Los dos candidatos peruanos a las elecciones celebraron este sábado un debate improvisado en Chota, una pequeña municipalidad de 45.000 habitantes en una de las regiones más pobres de Perú, a más de 900 kilómetros de Lima, la capital.
Los políticos se habían retado cuerpo a cuerpo 24 horas antes, por lo que el evento no pudo organizarlo la autoridad electoral y acabaron moderándolo unos periodistas locales. El maestro rural Pedro Castillo, líder en las encuestas, recibió en su terreno a Keiko Fujimori, que apareció vestida con la camiseta de la selección de fútbol. Uno y otro se echaron en cara casos de corrupción y discreparon en temas centrales, pero difícilmente el debate sirva para cambiar la intención de voto de los peruanos. Más que nada la cita tuvo un carácter simbólico por su emplazamiento.
Fujimori y Castillo debatieron en la plaza de armas de Chota sobre cinco temas: la gestión de la pandemia, educación, reactivación de la economía, lucha contra la delincuencia y corrupción. Los agentes de la policía, por acuerdo de los representantes del fujimorista Fuerza Popular y el izquierdista Perú Libre, solo permitieron el ingreso a la plaza de unas 400 personas en total, además de periodistas.
Castillo, quien al igual que Fujimori se opone al aborto y al matrimonio igualitario, lanzó los golpes más duros a su adversaria debido a su condición de imputada por delitos de lavado de activos, organización criminal y obstrucción a la justicia. La Fiscalía pidió en marzo 30 años de prisión contra la hija mayor del autócrata Alberto Fujimori por haber recibido aportes millonarios, supuestamente de la brasileña Odebrecht y del principal grupo financiero peruano, que no declaró a las autoridades electorales en sus campañas a la presidencia en 2011 y 2016.
Fujimori, que ha recibido el apoyo de la derecha, incluso de críticos históricos de su familia como fustigó a Castillo cuando ella ofreció mejorar la condición laboral de los maestros, “pero no para los que piden permiso sindical y dejan abandonados a los alumnos”, cuestionó. Su rival respondió: “Algunos pedimos permiso al trabajo para ser candidatos, otros piden permiso judicial”. La conservadora afronta el proceso ante la justicia con libertad vigilada y viaja a actividades proselitistas con autorización de un juez.
La lideresa de Fuerza Popular cuestionó a Castillo porque el presidente del grupo político por el que postula, Vladimir Cerrón, fue sentenciado a cuatro años de prisión suspendida por corrupción cuando fue gobernador de la región Junín. Pero Castillo arremetió: “en nuestro gobierno ningún corrupto pasará porque son como la gallina, que ‘aunque le quemes el pico sigue comiendo los huevos’. Recuperaremos los 6.000 millones de dólares de la corrupción”, ofreció en alusión al monto de los desfalcos durante el régimen del padre de la candidata, en la década de los 90.
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