Viernes a la tarde. Termina una semana en la que la violencia volvió a poner a Rosario en el centro de la escena nacional en materia de noticias policiales, con nuevos homicidios y hasta una balacera a la parroquia del barrio Ludueña, en la zona noroeste de la ciudad. Pero además, el periodista Germán De los Santos dio cuenta hace pocas horas del hallazgo en Australia de un enorme cargamento de droga escondido en un buque que había partido de un puerto del sur santafesino: 900 kilos de cocaína por un valor estimado de casi cuatrocientos millones de dólares. Es amplia entonces la agenda para charlar con el fiscal Matías Edery, que recibe al equipo de RedBoing en un rincón vidriado del segundo piso del Centro de Justicia Penal.
Estamos empezando junio de 2023 y este viene siendo hasta ahora el año más violento de la historia para el Departamento Rosario. Inclusive más que el año pasado, que ya había sido un recórd. Está habiendo una cantidad de homicidios impactante, también balaceras y hechos con heridos más de fuego. ¿Te sorprende?
-No, porque en realidad es la continuidad de un proceso que venimos viendo desde hace varios años. Vos mencionaste una variable que por ahí no se tiene tan en cuenta, pero el año pasado no sólo fue récord en materia de crímenes, sino que también lo fue en cantidad de heridos: hubo más de seiscientos. Y esos son homicidios que fallaron. Por eso en realidad podríamos estar teniendo un número todavía mayor.
¿Cuál es la explicación para semejante nivel de violencia y qué se puede hacer de la justicia?
-La explicación siempre decimos que es multicausal. Hay muchísimos problemas, que van desde la atomización de las bandas hasta la situación de las cárceles, desde donde se ordena gran cantidad de estos hechos. También muchos lugares con exclusión social, que colabora con lo que está pasando, más el fenómeno de las drogas, entre otras cuestiones. Nosotros desde desde la fiscalía intentamos dar un paso más de lo típico, porque a partir del hecho consumado hacemos investigaciones sobre las asociaciones ilícitas, intentando frenar a estos grupos para que no sigan cometiendo delitos.
Ahora, te interrumpo en esto que decís, porque repetimos que se generan delitos desde la cárcel y casi que lo naturalizamos. Pero me pregunto y te lo traslado a vos, como funcionario de la justicia, pensando en la gente que puede estar escuchándote. Porque vos encontrás un culpable, lo imputás, lo llevás a la cárcel y desde ahí, en lugar de cortarse el vínculo con el delito, para que fuera un ámbito para perfeccionarse, para que las bandas crezcan. ¿Cuál es la sensación?
-Sí. Y hay casos paradigmáticos de personas que -sin dar nombres- te puedo decir que entraron siendo tiratiros y hoy son multimillonarios estando en la cárcel, con condenas que por ahí son hasta una perpetua. Bueno, a veces lo que uno siente va desde el enojo hasta la frustración. A vos te ha pasado, que asistís a las audiencias como periodista, de ver a muchísimas personas que ya están presas y que como resultado de la imputación quedan presas. Evidentemente, la única respuesta no es seguir metiendo presa a la gente, sino que debe otras respuestas. Y eso tiene que ver con un montón de áreas del Estado, que no es solamente la de la justicia, que tienen que ponerse a trabajar en conjunto para solucionar estos problemas. Mira, en poco tiempo de charla hablamos de control de las drogas, de pobreza, de exclusión. ¿Qué se hace por ejemplo con las personas que están afuera de todo o con los chicos que empiezan a consumir desde muy corta edad? Todas esas recetas no las puede trabajar solo la justicia, sino que es el Estado en su totalidad el que tiene que dar una respuesta.
¿Lo que están haciendo las bandas en Rosario es terrorismo?
-Se puede pensar, sí, como un terrorismo de baja escala. Hubo momentos en los que dispararon contra estaciones de servicio o bares. Ahora el blanco han sido varias escuelas y se sumó una capilla, pero antes fueron medios de comunicación los atacados. Yo creo que tiene que ver más con una lógica de mostrar poder y de causar más miedo que daño, porque de hecho las balaceras se producen cuando no hay gente. Y evidentemente logran sembrar terror, porque las escuelas cierran.
¿Acá se cocina cocaína?
-Mirá, eso todavía no no hay ninguna comprobación, hay investigaciones que dicen que se se estaría cocinando; pero yo creo que lo que estarían haciendo es estirarla.
Y a propósto de eso, ¿en los barrios qué están consumiendo?
-En muchos barrios se consume el residuo de la cocaína, consumen algo que tiene poca sustancia. Sobre todo podemos decirlo por los precios que aparecen cuando se investiga las comunicaciones entre las bandas. Y no es lo mismo la droga que se consigue en el centro con delivery, que en zonas más marginales.
Hablás de delivery de droga, ¿el búnker con la gente haciendo fila en la puerta no existe más en Rosario?
-Cambió respecto de lo que pasaba hace diez años. Hoy se reparte más como en las viejas esquinas norteamericanas, como en las películas. El búnker era un lugar fijo, que daba referencia a las agencias de investigación y a los rivales. Ahí se tenía bastante droga y dinero. Y perder todo eso es mucho. Entonces hoy funciona con personas en una esquina que vienen en una moto, abastecen al vendedor de treinta o cuarenta dosis, venden eso y lo vuelven a abastecer. Al no tener un único punto de referencia, si detienen a esa persona es con poca cantidad. Eso hace que el negocio no pierda tanto cuando se pierde.
-¿Eso explica la las balaceras? O sea, cuando cuando se ataca a balazos un punto, una esquina, ¿es para quemar ese lugar?
-En parte sí. Pero además por la atomización de las bandas, hay pequeños grupos de de narcomenudeo barrial que no llegan a cubrir todas sus necesidades económicas sólo con la venta, entonces extorsionan para quedarse con propiedades, que usurpan para volverlas a alquilar, también extorsionan gente y comercios.
“Hay pequeños grupos de de narcomenudeo barrial que no llegan a cubrir todas sus necesidades económicas sólo con la venta, entonces extorsionan para quedarse con propiedades, que usurpan para volverlas a alquilar, también extorsionan gente y comercios”.
A eso me pasó de verlo mucho cuando fue el crimen de Máximo Jerez en marzo pasado, ahí en ese rincón de Empalme Graneros que es la zona conocida como Los Pumitas. Cuando uno recorría el barrio, muchos decían esto que vos describís, que es muy común que ataquen tu casa y te obliguen a dejarla, para después volverla a alquilar ellos mismos.
-Sí. Y muchas veces te la alquilan a vos mismo. Es como una inmobiliaria narco. Las primeras veces que lo vimos fue en el sur de Rosario, en Tablada o en la zona de Grandoli y Gutiérrez. Ahora eso se extendió al resto de la ciudad. Hay que tener en cuenta que en muchas de esas propiedades la tenencia es precaria; o sea, la persona que la tiene puede haber comprado, pero sin ningún tipo de documentación. Y en ese margen de informalidad, ganan los que actúan con violencia.
¿A qué edad se está empezando hoy en el mundo de la droga en Rosario? Porque en las últimas semanas hubo varios casos de víctimas menores de edad y detención de chicos que estaban haciendo de delivery, hasta un nene de 11 años que cayó en La Cerámica, por ejemplo.
-Eso tiene mucho que ver con la problemática del consumo y ahí vuelvo a lo que hablamos antes, porque es un tema que debe resolverse entre varias áreas, no sólo desde la justicia. Porque vemos niños de 10 años que empiezan a consumir en los barrios, en un contexto que generalmente es de muchísimas carencias. A alguien que desde esa edad consume, se lo puede usar muy rápido para cualquiera de las otras tareas, como delivery o soldadito. Eso hoy está pasando en Rosario.
Edery: “Vemos niños de 10 años que empiezan a consumir en los barrios, en un contexto que generalmente es de muchísimas carencias. A alguien que desde esa edad consume, se lo puede usar muy rápido para cualquiera de las otras tareas, como delivery o soldadito. Eso hoy está pasando en Rosario”.
El delito vinculado al narcotráfico es violento en las zonas marginales, pero no tanto en el centro. Recuerdo que el ex ministro Sain solía decir que ‘tirando del hilito’ de un homicidio o una balacera en los barrios, se llega a una oficina más elegante. ¿Es así? ¿Adónde va la guita que genera el negocio de la droga en Rosario?
-Por un lado, sirve para financiar la logística de las propias estructuras. A las personas que están presas hay que llevarles la comida, hay que trasladarse a la cárcel para visitas, comprar armas, balas, pagar también la complicidad de algún empleado infiel dentro de la policía o el propio Servicio Penitenciario. Después, depende del tamaño de la organización. Las más grandes, pueden destinar un flujo hacia inversiones inmobiliarias, agencias de autos y otros negocios. Y una parte de lo que recaudan, lo usan para comprar dólares que necesitan para volver a comprar droga.
¿Hay muchas cuevas en Rosario?
-Sí. Fijate que cada vez que se desbarata alguna organización chica o mediana, se termina allanando una financiera. En el caso de “Coto” Medrano se terminó allanando una cueva. O la financiera de Shanahann, a la que se llegó siguiendo la recaudación de los búnkeres de Villa Banana. Y en el juicio contra Alvarado pudimos ver que cuando es más grande la estructura, esa plata va a otro tipo de inversiones, en los barrios más caros de la ciudad.
¿La droga que se vende acá es la misma que puede aparecer en otro país saliendo desde un puerto de Rosario o de la región?
-No. Las organizaciones locales compran la droga generalmente en la provincia de Buenos Aires y la traen acá. Y esa es la droga que genera la violencia. Pero la droga que se consume en Rosario no es la que se exporta. Pensamos que la droga que sale desde acá tiene un valor de siete u ocho mil dólares el kilo de cocaína y después se estira. Pero un kilo en un puerto de Europa cuesta sesenta mil dólares.
¿Qué pensás del cargamento de cocaína que encontraron en Australia, guardado en un buque que había salido desde un puerto de la zona de San Lorenzo? Hace poco había pasado algo parecido con otros embarques que salieron desde Rosario y llegaron a Brasil o Países Bajos, por ejemplo.
-Pienso que hay muchísimas denuncias en la justicia federal; y que el hecho de haber encontrado novecientos kilos de cocaína en un barco que había pasado por Timbúes es una buena punta para quizás empezar a ratificarlo. Hay muchísimas personas que insistieron mucho tiempo en que la droga salía de los puertos de esta región. Evidentemente, se está comprobando. Veremos si las sospechas se pueden confirmar a partir de estas investigaciones.
¿Y este nivel de penetración del narcotráfico puede darse sin complicidades?
-Ahí aparece la política. Nosotros lo mostramos como fiscales y quedó muy claro en el juicio contra Esteban Alvarado. Incluso, siempre la explicación es que no solamente hay algunos estamentos de la política que colaboran con los narcos recibiendo un bolso con plata, sino permitiendo que haya estructuras policiales cómplices, como pasó en San Lorenzo. La División Drogas de la fuerza en Rosario, cuando tuvo problemas fue reubicada en el departamento San Lorenzo. Hablamos también de punteros políticos que en muchos barrios se terminan vinculado con organizaciones criminales. Pensemos en Jeremías Mac Caddon, por ejemplo.
La última: este edificio en el que estamos hablando, fue baleado varias veces. Vos y otros colegas tuyos tuvieron que empezar a tener custodia, por investigar a las bandas. ¿Tenés miedo?
-No. Si tuviese miedo, me tendría que dedicar a otra cosa. Cumplo con mi función y trato de hacerlo con la mayor responsabilidad.
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