Este lunes comenzó el juicio por la fuga de ocho presos de la cárcel de Piñero que ocurrió en junio de 2021. Por el hecho, el fiscal Franco Carbone solicitó penas de 11 a 26 años para los acusados, los evadidos y sus cómplices. En el alegato inicial, el funcionario del MPA destacó que se trató del “escape de una cárcel más importante en la historia de la provincia de Santa Fe” y reveló detalles de la escena que parecían tomados de una película de ficción. Además, señaló que el cerebro de la maniobra fue Sergio Cañete, que había llegado a la prisión tras robar tres bancos en menos de un mes, durante 2015.
Las audiencias se realizan en la Sala 10 del Centro de Justicia Penal y el Tribunal está integrado por los jueces Fernando Sosa, Silvana Lamas e Ismael Manfrín, a los que el fiscal les pidió máxima severidad. Carbone contó aquella tarde del domingo 27 de junio, un Peugeot 3008 con cuatro ocupantes llegó hasta el exterior de la cárcel de Piñero para buscar a varios presos. Uno de ellos, que terminaría muerto un rato después en medio del plan de fuga, cortó el primer cerco perimetral con una amoladora que habían llevado. Mientras tanto, dos de sus cómplices intercambiaban tiros con los penitenciarios que custodiaban las garitas de seguridad y el último integrante del grupo esperaba al volante del auto en el que debían escaparse: era “Guachín”, que todavía permanece prófugo.
El fiscal detalló la violenta escena que se dio durante la fuga y recordó que había seis presos que también quisieron salir de la cárcel, pero la maniobra no pudo concretarse por la rápida acción de los carceleros. Los ocho que sí pudieron fugarse lo hicieron a los tiros. Además, Carbone relató que hubo un noveno que atravesó los dos cercos de seguridad a los que se les había hecho un tajo con amoladora, pero que terminó tirado en el piso “como una bolsa de papas”. Había querido aprovechar la oportunidad cuando vio la situación, pero como no era parte del grupo que había tramado la fuga, no lo quisieron subir al auto.
Entre los que se fueron de la cárcel esa tarde estaba Sergio Cañete, al que terminaron encontrando escondido en el baúl de un Honda Civic pasada la medianoche de ese mismo domingo, tras una persecución policial que se dio por error de cálculos: los presos y sus cómplices se habían encontrado de forma imprevista con un retén policial en Soldini y habían acelerado la marcha. Fueron perseguidos y terminaron recapturados.
El prontuario de Cañete, cerebro de la operación
Carbone detalló que en la evidencia recolectada -la primera parte de la investigación la hizo junto a su colega Matías Edery, ahora suspendido por cuatro meses- hay una escucha en la que Cañete planifica la fuga y dice tener “el aval del 1”, que sería Claudio “Morocho” Mansilla. Así, el cerebro de la fuga le habría indicado a su novia cómo iban a ser las acciones.
Entre otros elementos de color, las crónicas de 2021 contaron que uno de los cómplices había llevado una máscara de mono para esconder su cara de las cámaras. Maniobras que recordaban a alguna de las que había utilizado el propio Cañete antes de caer: en uno de los robos a bancos que había perpetrado en 2015 había llamado a la policía para avisarles que se había encontrado el cuerpo de una mujer al lado de la ruta. Cuando los uniformados llegaron, vieron que era un maniquí. A esa misma hora, la banda estaba concretando el asalto a la sucursal bancaria.
Cañete había caído preso en agosto de 2015, cuando escapaba del robo al Credicoop de Pérez. Esa vez, había entrado en silla de ruedas y con un cuello ortopédico, simulando ser un discapacitado. Una vez adentro de la sucursal, junto a un cómplice dieron el golpe. Por esa misma época, el ladrón de bancos venía siendo escuchado sin saberlo, porque se había comunicado con un cómplice suyo que venía siendo investigado en una causa por drogas de la justicia federal que tenía el teléfono intervenido.
Así, lo terminaron agarrando con las “manos en la masa” después del hecho. Unos minutos antes, casi como en una película, había existido aquel llamado sobre la presunta aparición de un cuerpo de mujer en el terreno lindero el camping del Sindicato de Camioneros, que consiguió distraer por un rato la atención de la policía.
Tres meses antes, en mayo de 2015, Cañete había robado una sucursal del Banco Municipal de Rosario, en el barrio Empalme Graneros. Con otras cuatro personas habían entrado disfrazados: uno de barrendero, otro de cartero y uno de policía. Con el ardid, habían conseguido llevarse casi 2 millones de pesos.
Poco después, en julio de ese mismo año, había asaltado el Banco Macro de Roldán. Había intentado llegar a la caja fuerte, pero como no había logrado el plan de máxima, se quedó con el maletín de un cliente y huyó. Hasta que en agosto de 2015, finalmente cayó. Cañete había intentado escapar en un Focus, pero había cierta prevención de que podía haber un robo, se dispuso un operativo cerrojo por toda la región y caminos rurales. Lo agarraron junto a sus cómplices en el cruce de la A012 con la autopista a Buenos Aires, después de haber sostenido un tiroteo con las PAT frente al predio del club Renato Cesarini. Por los tres hechos acumulados, se le dieron 20 años de prisión. Los había empezado a purgar en Piñero, hasta que a mediados de 2021 planeó la fuga que ahora llega a juicio. Por la unificación de penas, el fiscal pide para él 40 años de prisión.
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