Este viernes en La Piedad se concretó el sepelio de Alejandro Ismael Baiochi, el ladrón al que había matado un policía jubilado en la mañana del jueves, después de haber visto cómo le robaba armado a uno de los empleados de la empresa oftalmológica que custodiaba, en Santa Fe al 4.500. Hoy, hubo momentos de tensión extrema antes del entierro, con tiros, corridas y gritos. La escena terminó con dos detenidos: uno de ellos tenía un arma, que finalmente resultó ser una réplica.
“Por un protocolo que se empezó a implementar después de un tiroteo que hubo acá en la puerta cuando enterrábamos a uno de una banda narco, ahora cada vez que hay una muerte violenta se trae custodia policial. Por eso hoy había móviles del Comando, que cuando los amigos del ladrón que era el del sepelio los vieron, se armó lío. Hubo tiros al aire y peleas con la policía”, le contó a RedBoing un empleado de La Piedad.
El mismo trabajador amplió, sobre la insólita escena que se vivió este viernes en la zona oeste de Rosario: “Adentro hubo corridas, con los de la Motorizada persiguiendo gente en moto por todo el Cementerio. Había gritos, algunos trepándose por los tapiales que dan para el lado de Circunvalación. Y afuera, que llegaron como diez móviles, también se armó. Ahí detuvieron a dos”, amplió.
El robo con muerte
El hecho violento que terminó con la muerte de Baiochi, a quien enterraron este viernes en medio de un caos, se había dado a las ocho de la mañana del jueves en Santa Fe al 4500, en la puerta de una firma que vende productos oftalmológicos. De acuerdo a lo que pudo reconstruir el fiscal Gastón Ávila, a cargo de la investigación, los dos ladrones se habían subido a la vereda para robarle la mochila de uno de los empleados de la mencionada empresa, que intentó resistirse al asalto.
“Tras advertir que tenían un arma, entregó su mochila y se escondió detrás de un portón. Allí los ladrones dispararon hacia adentro de la empresa, hecho que pudimos confirmar porque hay una vaina servida. En ese mismo momento, el policía jubilado que trabaja como custodio del lugar advierte lo que estaba pasando”, relató el fiscal.
Tras el enfrentamiento con los delincuentes, uno de ellos muere y el otro se escapa. Al fugarse, no sólo había dejado a su amigo tirado en el pavimento, sino que había descartado el arma que habían usado para robar. El capítulo siguiente ocurriría un día después frente al Cementerio La Piedad, con otros dos amigos del ladrón presos y uno que todavía está prófugo.
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