno mañana. En la charla, Anahuati explicó cómo este estudio interdisciplinario, realizado junto al cronobiólogo Diego Golombek, logró cuantificar los efectos del descanso insuficiente en la economía de Argentina.

Durante su intervención, Anahuati destacó que uno de los principales hallazgos del estudio es que la falta de sueño tiene un impacto significativo en la productividad laboral y en la mortalidad.

“Cuando hablamos de la mortalidad, uno por dormir mal tiene mayor probabilidad de tener accidentes o de contraer alguna enfermedad, y eso va incidiendo en una mayor mortalidad, aproximadamente un 10% más alto que si uno durmiera lo deseado, entre 7 y 9 horas”, detalló la economista. Este factor, señaló, también influye en el crecimiento poblacional del país, al generar un mayor número de muertes prematuras.

Además de la mortalidad, el estudio encontró que el impacto de la falta de sueño en la productividad es aún más relevante. “Si uno duerme mal, que nos pasa a todos, al día siguiente rendimos menos en nuestro trabajo, somos menos productivos, también tenemos mayores probabilidades de enfermarnos y, por eso, estar ausentes en el trabajo o cometer errores”, indicó Anahuati. Según la investigación, estos dos factores combinados hacen que dormir de manera insuficiente le cueste a los argentinos aproximadamente un 1,3% del PBI. “Eso, para tener una idea, es casi cuatro veces el presupuesto en ciencia y tecnología”, agregó.

La economista destacó la importancia de tomar conciencia sobre este tema, no solo desde el punto de vista individual, sino también en el ámbito laboral y de políticas públicas. “El primer paso es concientizar sobre la necesidad de un buen descanso. Si dormimos bien, somos más productivos y más saludables, lo que beneficia a toda la economía del país”, subrayó. Además, mencionó que algunas empresas ya están implementando medidas como siestarios para mejorar el bienestar de sus empleados.

Anahuati también habló sobre los hábitos culturales en Argentina, donde la gente tiende a acostarse tarde. “Es difícil cambiar los hábitos, pero es necesario empezar a valorar el sueño como un factor clave para mejorar nuestra salud y productividad”, concluyó.

“Dormir mal nos cuesta aproximadamente el 1,3% del PBI, lo que equivale a casi cuatro veces el presupuesto en ciencia y tecnología”, explicó la economista. A través de un modelo económico, el equipo identificó dos canales clave donde el sueño influye en la economía: la mortalidad, asociada a mayores riesgos de enfermedades y accidentes, y la productividad, que se ve reducida cuando no se alcanza el descanso adecuado.

El estudio también reveló que un 45% de los argentinos no cumple con las siete horas recomendadas de sueño. Esto sitúa al país en una situación preocupante en comparación con otros países de ingresos más altos, donde el porcentaje de población que duerme por debajo de lo recomendado es mucho menor. “Estamos bastante rezagados en cuanto a los patrones de sueño, lo que tiene consecuencias tanto a nivel de salud como en la productividad laboral”, comentó Anahuati.

Además, abordó el tema de las políticas públicas relacionadas con el sueño, destacando el impacto que la falta de descanso adecuado tiene en el rendimiento escolar. En este sentido, mencionó que algunos países de altos ingresos comenzaron a revisar los horarios escolares, ya que se comprobó que el sueño insuficiente afecta la capacidad de aprendizaje y el desarrollo de habilidades. “Se ha demostrado que dormir de manera insuficiente incide en la capacidad de los estudiantes para aprender, y esto se refleja en su rendimiento académico”, señaló Anahuati. Aunque este tema aún no ha sido incorporado al estudio que realizaron, la economista considera que es un área prometedora de investigación, sugiriendo que en el futuro podría ser necesario ajustar los horarios escolares para mejorar el descanso y, por ende, la educación de los niños.

“A los pibes a las siete de la mañana, todos dormidos, los metemos en un aula para que aprendan matemáticas. Hay veces que se recomienda que la primer materia sea educación física o algo que los ayude a asimilar mejor, a comenzar mejor la mañana”, explicó.

En su charla, también, enfatizó la importancia de concientizar a la sociedad sobre la necesidad de un buen descanso. Además, mencionó que algunas empresas ya están adoptando medidas para mejorar el bienestar de sus empleados, como la implementación de siestarios. “El primer paso es entender que dormir bien tiene un valor económico, y eso debería ser parte de las políticas públicas”, agregó.

María Victoria Anahuati también reflexionó sobre la cultura argentina, que suele cenar tarde y acostarse aún más tarde. “Es muy difícil cambiar hábitos culturales, pero es necesario empezar a valorar el sueño como un factor clave para mejorar la salud y la productividad”, concluyó.

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