Este mediodía, las campanas de la basílica de San Pedro comenzaron a sonar a muerto, confirmando una noticia que conmocionó al mundo: el papa Francisco falleció a los 88 años. El anuncio oficial fue leído por el cardenal Kevin Farrell, quien, con voz firme, compartió el mensaje del Vaticano: “Queridísimos hermanos y hermanas, con profundo dolor debo anunciar la muerte de nuestro Santo Padre Francisco. Esta mañana, a las 7:35, el obispo de Roma, Francisco, regresó a la casa del Padre. Toda su vida estuvo dedicada al servicio del Señor y de Su Iglesia”.
Francisco había sido dado de alta el 23 de marzo, luego de permanecer internado durante más de un mes por una grave neumonía bilateral que lo había tenido en estado crítico en al menos dos ocasiones. Si bien su salud seguía siendo delicada, el Papa quiso estar presente el domingo en la misa de Pascua, aunque fuese de forma breve.
Desde el balcón de la basílica de San Pedro, en silla de ruedas y visiblemente debilitado, ofreció la bendición Urbi et Orbi ante una multitud que se acercó a la plaza para verlo. Fue un gesto que conmovió profundamente: miles de fieles rompieron en aplausos al verlo, interpretando su presencia como una muestra de fortaleza y entrega espiritual.
En su mensaje, Francisco volvió a insistir en algunos de los valores que más marcaron su pontificado. Habló de la importancia de la libertad de pensamiento, la tolerancia y la paz. “Feliz domingo de Pascua”, fue su saludo final, acompañado por un llamado a superar los miedos que dividen y a ayudar a los más necesitados.
Hoy, tras su partida, la plaza que tantas veces lo ovacionó volvió a llenarse de fieles, esta vez en silencio, para despedir al hombre que cambió la historia reciente de la Iglesia católica.
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