El papa Francisco presidió este martes en la Basílica de San Pedro la misa de Nochebuena, en la que aseguró que el Evangelio “es la señal para recuperar la esperanza perdida” y “sembrarla” en las “desolaciones” del mundo: “Hay tantas en nuestro tiempo, pensemos en las guerras”.
Ante alrededor de 30.000 personas presentes en el Vaticano, y otras miles siguiendo la transmisión desde distintas partes del planeta, el Sumo Pontífice recordó el nacimiento de Jesús y destacó: “Si Dios viene aún cuando nuestro corazón se asemeja a un pobre pesebre, entonces podemos decir ‘la esperanza no ha muerto, la esperanza está viva y envuelve nuestra vida para siempre'”.
Tras insistir en que “esta es la noche en que la puerta de la esperanza se ha abierto de par en par al mundo”, invitó a “renovar” esa confianza y “sembrarla” en las aflicciones de la humanidad “rápidamente”.
“Hay tantas desolaciones en nuestro tiempo, pensemos en las guerras, pensemos en los niños ametrallados, en las bombas, en las escuelas y en los hospitales“, enumeró Francisco, quien suele expresarse sobre los conflictos en distintas partes de la Tierra.
En este sentido, indicó que la tarea de los cristianos es “llevar la esperanza a las distintas situaciones de la vida” y aclaró que “no es un final feliz que hay que esperar pasivamente”: “Es la promesa del Señor que hemos de acoger aquí y ahora, en esta tierra que sufre y que gime“.
“Nos pide, diría San Agustín, que nos indignemos por las cosas que no están bien y que tengamos la valentía de cambiarlas“, puntualizó, a la vez que invitó a hacerse “peregrinos en busca de la verdad” que se dejan “inquietar” por el sueño “de un mundo nuevo, donde reinan la paz y la justicia“.
Al llegar a la Basílica, el Sumo Pontífice abrió la Puerta Santa e inauguró así el “Año Santo” 2025 de la Iglesia católica, luego de apuntar: “Crucemos el umbral de este templo santo y entremos en el tiempo de la misericordia y del perdón, para que se abra a cada hombre y cada mujer el camino de la esperanza que no defrauda”.
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