En el año 2012, la Licenciada en Filosofía Clásica española Montserrat Nebrera acuñó la definición “generación de Cristal” para referirse a los jóvenes nacidos a partir de 1995. Este término está relacionado a la tendencia de esta franja etaria a deprimirse notoriamente ante los problemas que deben afrontar.
Según la propia Nebreda, la “generación de Cristal” no puede tolerar un fracaso, se comporta de manera errática, no siente ningún compromiso, se siente agredida constantemente y se siente obsesionada con las cosas materiales.
La organización “Healthy Children” sostuvo en un informe que ha crecido notablemente la cantidad de jóvenes que padecen trastornos de ansiedad y depresión fundamentalmente por la incertidumbre que les genera el futuro (falta de estabilidad laboral, crisis económica, cambio climático entre otras).
Por su parte, UNICEF presentó un estudio en el 2019 donde destacó que el 20% de los adolescentes sufren alteraciones mentales y desde la OMS alertaron sobre la cantidad de suicidios que hay entre los jóvenes de 15 a 19 años.
En la República Argentina, los casos de suicidio en la adolescencia se triplicaron en los últimos 30 años. La cifra ascendió a 12,7 cada 100.000 adolescentes entre los 15 y los 19 años, y hoy constituye la segunda causa de muerte en la franja de 10 a 19 años, según el estudio “Suicidio en la adolescencia. Situación en la Argentina” presentado por la propia UNICEF.
La pandemia de COVID-19 que comenzó en 2020 sólo empeoró el entorno social que transitan los jóvenes y la depresión trepó entre las patologías padecidas por ellos. Desde la Organización Internacional del Trabajo agregaron que en 112 países más del 65% de las personas que tienen entre 15 y 29 años pasaron por momentos de ansiedad y depresión.
Vale destacar que los jóvenes canalizan su malestar por intermedio de las redes sociales donde encontraron lugar para dar rienda suelta al activismo político desde donde intentan quebrar el status quo de la sociedad. Un claro ejemplo de esto es Greta Thunberg, una sueca de 18 años que movilizó al mundo entero para denunciar las consecuencias del cambio climático exponiendo en grandes disertaciones como la Asamblea Anual del Foro Económico Mundial y la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático.
Uno de los fenómenos destacados de este fenómeno es la “cultura de la cancelación” que se da cuando promueven campañas contra programas de televisión, videojuegos o “influencers” que consideren ofensivos por su contenido al que pueden acusar de racista, fomentar la apropiación cultural, fomentar estereotipos, incentivar el maltrato animal o ser machista y homofóbico.
La opinión de un especialista
Lucas Raspall es psiquiatra, psicoterapeuta y profesor universitario. Actualmente es funcionario del Municipio de Rosario ocupando el cargo de subsecretario de Desarrollo Humano y aporta una mirada interesante sobre este tema.
El cristal tiene fortalezas y debilidades; los adolescentes y jóvenes de la generación de cristal, también. La fragilidad es una de sus claves: de autoestimas oscilantes, frecuentemente inseguros, con escasos recursos para tolerar la frustración, con pretensiones de respuestas inmediatas para todo y con fuerte tendencia a escapar de lo que demanda voluntad, esfuerzo y constancia -a veces disfrazado en un liviano “soltar”-, suelen presentar severas dificultades para ingresar en lo propio del mundo adulto, como se observa, por ejemplo, frente a las exigencias del ambiente laboral, la conformación de una pareja o la constitución de una familia -cuando éstos fueran su deseo-. Pero también allí, en el reconocimiento de la fragilidad de su propia existencia, como así del sistema del que formamos parte, reside una fortaleza, aquella que permite el reconocimiento de la propia vulnerabilidad. Las personas no somos de hierro y tenemos derecho a cambiar las reglas de una sociedad que pretende que lo seamos. A partir de aquí nacen relaciones más sinceras y se rompen las ataduras con los moldes que antes pretendían ofrecer seguridad; no es necesario adaptarse y soportar: la transformación es una posibilidad. El hierro dejó lugar al cristal. No es mejor; no es peor. Los contextos nos definen, y nosotros le damos forma al contexto.
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