Cristina Fernández de Kirchner eligió a su rival de turno y Horacio Rodríguez Larreta respondió con un operativo policial para garantizar las buenas costumbres de Barrio Norte y Recoleta. Esa decisión fue la chispa que encendió el fuego militante y generó un pequeño 17 de octubre, romántico, pero ayer 27 de agosto. Rivales que se necesitan, discusiones extemporáneas y show peligroso para la tribuna a los márgenes de la grieta.
Cuando en horas del mediodía CFK escribió una nota en su página web –y la replicó en redes- con el título de “Las vallas, Sr. Larreta”, lo estaba poniendo como faro ante la defensa de sus militantes. Había elegido quién era el responsable de lo que sucedía y allí comenzó el aluvión de personas a la esquina de Juncal y Uruguay. El jefe de gobierno porteño, que ya había decidido ir a fondo para que las calles paquetas de la Ciudad de Buenos Aires no sientan el olor a humo de choripán ni se utilicen como baños públicos, no retrocedió ante el pedido masivo de dirigentes peronistas de que retire el operativo de seguridad.
La ola de violencia fue escalando hasta la llegada de la represión policial con camiones hidrantes. Una conferencia de prensa de toda la plana del gobierno porteño explicando la decisión no alcanzaron para frenar a los miles de cristinistas que seguían copando la zona de la casa de la jefa. Y fue Cristina, en un arrojo de sentido común, la que bajó, dio un discurso encendido contra el anti peronismo y los mandó a todos a sus casas. Pero algo pasó, algo cambió, y jugar con fuego como en este caso puede provocar que el incendio se vuelva incontrolable.
La oposición insiste con que CFK está dispuesta a dirimir en las calles una causa penal en su contra, en donde pretende enfrentarnos los unos a los otros para desviar la mirada de las pruebas fácticas que tiene el fiscal Luciani para pedir la condena de 12 años de prisión por la causa de vialidad. Desde el kirchnerismo están convencidos de que los anti k están dispuestos a doblegar a la justicia y a meterla presa a ella a toda costa, aún sin pruebas contundentes que la comprometan. El odio parece ser sólo para las bases, que repite estos discursos, porque lo que realmente existe en la cúpula mayor de la dirigencia son acuerdos de subsistencia, selecciones claras de rivales de turno y circos montados en pos de seguir con la llama viva.
Larreta logró ser el foco de la oposición al gobierno nacional por un día. Aunque tiene buena imagen en general, aún no traduce esa intención de votos en el interior del país, y Macri sigue siendo el elegido para representarlos en el 2023. Necesita levantar el perfil en los medios nacionales y mostrarse opositor duro al kirchnerismo, ante las acusaciones de “blandito” de los propios y de muchos ajenos de la derecha liberal.
Cristina, en ese cuadro de situaciones, prefiere debatir un tiempo con cada uno. A veces es Macri –por ejemplo cuando fueron los alegatos y se divulgó que Luciani jugaba al fútbol con él-, a veces es Bullrich –cuando de temas de seguridad se trata-, y ayer fue el turno de Larreta. El denominador común es ella, los rivales pasan y se pelean entre ellos para ver quién sube a ese ring.
La centralidad de la actual vice presidenta no sólo les sirve a sus adversarios, sino también a los dirigentes propios que necesitan desviar la mirada ante un gobierno en serios problemas. La inflación por las nubes, ajustes feroces que se están realizando de la mano de Sergio Massa, un presidente debilitado y haciendo papelones en los medios, no hacen más pedir a gritos que Cristina salga a dar la disputa con la oposición como mejor lo sabe. Implantó una nueva mística militante, despertó a un peronismo dormido y puso el puntapié inicial a la campaña hacia la presidencia del año próximo.
Macri y Losada, en privado
El ex presidente Mauricio Macri y Carolina Losada tuvieron un encuentro en Rosario para hablar de política hace varios días. De allí surgió un almuerzo entre el diputado provincial y armador de su espacio Julián Galdeano y el concejal de Rosario, Martín Rosúa, con el propio Macri. En ese cónclave se habló de las posibilidades de ampliar el frente electoral en la provincia, de las herramientas con las que cuenta Juntos por el Cambio en el plano nacional y de la voluntad de la propia Losada para estar a disposición de donde se la necesite.
Losada fue la gran vencedora en 2021 y desde ese momento tuvo movimientos estratégicos. Fue electa vice presidenta del Senado, participa de acciones políticas simples pero con un ritmo bien marcado, y sigue siendo la ordenadora de la interna de un frente grande opositor en la provincia de Santa Fe. Sin embargo, su figura transciende el límite del Arroyo del Medio y en CABA la ven como una jugadora para las elecciones nacionales como vice en alguna fórmula cruzada. Hasta su relación sentimental con Luis Naidenoff, un senador y dirigente radical que nacionaliza su armado, la posiciona de otra manera.
Macri está convencido de que Losada no tiene techo como dirigente y como candidata. La subestimación de su espacio hacia ella en el 2021 quedó de lado, y ahora cree que si es la garantía para ganar Santa Fe tiene que competir en nuestro territorio. A su vez, intenta dilucidar si puede contarla para la competencia nacional en una fórmula mixta entre un PRO y ella.
Losada camina sobre seguros, con números de mediciones sobre la mesa que la ponen en la cima, sabiendo que hoy es la figurita difícil, conociendo sus virtudes pero también sus debilidades. El equipo de trabajo que tiene la cuida de cara a un cierre electoral difuso, ya que no sabemos si se pueden adelantar las contiendas nacionales o hasta postergar un poco las provinciales. Mientras tanto, sostenimiento, rosca provincial y nacional, reuniones y paciencia.
Comentarios