La Corte Suprema rechazó el recurso presentado por David “Delfín” Zacarías, condenado por narcotráfico por ser el dueño de una de las cocinas de cocaína más grandes del país, junto a su esposa y uno de sus hijos. Su detención se había dado en 2013 en el marco de esa causa con detalles cinematográficos, que incluyó el secuestro de 300 kilos de cocaína y 2 mil litros de precursores químicos. Cuando cayó, el narco estaba cocinando la droga, en su casa en Funes.
En primera instancia, el Tribunal Oral en lo Criminal Federal N° 1 de Rosario había condenado a Zacarías a 16 años de prisión por considerarlo organizador del tráfico de estupefacientes y coautor del delito de tráfico de estupefacientes “en las modalidades de guarda de elementos y materias primas para producir y fabricar estupefacientes; producción, fabricación y preparación de estupefacientes, tenencia de estupefacientes con fines de comercialización, agravada por la intervención en forma organizada de tres o más personas”. Mientras que su esposa, Sandra Inés Marín, recibió 14 años de prisión como coautora, y su hijo Joel fue sentenciado a 7 años de cárcel como partícipe necesario.
La defensa de Zacarías había cuestionado “la cadena de custodia del material secuestrado, la idoneidad de los precursores químicos secuestrados y el incumplimiento de los protocolos de actuación para la preservación, traslado y custodia de estupefacientes, entre otros agravios”, señalo el comunicado de la Corte Suprema.
La Sala III de la Cámara Federal de Casación Penal abordó uno por uno los planteos efectuados por los abogados defensores y rechazó los recursos de casación deducidos. Frente a esa decisión, la defensa insistió con un recurso extraordinario federal. Pero los cuatro ministros de la Corte Suprema desestimaron el planteo.
La causa
En 2013 cuando fue detenido, Zacarías fue divisado por la investigación en una Toyota Rav 4 yendo a Don Torcuato a comprar acetona a gran escala. La pesquisa detectó que después cambiaba de vehículo en una estación de servicio en Córdoba y Circunvalación, en el acceso a Fisherton. Así “Delfín” y su esposa llegaban a su chalet en una Amarok, seguidos por su hijo en una Ford Ranger. Entre todos, iban a cocinar la cocaína. El periodista Germán de los Santos reconstruyó la historia cuando fue el juicio en primera instancia.
En los instantes previos a la detención, Zacarías se quejaba por teléfono con el proveedor de la acetona: “El motor no agarra; no puedo terminar la ropa”, le había dicho. A los números del negocio los llevaba la hija de “Delfín”, desde un departamento en Rodríguez al 1.000, en pleno centro de Rosario. Los datos de la justicia fueron que el grupo familiar había comprado 45 vehículos y 40 inmuebles, casi todos en menos de un año.
En el marco de allanamientos posteriores, a la ex nuera de Zacarías le encontraron balanzas y otra cocina, en Granadero Baigorria. En esa localidad, la banda tenía también una de las agencia de remises más reconocida, Frecuencia Urbana. Como parte de la banda, había también dos policías, que también fueron condenados. Y en la vecina localidad de San Lorenzo, también en el Cordón Industrial, Zacarías había construido una mansión frente al río y había empezado a levantar un enorme gimnasio de seis pesos, para el cual había conseguido excepciones del Concejo Deliberante local.
Entre las propiedades que le encontraron a Zacarías, había diez terrenos por 200 mil dólares en Tierra de Sueños 3, otros 17 lotes en Tierra de Sueños de Puerto General San Martín, más nueve terrenos y tres cunas náuticas en el loteo de la misma firma en Arroyo Seco.
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