La extensa audiencia en el Centro de Justicia Penal contra el grupo liderado por Nicolás “Pupito” Avalle va por su cuarto día. Y este jueves, tras haber presentado en las jornadas previas casi cincuenta delitos violentos cometidos por la misma banda en el último año y medio, fue el turno de detallar los roles de cada uno de los 27 acusados por el MPA de integrar la organización criminal: desde la concreción de balaceras y homicidios, al cobro de extorsiones, guardar armas, comprar divisas o marcar casas que iban a ser atacadas. Y todo -aunque parezca increíble- con los jefes de esta facción de Los Monos presos, ya sea en la cárcel federal de Ezeiza o en las prisiones provinciales de Coronda y Piñero.
La explicación de los roles corrió por cuenta de los fiscales responsables de la investigación, Valeria Haurigot, Patricio Saldutti y Franco Carbone, que sumaron para esta audiencia el trabajo de colegas suyas que venían llevando adelante otras causas con las que que se terminaron cruzando porque habían sido realizadas por una misma banda. Uno de estos hechos, por ejemplo, fue el homicidio en mayo pasado de Hugo Millán, cadete de una hamburguesería en Villa Gobernador Gálvez. Al crimen lo venía investigando el fiscal Adrián Spelta y cuando los datos llevaron a entender que el crimen había sido una interna entre Avalle y uno de los gerentes de la banda, Carlos Olguín, el legajo se agregó al de la imputación por asociación ilícita.
La evidencia contra Olguín surge de haberle encontrado a mitad de este año dos teléfonos en su celda en Coronda que tenían “abundante información”, según relató Carbone. Aunque el dato insólito es que los celulares no habían sido encontrados un mismo día, sino con requisas que se hicieron con una semana de diferencia. Con los dispositivos, se pudo consolidar el dato sobre el rol de “Bam Bam” Olguín en el grupo, que “era tan de liderazgo como el de Avalle”, explicó el fiscal ante el juez Foppiani. Además, esos chats sirvieron para imputarlo a Olguín en diez causas, muchas de ellos resonantes: un verdadero raid delictivo que concretó la banda a mediados de 2023.
Uno de los hechos fue el crimen de “Nico” Leguizamón, el joven que cocinaba en un centro comunitario del Movimiento Evita y fue ejecutado “por error” en Centeno y Rodríguez, en la zona sur de Rosario. El entrecomillado al hablar de la muerte del militante refiere a que el pedido desde la cárcel había sido el de ejecutar a un familiar del que terminó como víctima, por algo ajeno a los negocios de la banda.
Sucedió que Olguín se había enterado que su novia había salido con un familiar de Leguizamón -que no tenía relación con el grupo criminal- y entonces pidió ejecutarlo. Desde su celda en Coronda, fue Olguín el que se encargó de hacer cumplir la orden, con gente en el territorio. Así se inició un plan que utilizó Facebook para pactar una cita que terminó con el hombre baleado en su pierna.
Dos días después, los sicarios vuelven a buscar a quien habían dejado herido, para completar la tarea. Pero equivocan el blanco y matan a otra persona, tras haberlo confundido porque ambos tenían problemas para caminar. Era un familiar del que habían ido a buscar.
Esto sucedía el 28 de mayo. Y un día después, cuando los Leguizamón todavía no entendían la muerte de uno de ellos, les incendiaban la casa. ¿El trasfondo de toda esta violencia contra ellos? Los celos de un líder criminal.
Pocos días después, en Rosario eran noticia dos ataques de fuerte impacto: la balacera a la escuela Sylvestre Begnis en el barrio Acindar y el posterior ataque a un camión recolector de residuos en Rosario. Cabe recordar que en esa misma época del año, el sindicato que conduce Marcelo “Pipi” Andrada venía siendo extorsionado por esta facción de Los Monos. Y por eso junto a los disparos en la institución educativa, se dejó un cartel nombrando al dirigente gremial.
Los dos hechos estaban también registrados en los teléfonos de Olguín, con la preparación y concreción de ambas balaceras.
Además, en algunos de los chats que se ventilaron en audiencia, monitoreaba con su pareja que estaba en libertad el precio del dólar para cambiar divisas y el reparto de armas a otros integrantes de la banda. En marzo, cuando se realizó una primera tanda de allanamientos fuertes por esta misma investigación, uno de los lugares allanados fue un departamento en San Luis al 800: allí en pleno centro, se sospecha que funcionaba una cueva en la que cambiaba dólares esta facción de Los Monos imputada por asociación ilícita.
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