Pasaron casi diez días entre la llegada de Lionel Messi al Aeropuerto de Fisherton tras jugar el amistoso con la selección en China, hasta que se fue a Buenos Aires para ser parte de la despedida en la Bombonera de Juan Román Riquelme. Sin más presencia mediática que un paseo en bicicleta por el barrio cerrado de Funes en el que tiene su casa, el ser humano hoy probablemente más famoso del planeta, mantuvo la paz muy cerca de la tierra que lo vio nacer. Mientras tanto en Rosario, en ese mismo tiempo, bajaban notoriamente las denuncias de balaceras y se producía apenas un homicidio -y no con algún contexto narco, sino como consecuencia del robo a una señora de 88 años, víctima de alguien que había entrado a su casa de pasillo y le había aplicado un golpe para llevarse su televisor-.
Llamativamente, para una ciudad que padeció en los primeros seis meses del año un promedio elevadísimo de balaceras y crímenes, la violencia bajó en los días en los que el mejor jugador del planeta estuvo descansando en Funes. ¿Casualidad? Aunque ningún funcionario se animaría a confirmarlo en voz alta, hay un rumor que circula por pasillos oficiales y que se reforzó este lunes, cuando con Messi ya de vacaciones en el Caribe, hubo dos crímenes en la ciudad, con diferencia de muy pocas horas.
Al mediodía del lunes 26, apareció el cuerpo sin vida de Brandon Ojeda, de 30 años, en el camino viejo a Soldini. Estaba maniatado, encapuchado y con cuatro disparos. Por la tarde ese día, varios disparos hirieron gravemente a Alejandro Daniel Almada, un muchacho de 46 años que paseaba con su hija a pocos metros del Casino City Center, el territorio donde Los Monos juegan de locales desde siempre. En la madrugada del martes, la víctima falleció en el HECA. Poco antes, se había informado el ataque a balazos contra una cancha de fútbol 5 en la que habían dejado un mensaje mafioso.
El mensaje del trapo en el Coloso
“Nosotros estamos más allá de todo”, decía el trapo que se desplegó en el Coloso el último sábado, cuando comenzaba la despedida a Maxi Rodríguez, con Messi en cancha. La bandera enorme cubrió las dos bandejas de la popular rojinegra que ocupa la barra, hace tiempo controlada por Los Monos. ¿Y qué dibujo tenía el telón que se pudo ver en directo desde todo el planeta cuando la transmisión televisiva lo enfocaba con un drone? Un mono con anteojos, un toro y un pollo. Para los investigadores del MPA, la alusión a Guille Cantero y sus laderos Damián “Toro” Escobar y Leandro “Pollo” Vinardi.
Dos días después, cuando ya la polémica se había instalado públicamente por la difusión en redes sociales y medios de prensa del contenido de la bandera, se decidió allanar el estadio para buscar la bandera. Como era de esperar, no la encontraron.
“¿Cómo había entrado al estadio?”, preguntaron los periodistas este martes al ministro de Seguridad, Claudio Brilloni. El funcionario explicó que el partido homenaje a Maxi no había sido organizado por la AFA y por lo tanto no se había puesto en marcha el protocolo habitual, denominado “Hora Cero”. Cada vez que juegan Newell’s o Central de locales, se cierran todos los accesos al Coloso o el Gigante, desde la noche anterior. Se revisa cada rincón del estadio y queda el operativo a cargo de la policía provincial. “Esta vez fue distinto. Nosotros controlamos el Parque Independencia, para que no hubiera desmanes afuera. Lo de adentro quedó a cargo de la empresa privada que se contrató para organizar el show”, confió el Jefe de la Unidad Regional II, Daniel Acosta, a RedBoing. La bandera, entonces, entró con el visto bueno de los responsables privados de la despedida y también del club.
Este martes se conoció además otro dato: en las afueras del Coloso, se vendían remeras con el mismo dibujo que la bandera, con los tres animales. ¿Merchandising de Los Monos al alcance de cualquier espectador desprevenido? Efectivamente.
Los Monos: de L-Gante a la fiesta de La Fiera
Como antecedente más próximo, puede citarse lo que sucedió el día en el que el polémico L-Gante tocó en el estadio cubierto de Newell’s. Aquella vez, en octubre de 2021, la banda liderada por Cantero le exigió a los organizadores del show 400 entradas para que el espectáculo se pueda hacer. Aparecieron en un allanamiento la semana previa. Además, durante el evento, los puestos vinculados a la barra leprosa vendían champagne con energizante y cerveza, a pesar de una prohibición expresa que se les había dado. El territorio era suyo y lo marcaban con claridad. Al otro día del evento, trascendió una foto del músico 420 con Ariel “Viejo” Cantero, el fundador de la banda, ahora en prisión imputado como jefe de una asociación ilícita.
Ahora se trataba de la despedida de Maxi: un espectáculo muy bien organizado, con 40 mil almas que celebraron la presencia de grandes glorias de Newell’s de otras épocas, de varios integrantes del seleccionado y del canalla Angel Di María, que fue ovacionado por la parcialidad rojinegra: una verdadera fiesta, que se anunció con muchísima anticipación y con entradas agotadas hace tiempo. No obstante, hubo detalles organizativos que parecen haber quedado fuera del alcance del Estado. Al menos, eso es lo que dejó entrever la bandera y la reacción posterior, con declaraciones de varios funcionarios pidiendo explicaciones.
Una fuente judicial, que pidió reserva, deslizó en diálogo con RedBoing que la empresa que organizó el evento no pudo hacerse cargo de las ventas de los puestos el sábado, ni de la seguridad dentro de la cancha. “A esa parte la manejó la barra, o sea Los Monos. Por eso también el mensaje de la bandera, además de mostrar una señal de unidad de la monada, que hace un tiempo tenía internas”, aseguró.
Y finalmente, algo que surge de atar cabos sueltos con el dato que abre esta nota sobre la merma en la cantidad de balaceras y homicidios que hubo en la última semana: ¿Puede haberse acordado una especie de armisticio con algún interlocutor de Los Monos para los días en los que Messi estaba en Rosario, a cambio de liberar negocios en la despedida o la calma chicha fue apenas una casualidad? El interrogante quizás nunca tenga respuesta. Lo cierto es que si ese acuerdo existió, se cumplió casi a la perfección. Apenas falló en el momento en el que alguien entendió el mensaje de poder que transmitía la ahora célebre bandera del Coloso.
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