Como cada 8 de marzo, miles de mujeres se concentran al rededor de todo el país para manisfetar la lucha por los derechos y la igualdad. En esta ocasión, María Becerra no se quedó afuera y utilizó sus redes sociales para enviar un mensaje de concientización desde las situaciones de abuso que sufrió en su adolescencia.
“Somos un montón las que tuvimos historias de acoso, abusos y tantas cosas más y nos quedamos calladas por miedo, nos escondimos con ropa grande para pasar desapercibidas”,declaró la cantante en su posteo. También describió las duras situaciones que tuvo que transitar en su adolescencia, cuando comenzó a estudiar en una escuela técnica.
Luego, habló de cómo sobrellevo y salió adelante y se refirió al compañerismo que existe entre las mujeres argentinas en la industria musical: “Somos un montón las que logramos superarlo, un poco rotas pero seguimos. Fuimos muchas las voces de mujeres que ocupamos festivales, escenarios y premios, demostrando que somos compañeras, no competencia. Nos queda mucho por conquistar. Seguimos en la lucha. No te calles. Habla, grita, tu palabra importa”.
La artista ya había contado algunas situaciones en otros programas de televisión: “Éramos dos mujeres entre 400 varones. Antes era típico que vayas caminando y los compañeros te tocaran el culo. Te manosearan en el boliche, en el colegio. Era así. Eran todos en plena edad… Yo estaba todos los días en la oficina, quejándome. Y ¡me mandaban a mi con la psicopedagoga! La misma preceptora me decía: ‘¿No pensaste en no usar jean?’ Me decían que trajera ropa holgada. Y ahí fue que nació mi obsesión por usar ropa holgada. Hoy en día no me pongo un vestido ni de caño. No me pongo short. No me pongo polleras”.
La situación que colmó el vaso se dio un tiempo después cuando golpearon a María y le dejaran moretones: “Fue una vez que cinco compañeros, que eran los que me pegaban siempre… Uno se llamaba Ariel, de ese me acuerdo… Me llevaron al baño y me tenían uno de cada mano. Me tenían las piernas y me empezaron a querer sacar la ropa. Quisieron abusar de mi. Pasó una preceptora y yo estaba gritando. Y fue la nada misma. Me salvó que tocara el timbre”.
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