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Dos estrenos el Día de la Bandera, uno es “Mi Villano Favorito 4”

Llega la cuarta entrega de la saga de Gru (y sexta de la franquicia si se incluye a los dos films de los Minions) como para “animar” la taquilla local y global. También llega “Rapito” del extraordinario director de Sangre de mi sangre, Vincere, El traidor de la mafia y Esterno notte que viaja a mediados del siglo XIV para reconstruir una historia real sobre el fanatismo religioso con un niño (luego adolescente) como trofeo de guerra. Presentada en la Competencia Oficial del Festival de Cannes 2023, la más reciente película del gran maestro italiano se estrena en 11 salas de la Argentina ratifica su potencia y demuestra su vigencia a los 84 años. Aquí una selección de reseñas para elegir que ir a ver al cine, porque el cine se ve en el cine.

“Mi villano favorito 4”

Luego de Mi villano favorito (2010), que sumó apenas 580.000 entradas; de Mi villano favorito 2 (2013), que creció a 2.620.000; Minions (2015), que llegó al récord de 4.940.000; de Mi villano favorito 3 (2017), que vendió 3.840.000 tickets; y de Minions: Nace un villano (2022), que alcanzó las 4.570.000 localidades, llega la cuarta película protagonizada por Gru y sexta de la franquicia producida por Illumination y Universal Pictures. En estos tiempos de vacas flacas para la taquilla mundial (y más aún para la argentina) el estreno de un nuevo film de una saga que ya convocó a más de 16,5 millones de personas en nuestro país es un acontecimiento más comercial que artístico.

Pero (se supone que) esto es una crítica antes que un análisis del negocio por lo que vamos sin más preámbulos a la película, que arranca con Gru – quien ahora es agente de la Liga Anti-Villanos que dirige Silas Ramsbottom (Steve Coogan)- viviendo con su esposa Lucy (Kristen Wiig), sus hijas adoptivas Margo (Miranda Cosgrove), Edith (Dana Gaier) y Agnes (Madison Polan), y ahora también con una de las principales incorporaciones de la película, el travieso y encantador bebé Gru Jr., que hará ofuscar y reir por partes iguales a su padre.

La segunda novedad importante del film es que introduce a un archivillano Maxime Le Mal (Will Ferrell), mitad hombre-mitad cucaracha, que alguna vez fue compañero de Gru en el internado y que ahora se convertirá en su némesis. Este vengativo malvado va a parar muy pronto a una cárcel de máxima seguridad, pero se escapa y obliga a que Gru, su familia (y algunos Minions, claro) ingresen a un programa de protección de testigos y se muden a un vecindario en el que es casi imposible que los encuentren ¿Adivinen qué ocurre?

Tras ese prólogo, comienza una acumulación de aventuras (desventuras), gags con mucho humor físico y escenas de acción a puro vértigo y adrenalina a-la-Looney Tunes. ¿Más de lo mismo? Sí, pero con la eficacia y la irresistible simpatía que convirtieron a esta franquicia en una verdadera pasión de multitudes. Y Los Minions, un argumento no menor para seducir a los espectadores más pequeños, no solo están en la nueva casa de Gru sino que también tienen varias escenas en las que reaparecen a puro delirio en cantidad (y por momentos en calidad).

Así, con ese caos calculado que aportan los Minions, una reunión de viejos villanos y un cover de Everybody Wants To Rule The World (je), de Tears for Fears, se redondea una película con todos los atractivos propios del crowd-pleaser familiar. Una fórmula infalible (pero fórmula al fin).

Un último comentario al margen: a diferencia de Disney, que proyectó a los críticos la versión original con subtítulos de Intensa-mente 2, UIP decidió que viéramos la versión doblada al castellano. No sé si existirá en alguna función nocturna la alternativa de apreciar Mi villano favorito 4 con las voces originales y subtitulada, pero la diferencia entre ambas experiencias (en favor de la primera, claro) fue inmensa.

DIEGO BATLLE.

En todos los complejos.

“La conversión”

En 1857 el matrimonio de burgueses judíos conformado por Momolo Mortara (Fausto Russo Alesi) y Marianna (Barbara Ronchi) cría a sus ocho hijos en condiciones económicas bastante holgadas en la ciudad de Ferrara. Sin embargo, una noche golpean a la puerta unos funcionarios escoltados por la policía, quienes les informan que uno de los chicos, Edgardo, de apenas seis años, fue en determinado momento bautizado en secreto y que, por lo tanto, es católico y debe ser trasladado a un seminario que está bajo la supervisión directa del Papa. De allí, lo del “secuestro” al que alude el título original  Rapito.

Con su habitual maestría narrativa y potencia dramática, Marco Bellocchio va exponiendo muchas veces a través del montaje paralelo la dinámica dentro de la Iglesia, donde Edgardo se convierte en el favorito y en una suerte de obsesión para el Papa Pío IX (un algo exagerado Paolo Pierobon), mientras la familia inicia una odisea para reclamar la devolución con el apoyo de algunos referentes de la comunidad judía y luego con un movimiento social que llevó a algunos líderes eclesiásticos a juicio y terminó con varios levantamientos violentos y revueltas sangrientas que llevarían en 1861 al Risorgimento, la unificación de Italia como estado secular.

Impecable en su reconstrucción de época, en la documentación y variedad de detalles que aporte,  La conversión pendula entre lo íntimo y lo religioso, político y judicial con una víctima principal: un niño tironeado y manipulado por fuerzas que se lo disputan como para demostrar su poder y su capacidad de sometimiento.

El director -formado dentro del catolicismo- cuestiona sin tapujos los excesos y abusos de la Iglesia como institución autoritaria y puede que por momentos esa denuncia resulte demasiado obvia, pero a sus 84 años Bellocchio sigue dando rienda suelta a una enjundia y una contundencia en el manejo de todas las herramientas del cine (incluida una banda sonora premeditadamente ampulosa con orquesta de cuerdas y campanadas) que lo sostienen como uno de los mejores cineastas italianos de las últimas seis décadas.

DIEGO BATLLE.

EN LOS CINES DEL CENTRO.

Fuentes: Otros Cines.

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