Emiliano “Dibu” Martínez es uno de los referentes de la Selección Argentina. Apenas 11 partidos con la camiseta albiceleste le bastaron para erigirse como figura y hasta tener su propio mural en el predio de AFA. El arquero fue clave para la obtención de la Copa América tras 28 años de sequía y también goza de un gran presente en la Premier League, con la camiseta del Aston Villa, club que lo compró por 20 millones de libras. En esa operación se transformó en el guardameta más caro de la historia Argentina. Sin embargo, hablar de su soñado presente —nominado al mejor arquero del mundo por la prestigiosa revista France Football— es solo contar una parte de la película. El camino al éxito fue tormentoso: lo rechazaron Boca y River, lloró en la pensión de Independiente y jugó un puñado de partidos en ocho años de carrera. En el proceso Martínez dejó de amar al fútbol, pero aún en el peor de los escenarios confió en su capacidad: “Siempre creí que tenía el talento”.
El futbolista nacido en Mar del Plata recibió los primeros “no” de su vida luego de pruebas fallidas en Boca y River. Dos de los clubes más importantes de la Argentina no le vieron condiciones para ser jugador profesional. La primera puerta que se le abrió fue Independiente, de la mano de Miguel Ángel Santoro, el responsable del apodo “Dibu”. “Tenía mucha torpeza, no estaba preparado físicamente y no tenía fuerza. Él sufría mucho porque tenía por delante una camada muy buena y eso le sirvió para aprender”, reveló Pepé en diálogo con el diario Olé.
Empezó a despegar en su carrera en el Sudamericano Sub 17 del 2009, certamen en el que fue figura y por el que emisarios del Viejo Continente posaron los ojos sobre él. El Arsenal de Inglaterra pagó 500 mil euros por el 65 por ciento del pase. A los 17 años le llegaba la hora de armar las valijas y probar el sueño europeo, pese a que no quería alejarse de su familia al ser tan joven.
“No sabía el idioma. Me dijeron que el arquero tenía que hablar sí o sí en inglés. A mí cuando se me mete algo en la cabeza lo logro. En un año aprendí a hablar en inglés y hasta me saqué el carnet de conducir”, contó Martínez al diario La Nación.
La carrera del “Dibu” se construyó a base de lucha y en el Reino Unido se le presentó la mayor de las batallas. Tras más de dos años de formación, recién la primera oportunidad se le dio en el 2012 cuando debutó con la camiseta del Oxford, de la tercera división inglesa. Fue el primero de la larga lista de equipos en los que se puso, esporádicamente, el buzo de arquero. El marplatense no logró continuidad en el Arsenal y pasó de club en club: Sheffield Wednesday, Rotherham, Wolves, Getafe de España y Reading. Solo jugó cerca de 70 partidos en ocho temporadas.
“Uno no se prepara para no jugar, en un punto de mi carrera cuando tenía 22-23 años solo jugué seis partidos, y después sabia que tener que volver a Arsenal, no me daban oportunidades y tenía que ser cedido. Esos años fueron muy difíciles, llegué a un punto que dejé de amar el fútbol y eso me preocupaba”.
“Le dije a mi esposa: ‘Sé que no estoy jugando, ya ni veo partidos‘. No era una situación fácil. Me fui cedido al Reading, no quería ir y me puse en una posición, de al que tener un recién nacido, esa sería mi última cesión. Me puse eso de objetivo, conseguí un psicólogo personal que me ayudó en mis malos momentos y es el psicólogo que tengo ahora que me ayudó con mis frustraciones porque creí siempre que tenía el talento“, agregó conmovido ante la prensa inglesa.
En la temporada 2019/20, la lesión de Brend Leno le dio la ansiada oportunidad que esperó en el Arsenal. La chance para aferrarse al sueño. A base de consagratorias actuaciones, el futbolista argentino se ganó el respeto del público Gunner e incluso fue pieza fundamental para la obtención de la FA Cup y la Community Shield. A la hora del regreso de Leno, “Dibu” planteó que no quería sentarse más en el banco del suplentes y surgió la oportunidad del Aston Villa, club que desembolsó 20 millones de libras por sus servicios. Y la inversión valió la pena, en su primera temporada fue elegido como el jugador del año de esa institución.
Su rendimiento llamó la atención de Lionel Scaloni, quien se decidió por él antes de la Copa América ganándole la pulseada a Franco Armani. Lo que ocurrió en Brasil ya forma parte de la historia, con actuaciones consagratorias, especialmente en la definición por penales en semifinales ante Colombia que engrandeció su figura. Una importante dosis de carisma y marcada personalidad le jugó a favor, que sumadas a su fortaleza mental hicieron lo suyo. La Conmebol lo reconoció como el mejor arquero de la Copa luego de cuatro vallas invictas. También surgió el “Mirá que te como, hermano“, frase desafiante hoy repetida por nenes en picaditos de algún rincón del país.
Fuera del campo de juego, su pilar es su familia. Está casado y en pareja desde el 2013 con la portuguesa Mandinha Martínez, a quien conoció en un parada de colectivos de Londres. Según contó un amigo del deportista, “la veía pasar y un día la encaró”. Tiempo después, fueron padres de dos hijos, Santi y Ava.
Pero en más de oportunidad Martínez le reconoció gran parte del éxito al mencionado psicólogo deportivo, con el que trabaja desde hace años y es el que lo prepara antes de cada partido: “Hablamos dos o tres veces por semana previo a un encuentro. Mi cabeza está más centrada que nunca, gane o pierda. Con lo que exige el fútbol a nivel mundial, creo que todo jugador necesita un psicólogo”. “Siempre veo con el psicólogo lo fuertes que pueden ser los rivales y lo que puede suceder en el partido. Y hago la misma rutina para jugar contra el Crystal Palace, ante el City o frente al Warford”, añadió en La Nación.
En el duelo del pasado domingo ante Uruguay en el Monumental, el “Dibu” fue uno de los más aclamados por el público. La adoración hacia él fue casi automática y hoy parece una relación irrompible. Apenas 11 partidos bastaron para hacerse un lugar en la historia de la Selección, ser el referente de muchos jóvenes y uno de los más aclamados en redes sociales. Ironía del destino, en cuatro meses consiguió lo que soñó tras casi una década esperando oportunidades.
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