Carolina Leales, la viuda de Trasante, dio un valiente testimonio en el juicio (Foto: Farid Dumat Kelzi)“Mamá, no abrí porque no se quienes son. Son dos varones”, le dijo la nena de 11 años a su madre, Carolina Leales. La mujer estaba en pareja con el ex concejal Eduardo Trasante. Cada uno tenía hijos por su lado y juntos habían tenido una criatura más, de 2 años. Vivían en un de pasillo de calle San Nicolás al 3600, en la zona oeste de Rosario. Hasta ese 14 de julio de 2020 a la hora de la siesta, cuando sonó el timbre y pocos segundos después dos hombres entraban y mataban al dueño de casa con dos disparos. Una escena que reapareció este miércoles en el Centro de Justicia Penal, con el testimonio de la viuda del pastor evangélico que fue asesinado a sangre fría, en el juicio que se había iniciado ayer.
En esta segunda jornada, la palabra de Carolina Leales fue lo más saliente. Es que después del diálogo con el que se inicia esta nota, fue ella quien finalmente abrió la puerta a los que ejecutaron a su marido. Y por eso su testimonio era clave para el desarrollo del juicio.
Por el asesinato, cabe recordar, hay cuatro acusados: uno de ellos el narco peruano Julio Rodríguez Granthon, detenido en una cárcel federal y sospechado de ser proveedor de Los Monos. Para Fiscalía él fue parte -desde la prisión- del plan para llevar adelante del homicidio, junto a los otros tres hombres que están en el banquillo. Se trata de Alejo Leiva, Facundo López y Braian “Buba” Álvarez.
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Interrupciones y monitores
La declaración duró unas dos horas, con demora en el inicio y varias interrupciones forzadas por los abogados defensores. Por pedido de Leales, los acusados que siguen las alternativas del juicio desde la cárcel y por Zoom no pudieron ver la imagen de la Sala 10 del CJP, ni ella tampoco quiso ver sus rostros. Por eso durante su testimonio los televisores se dieron vuelta.
La abogada de Granthon, tal como había hecho en la jornada inicial del juicio, jugó con la estrategia de poner en duda a la víctima y su entorno. Así, preguntó varias veces por Ciudad Futura. Varios de sus integrantes estaban en el mismo recinto y al finalizar la declaración de Leales se vieron con ella en un emotivo momento que se vivió cerca del mediodía en la plaza del Centro de Justicia Penal, ante la atenta mirada de los custodios que siguen a la viuda de Trasante adonde vaya.
Vale la pena recordar que el pastor asesinado en 2020 había sido concejal por ese espacio político. Unos años antes, en 2012, a Trasante le habían matado a uno de sus hijos en un triple crimen resonante en el barrio Villa Moreno, en la zona sur de Rosario. Por ese hecho fue condenado Ariel “Teletubi” Delgado, compañero de pabellón en Piñero con Rodríguez Granthon al momento del asesinato del pastor. Una de las hipótesis de los fiscales es que allí surgió la planificación del hecho.
La escena del crimen
En medio de una fuerte emoción, recordó lo que pasó aquella tarde del crimen y respondió a cada una de las preguntas.
“La muerta de Edu fue terrible. No sólo porque era mi compañero y papá de mi bebé sino por el hecho, la impotencia de ver tanta sangre y no poderla parar, no poder hacer nada por él. Fue terrible que sus hijos y mis hijos, porque él criaba a los míos como si fueran suyos, lo vieran en esa situación. Y no pudimos hacer nada. Mi vida cambió totalmente. Eduardo era el sostén del hogar, el que nos acompañaba”, dijo visiblemente emocionada. Desde que sucedió el fatídico hecho, Leales tiene custodia como testigo protegida.
Tal como se había relatado ayer durante los alegatos de apertura, Leales contó que al tocar el timbre los sicarios dijeron que venían de parte de “Caty”, hija de Trasante. Y entonces les abrió. Enseguida uno de ellos pasó hasta el fondo del pasillo para disparar y el otro se quedó reteniéndola a ella.
Así lo relató en la audiencia: “Yo estaba arriba. Primero la reté a mi hija porque no había abierto y después bajé. Vi por la mirilla y me dijeron venían de parte de Caty. Era muy normal que a casa fuera gente que tocara el timbre y preguntara por él, por una asistencia espiritual o lo que fuera. Yo destrabo la puerta y abro un poco. Ahí ellos me empujaron. Ahí Eduardo alcanza a agarrarse de la escalera y mirar, pero cuando intenta enfocar una de las personas que entró, el más petiso, levanta la mano y le dispara. Hace unos dos pasos más y enseguida hace otro disparo. Y se van los dos. Entraron como sin nada y se fueron como si nada”.
Carolina trató de describir la situación, con gritos que empezaban a escucharse en toda la manzana, los sicarios huyendo y ella intentando entender lo que había pasado: “Yo ahí trato de atajar a Eduardo y no puedo. Él cayó debajo de un escritorio que teníamos al pie de la escalera. Mi hija de 11 bajó a auxiliarnos, no encontrábamos el teléfono. En ese momento recuerdo que ella me dice ‘Mamá yo me quedo, salí a buscar ayuda’. Él enseguida dejó de respirar”.
Un rato más tarde, con lágrimas a flor de piel, Leales decía: “No lo mataron a Trasante. Nos mataron a todos”. Ella, junto a sus hijos, fue incorporada a un programa de protección de testigos desde el día que siguió al crimen. Y debieron ser trasladados por la fuerza a otra ciudad. Al salir del juicio, este miércoles, Carolina se fundiría en un fuerte abrazo con varios militantes de Ciudad Futura que habían escuchado su palabra con atención. Y allí la doctora Gabriela Durruty, abogada de la querella, le dijo: “Hasta la condena, no paramos”.
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