“Buenas noches cumpa, la cosa es corta el ladrón de tu papá está acá con nosotros y está bien, o devuelven la droga y los 500 mil dólares que
se robó y todo se termina y el vuelve, le robó a todos los narcos y ahora toca pagar. Si baten la cana bajamos y vamos por todos ustedes y sus ayudantes. Con la mafia no se jode”. El hijo de Gastón Tallone -un empresario entrerriano vinculado a la terminal portuaria de Concepción del Uruguay- recibió ese mensaje por Whatsapp el pasado 8 de julio, desde una línea con prefijo rosarino. Unas horas antes, habían secuestrado a su padre.
Ese día, de acuerdo a lo que pudo reconstruir la justicia federal, la banda rosarina Los Monos había mandado a secuestrar a Tallone en la ciudad de Buenos Aires. El hecho fue encargado desde la cárcel de Marcos Paz por “Guille” Cantero y contó con la participación de barras de Newell’s que ya habían sido imputados por amenazar a Ángel Di María. Para la ejecución del secuestro también se sumaron dos socios y amigos de la víctima, además del hijo del responsable de la Fuerza Áerea Argentina durante la gestión presidencial de Carlos Menem. Lo narrado hasta aquí es apenas una parte de la oscura trama que investiga el fiscal federal Carlos Stornelli, a cargo de la causa.
La misma noche del secuestro, la familia de la víctima pagó 65 mil dólares para que Tallone sea liberado. Era la suma que les habían obligado a abonar mediante una extorsión. Uno de los cómplices de la banda fue el encargado de recibir la plata en una estación de servicio Shell, un rato antes de las 22 hs. en una estación de servicio Shell en Cabildo al 4.000, en CABA.
El empresario es Gastón Tallone, quien fue visto por última vez cuando se subió a un VW Gol rojo en la zona del Shoping Abasto de CABA, el último 8 de julio. Poco más tarde, su familia recibía mensajes pidiendo dinero para que el secuestrado aparezca con vida. Y a pesar de que se pagó un rescate de 65 mil dólares, el hombre nunca más apareció. Lo que sabe la justicia hasta ahora, en base al GPS de los teléfonos que constan en la causa, es que en ese primer tiempo tras el secuestro, Tallone habría estado cautivo en la localidad bonaerense de Benavídez.
La hipótesis sobre la que trabaja la justicia es que al empresario lo secuestraron Los Monos por la desaparición de 340 kilos de cocaína del puerto entrerriano de Concepción del Uruguay. El hombre ya había sido investigado por lavado de activos y en el caso está comprometido su socio José Uriburu, un abogado que había cobrado notoriedad en la pandemia por correr 42 kilómetros en su balcón. El letrado visitó 17 veces a “Guille” Cantero en la cárcel de Marcos Paz en la última parte de 2023 y los primeros meses de este año: se cree que en esos encuentros se pactó el operativo. La familia de Tallone hace casi seis meses que desconoce el paradero de la víctima.
El complejo rompecabezas del caso incluye también a Alejandro “Rengo” Ficcadenti y Sergio “Bebe” Di Vanni, dos barras de Newell’s imputados hace unos meses por la justicia santafesina con la sospecha de que fueron ellos los que le dejaron en marzo de 2024 una caja con la cabeza de un chancho a la familia de Ángel Di María, para evitar que el crack de la Scaloneta vuelva a jugar a Rosario Central. A ambos, ya presos, los indagó ahora el fiscal Stornelli por una presunta participación en el secuestro extorsivo del empresario entrerriano.
Sin noticias sobre la víctima, el dato novedoso en estas horas fue la detención de Gustavo Juliá, condenado por traficar casi una tonelada de cocaína a España en un avión en 2011. Como se trata de del hijo del brigadier José Juliá, que fue jefe de la Fuerza Área durante la presidencia de Carlos Menem, en su momento aquella causa derivó en un escándalo de proporciones con alcance político.
Cumplido el trámite carcelario en España, ahora Juliá vuelve a quedar en el centro de una causa narco porque el Gol Trend rojo al que subió Tallone era de él. Además, el Telepase de ese auto y del otro que se utilizó para el secuestro también estaban a nombre suyo. Para la investigacion, podría haber sido uno de los ideólogos de la operación, mientras que Ficcadenti y Di Vanni, los dos barras de Newell’s, podrían haber sido la “mano de obra” necesaria para hacer pasar al secuestrado de un vehículo a otro. Mientras se supo que estaba cautivo, hubo comunicaciones con la familia desde la localidad bonaerense de Benavídez.
Uriburu, el abogado y amigo de Tallone, ya fue procesado por el Juzgado Federal de Concepción del Uruguay, donde se radicó la causa en un comienzo con instrucción de la fiscal de Entre Ríos, Josefina Minatta. Antes del secuestro, ambos socios venían recibiendo amenazas por los 340 kilos de cocaína que habían desaparecido, con la firma “Con la mafia no se jode”. La justicia cree que uno de esos mensajes habría incluido menciones a los familiares de Uriburu y por eso se habría decidido a traicionar a su amigo y terminar colaborando con el secustro.
Otro detenido en esta trama es Juan Carlos Miró, también allegado de Tallone y quien habría citado a la víctima al punto en el que fue secuestrado.
Comentarios