La tradición universitaria en Argentina es muy grande y difícil de explicar en pocas palabras. Desde sus comienzos, está marcada por la lucha constante de derechos para que toda la sociedad pueda acceder de manera igualitaria a la educación pública. Y a lo largo de los últimos años, las puertas se expandieron mas allá de las fronteras de manera significativa para toda Sudamérica y el mundo. Las casas de estudio nacionales reciben cada vez mas alumnos extranjeros que apuestan por el país y ven en nuestro suelo un lugar de esperanza.
Hoy en día más de 55 mil extranjeros cursan en universidades a lo largo y ancho de la Argentina, una cifra que representa casi el 3 por ciento del total de los estudiantes. Según las últimas estadísticas de la Secretaría de Políticas Universitarias del Ministerio de Educación de la Nación, hay más de 47.000 en carreras de grado y arriba de los 8.000 en posgrados.
En este contexto, la Universidad Nacional de Rosario es pionera en materia de estudiantes inmigrantes. Así, la institución que preside Franco Bartolacci es una de las que más jóvenes de diversos países recibe. Con diferentes realidades según las facultades, carreras como Ciencias Médicas o Farmacia se encuentran plagadas de alumnos que hablan otras lenguas y vienen de realidades culturales completamente antagónica a la que conocemos.
Al ingresar a la Facultad de Medicina en su imponente edificio de Francia y Santa Fe, entre el murmullo de los estudiantes que se encuentran en el hall se pueden oír comentarios en portugués constantemente. Algunos con mas manejo del español y otros con menos, están aquí en la Argentina porque la consideran una tierra para poder concretar su sueño.
Según la Dirección General de Estadística Universitaria, más de 4.500 extranjeros circulan por los pasillos de la pública todos los días, representando un 5% del total. Y Brasil es, por lejos, la nacionalidad que domina la tabla de personas foráneas que eligen la ciudad para desarrollar sus estudios universitarios.
En este marco, RedBoing dialogó con Igor Paolinelli, estudiante brasilero de quinto año de medicina de la UNR. Con seis años viviendo en Rosario, cuenta su experiencia de adaptación a la ciudad y facultad, además de mostrarse significativamente agradecido con la educación pública Argentina a la que considera “única” e “igualitaria”.
Igor es oriundo de Belo Horizonte. “Es una ciudad muy grande que queda en el estado de Minas Gerais en Brasil. Inicialmente vine a la Argentina no a realizar la carrera de medicina, sino a hacer el último año de secundaria en una escuela de Soldini, en una especie de intercambio cultural”, comenzó relatando.
“Mi idea inicial no era estudiar acá, sabía que existía la posibilidad pero no lo tenía pensado. El apoyo de las personas acá en Argentina fue uno de los grandes motivos que hicieron que me quede”, sumó.
Consultado sobre el motivo de llevar adelante los estudios en el país y no volver a su Brasil natal, explicó que cursar allá es “otro mundo”. “Hay universidades públicas y privadas. Para las primeras, hay que rendir un examen de ingreso en el que tenés competir contra todos los postulantes de todo el país. Hay cortes según las carreras, y medicina es una de las más difícil de alcanzar”, contó.
“Por el lado de las facultades privadas es muy caro, inimaginable e inalcanzable para pagar. Para entender la situación, un salario básico en Brasil está entre los 1600 y 1800 reales, lo que serían unos 40 mil pesos argentinos. Y una universidad en mi país sale entre 8000 y 10000 reales, casi 10 veces más de lo que algunas personas ganan“, continuó.
Haciendo hincapié sobre la problemática del idioma y su relación con la compresión de temas, Igor opinó: “Nunca me fue problema el idioma. Jamás tuve vergüenza de levantar la mano y preguntar si había algún concepto o algo que no entendía. Y hoy en día, con todos los conceptos que estudiamos en la carrera, no se me genera mucha dificultad”.
En este sentido, Igor afirmó que desde el primer momento “lo más complicado fue relacionarme y entender bien la cultura de Argentina“. “El haber venido un año antes de arrancar con la facultad hizo que me enamore del país y eso fue un facilitador”, resaltó.
Luego, habló sobre otra de las mayores dificultades con las que se encuentran: los alquileres. “Los alquileres son de los mayores problemas que tenemos los estudiantes a la hora de venir a la ciudad. Hay muchos extranjeros que vienen, se arrepienten y dejan el departamento solo porque no se adaptan a la ciudad o extrañan su lugar de origen”, expresó.
En la misma línea, destacó que la mayoría de los inmigrantes “siempre se la rebuscan para poder obtener algún trabajo y de esa manera solventar los gastos de manera más accesible”.
La gratuidad y lo barato, esencial para elegir Argentina
Uno de los motivos que Igor reconoce como primordial a la hora de migrar al país para estudiar son los bajos costos de vida sumado a la característica pública de la universidad. “No se puede comparar los costos de vida en la Argentina y las grandes capitales de Brasil. Este país es relativamente barato”, sentenció.
Así, relató que al llegar y vivir un tiempo en Rosario, uno se comienza a “plantear muchas políticas, muchas realidades que ocurren acá que allá son imposible de imaginar”
“En Argentina hay un nivel de igualdad muy alto, por más que no parezca”, agregó.
La UNR, una universidad que posiciona a la ciudad en lo más alto
Para cerrar el diálogo, el estudiante no evitó llenar de elogios a su casa de estudios y reconocer lo bondadoso y solidario del pueblo argentino al tener espacios como la universidad abierta, hoy escasos a nivel mundial. “La mayoría de los extranjeros estamos completamente agradecidos por la apertura de la universidad en la argentina”, remató.
“Estoy completamente agradecido con todos los argentinos, hay mucha gente especial que ilumina mi vida. Es un país hermoso y muchas veces no entiendo la realidad que atraviesa actualmente”, concluyó.
No hay que buscar en las grandes cosas para sentirnos orgullosos de nuestra historia. Prestigio académico, diversidad y gratuidad de la universidad, la “nuestra”, son aspectos que se destacan a la hora de hacer un balance. Esos tres pilares se mantienen sólidos más allá de las crisis y de las voces que cada tanto intentan desacreditar la educación pública superior. A cuidarla siempre, por nosotros y por los que vendrán.
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