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El colectivo de Periodistas presentó 19 denuncias de acoso contra Pedro Brieger: “La maquinaria abusadora además de someter, despoja”

En el día de hoy, el colectivo de Periodistas Argentinas presentó 19 denuncias desde el Senado por acoso sexual contra el periodista Pedro Brieger. Las víctimas fueron colegas que trabajaron con él y alumnas de diferentes instituciones. Varias de las denunciantes pudieron brindar sus testimonios durante la conferencia.

“No es el objetivo de este informe el escrache. Lo motiva la necesidad de terminar con la cultura del acoso, que este caso nos revela en toda su compleja dimensión. Encarna en una persona, pero también desnuda responsabilidades institucionales de medios públicos y privados, instituciones académicas públicas y privadas y todos y cada uno de los contextos y personas que silenciaron y naturalizaron estas violencias que son imposibles de soportar. Y esto es lo primero que queremos señalar: las afectadas perdieron cosas concretas. La maquinaria abusadora además de someter, despoja”, se lee en las primeras palabras del informe “La cultura del acoso: punto y aparte”, que este grupo de mujeres se encargó de preparar “haciendo su trabajo, haciendo periodismo”, según las palabras de Nancy Pazos.

“Decidí no dedicarme a la política internacional, algo que me apasionaba, para nunca volver a verlo”, dijo una de las mujeres denunciantes en su relato. “Yo dejé la Maestría”, expresó otra. “No entré al doctorado”, siguieron. Y así, muchas más histotiras de vidas paralizadas y proyectos frustrados. Pero sobre todo, se describió la sensación de soledad.

La ola de denuncias comenzó luego de que el periodista Alejandro Alfie revelara, a través de Twitter, acosos a cinco mujeres. Al instante, más víctimas se sumaron a compartir sus historias. Hasta el momento la cuenta está en 19.

Sin embargo, esto lleva más de 30 años y, según palabras del informe, “al contarlo a aquellos que son los responsables de poner límites o pueden ayudar a construirlos, no se dimensiona el daño, se naturaliza esa conducta, y no se hace pública”.

Dentro de las mujeres que se hicieron presentes en la conferencia estaban Nancy Pazos, Agustina Kampfer, Leticia Martínez, Cecilia Guardati, Laura Carpineta. Entre todas relataron los testimonios de las víctimas, aunque ninguna de ellas leyó el propio. La decisión se debe a que, hasta el momento, algunas prefieren mantenerse en el anónimato.

“Acá hicimos un pedido muy concreto. La reparación judicial termina haciendo una multa. El pedido de disculpas por parte de él es lo que necesitamos y que, también, los lugares donde trabajó lo reconozcan. Muchas hablamos en el momento y no fuimos escuchadas. Ahora hicimos un trabajo periodístico de investigación, para poner los casos a la luz en este informe, que será presentado a cada una de las instituciones y en las radios y los canales donde trabajó. Es muy importante para todas que pida perdón públicamente”, expresó Pazos.

Por su parte, Kämpfer -quién también sufrió acosos por parte de este sujeto- remarcó que se tuvo que frenar la recepción de casos para poder hacer esta presentación con “el número de denuncias recibidas”; a partir de ahora, continuarán contactándose con aquellas personas que quieran compartir su denuncia y recolectar todo el material que seguirá llegando “que es mucho más que el que quisieran recibir”.

“Brieger era nuestro profesor, nuestro compañero de trabajo, nuestro acosador. Tuvimos que abandonar tesis, mudarnos, renunciar a trabajos, dejar de ir a coberturas, todo para no volver a verlo. Él, en cambio, viajó por el mundo entrevistando líderes, ganó premios, vivió donde quiso”, continúo leyendo relatos Kämpfer.

Para finalizar, Pazos relató el dolor que implicó llevar a cabo dicha denuncia colectiva: Fueron muchas horas de trabajo. Lo que hemos llorado juntas todos estos días fue impresionante, hacía un montón de tiempo que no sentía esto. Hay gente que dejó la carrera y para muchos él sólo fue un “sarpado”. Queremos que se concientice. No somos de la cultura de la cancelación y ojalá que se recupere, porque hay algo de enfermedad en esto. El consejo va para todos los varones: que escuchen a sus compañeras, que entiendan lo que es acosar. Todas las puertas quedan abiertas. Otra situación será si él (Brieger) quiere desmentir todo esto“.

Testimonios

“Brieger llamó a la Universidad de Belgrano, preguntando por una de las autoridades de la Facultad. Y como no estaba, le dijo a la secretaria: ‘Estoy en casa, en short, ojotas, en un sillón muy cómodo y con mi (…) muy duro’. Y luego le dijo una serie de groserías. La secretaria le cortó la llamada, pero Brieger volvió a llamar varias veces durante ese mismo día, así que ella habló con el decano y el director de la carrera, quienes intervinieron, convocaron a Brieger y le dijeron que tenía que renunciar a su cargo docente. Según personas cercanas a la secretaria, ella vivió con miedo por mucho tiempo, al punto que cambió el recorrido cotidiano para llegar a la universidad”.

“Vivíamos en el mismo edificio, en Belgrano. Yo en la planta baja, él, unos pisos más arriba. Cada vez que nos cruzábamos él me miraba libidinosamente. Un día subí por el ascensor hasta la terraza para colgar la ropa. Él justo había entrado al edificio y subió conmigo. Enseguida me expresó que cada vez que me veía salir con mi bicicleta, le calentaba mi culo subiéndose al asiento. Luego, se abrió la bragueta del pantalón y sacó su pene. No supe qué hacer. Volví a mi casa asustada y helada, dejé el canasto y subí a la casa de unos vecinos a contarles lo que me había pasado”.

Tenía 21 años, era alumna de tercer año en TEA, había cursado Política Internacional con él y había trabajado en la investigación de uno de sus libros, sin percibir remuneración. En agosto o septiembre de ese año me invitó a una conferencia del escritor español Juan Goytisolo en la Fundación Los Cedros, muy cerca de la facultad, por lo cual a la salida de TEA fuimos caminando hasta el lugar. Durante el trayecto, hizo comentarios sobre la ropa que llevaba puesta, me preguntó si tenía novio, etc. Mientras esperábamos el inicio del evento sentados, de la nada, me susurró: ‘cómo te bajaría la bombachita y te pegaría en la cola’. Me quedé absolutamente paralizada, muda, sin saber qué hacer… “.

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