Este viernes a las 16:00, Serbia y Suiza juegan por la tercera fecha del Grupo G de Qatar de 2022, este encuentro será clave para definir quién pasa de ronda a los octavos de final del Mundial. Además de la competencia deportiva, este encuentro esconde un trasfondo político bastante profundo que involucra a los serbios y a Granit Xhaka y Xherdan Shaqiri, futbolistas de la selección suiza.
Ambos futbolistas son descendientes de albanos-kosovares y sus familiares tuvieron que radicarse en Suiza debido a la guerra de los Balcanes que azotó a lo que era Yugoslavia desde principios de la década del 90′ hasta principios del S. XXI.
Yugoslavia estaba integrado por los siguientes países actuales: Bosnia y Herzegovina, Croacia, Eslovenia, Macedonia del Norte, Montenegro y Serbia. Pero además existe la región de Kosovo, un territorio en disputa entre los serbios y la República de Kosovo, reconocida por Estados Unidos y algunos países de la Unión Europea.
Desde la intervención de la OTAN en la guerra, que incluyó bombardeos sobre Belgrado, capital de Serbia, se generó un gran resentimiento fundamentalmente hacia los croatas y bosnios. Vale destacar que también se denunciaron numerosos crímenes de guerra por parte de los serbios a las otras etnias durante el conflicto bélico en Kosovo y a partir de allí las potencias occidentales utilizaron ese argumento para intervenir militarmente contra Serbia.
Otro de los países con el que Serbia mantiene una relación conflictiva es con Albania debido a que en Kosovo la mayoría es de etnia albanesa. El 14 de octubre de 2014 jugaban en Belgrado, Serbia y Albania de cara a las eliminatorias por la Eurocopa de 2016 cuando apareció un dron con la bandera de la Gran Albania que terminó siendo atrapado por el futbolista serbio Stefan Mitrovic. El jugador albanés Bekim Balaj le arrebató la bandera a su colega y eso terminó con la hinchada de Serbia invadiendo la cancha y generando la huida del plantel albanés al vestuario. Finalmente la UEFA le dio ganado el partido a Albania por 3 a 0, le quitó 3 puntos a Serbia y los obligó a jugar varios partidos a puertas cerradas. Además multaron con 100.000 euros a ambas federaciones.
Ese incidente en Belgrado quedó marcado a fuego entre los serbios y albaneses, pero no sería el último en donde el fútbol aparecería en medio de este conflicto étnico.
El 22 de junio de 2018, en Kalingrado, jugaron Serbia y Suiza por la segunda fecha del Grupo E del Mundial de Rusia 2018. Debido a los antepasados albano-kosovares de los futbolistas suizos Xhaka y Shaqiri, la delegación serbia solicitó que no hubiera banderas albanesas en el estadio ya que sería una provocación para su hinchada. A los 5 minutos del partido, Aleksandar Mitrovic abrió el marcador para Serbia pero a los 52 minutos Xhaka empató el cotejo y cuando estaba por terminar el partido, Shaqiri le dio el triunfo a Suiza por 2 a 1. Ambos futbolistas festejaron sus goles haciendo con sus manos la representación de la águila bicéfala, símbolo de la bandera de Albania y terminaron recibiendo una multa de 8500 euros cada uno por parte de la FIFA.
El triunfo suizo no solo fue festejado en su país sino que en Albania y sobre todo en Kosovo donde se celebró de manera muy efusiva debido a que dos descendientes de albanos-kosovares derrotaron a la selección de Serbia y complicó la posibilidad de que pasaran a la siguiente fase.
Cuatro años después, vuelven a cruzarse ambas selecciones y desde el plantel serbio ya avisaron que no se olvidaron de todo lo que pasó. Antes del partido contra Brasil, colocaron una bandera del mapa de Serbia, incluido Kosovo, con la leyenda: ¡No hay rendición!
El mundo entero está esperando que el encuentro transcurra en paz y que las tensiones políticas que suceden fuera de las canchas no afecte el desarrollo de un partido definitorio de Mundial.
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