En el transcurso de la última semana, en el Salón Centenario ubicado en el Gigante de Arroyito, se aprobó la Memoria y Balance de Rosario Central. Con la presencia de los asambleístas autorizados, aunque sin la presencia de socios a pesar de lo que marca el estatuto, la institución le dio el visto bueno a ambas cosas más para evitar entorpecer las elecciones que por convencimiento propio.
Los comicios ya tuvieron demasiados contratiempos hasta el momento, e inclusive todavía no hay una fecha definida. De tener que ser a finales de octubre, a especularse con celebrarse el mismo día en que se jugará la final del Mundial de Qatar en diciembre, o con la posibilidad latente de que se posterguen hasta febrero del 2023. El desorden y la desorganización fueron un fiel reflejo de las decisiones tomadas por la CD, ahora encabezara por Ricardo Carloni pero antes comandada por Rodolfo Di Pollina.
La vida política e institucional de Rosario Central está pasando por uno de sus momentos más críticos. El hecho de que la Inspección General de Personas Jurídicas tenga que entrometerse para garantizar que se cumplan con todos los pasos es un hecho democrático muy grave. Para contextualizar, es una situación similar a la que ocurrió en el 2008 con el otro equipo de la ciudad, en las elecciones que finalmente terminaron con el gobierno de Eduardo López.
En aquella ocasión, al igual que ahora, los comicios se dilataron ya que el organismo suspendió la Asamblea de socios por presentar irregularidades. Las diferencias son claras pero las mañas parecen ser similares, y el objetivo el mismo: postergar lo máximo posible los comicios. Hace unos días Belloso lo explicó a la perfección en Radio Boing al aseverar que “hay una demencia por permanecer en el cargo”.
Esa ambición por permanecer al mando de Rosario Central, quizás obnubilado por ser la primera vez que es legalmente el presidente de la institución, llevó a Ricardo Carloni a cometer algunos errores. Al margen de la errónea visión deportiva, que quedó demostrada con los nombres de los refuerzos y las diferentes pasantías de entrenadores que brindó en los últimos años, también hay una enorme falla económica.
De acuerdo a los datos que surgieron en cuanto a las cifras financieras del club, el patrimonio neto disminuyó en 494 millones de pesos sus valores corrientes. Además, el pasivo alcanza la cifra de 20.000.000 de dólares al cierre del ejercicio en el 2022, 5 millones más que en el 2021. Es decir, se incrementó en un 33% en un año.
Por su parte, la deuda exigible en moneda extranjera actual es de 6.200.000 -que representa más de un 30% del total-, la cual tiene que afrontar a corto plazo, mientras que en el 2021 era de 2.452.00 de dólares. Este ítem del Balance contempla mutuos, entidades financieras -mutuales- y pases de jugadores. Además, se suma un descubierto bancario en pesos que alcanza la cifra de $500 millones.
Central tiene por cobrar 1.039.000 de dólares, pero sus obligaciones en moneda extranjera son, como decíamos, de 6.200.000 de dólares. Es decir que tiene una capacidad de respuesta de un 15% entre lo que le deben y las acreencias en dólares billetes que tiene que afrontar.
El aumento de 5 millones de dólares en el pasivo corresponde a la compra de Juan Cruz Komar -desde el Balance se desprende que Central gastó en él 2.600.000 millones de dólares-, cheques que salieron de circulación y se transformaron en pasivo, y contratos de jugadores que eran por objetivos y se fueron cumpliendo.
Este último punto tiene como protagonista a Gino Infantino, sobre quien Central tiene que pagar dinero a ADIUR por haber cumplido la cantidad de partidos acordadas en el contrato cuando el jugador llegó al Club y sobre quien, en todo concepto, tiene que abonar una suma cercana a los 200.000 dólares.
Toda esta generación de deuda no se condice ni con los refuerzos que llegaron a Arroyito ni con el rendimiento futbolístico del equipo. En nueve mercado de pases que tuvo el Foro/CRECE realizó en total 84 incorporaciones, entre las que se destacan por ejemplo Dylan Gissi, Jonathan Botinelli, Jarlan Barrera, Duvan Vergara, Michael Covea, José Leudo, etc.
En esos años pasaron 12 entrenadores, de los cuáles 8 tuvieron su primera experiencia como director técnico solamente siendo positivo el saldo del Chacho Coudet. Después pasaron nombres como Paulo Ferrari, Germán Rivarola, Cristian González o Leandro Somoza. Con altibajos, y con más malas que buenas, Carlos Tevez también se suma a esa lista y aún se mantiene en el cargo.
Durante el tiempo de gestión, en los 11 torneos argentinos y copas nacionales que se disputaron, Central terminó solamente en 2 ocasiones entre los primeros diez puestos. La primera vez se dio en el 2015, con el recordado equipo de Eduardo Coudet que culminó tercero en el campeonato. La siguiente, y última, fue recién en el 2020, cuando finalizó 9°.
Los malos rendimientos lo llevaron al Canalla a estar al borde del descenso en la tabla de promedios, ocupando la posición 23° de 28 equipos que hay en total, y a solamente cuatro puntos del último que estaría perdiendo la categoría. A pesar de ser un adefesio, el nuevo formato de torneo que se discutirá en diciembre podría ser la salvación a una gestión, que tuvo como denominador común a Carloni.
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