“El 9 de julio de 1816 el Congreso de las Provincias Unidas del Río de la Plata programan la Independencia en Tucumán”. Con esas palabras, el historiador rosarino Miguel De Marco (h), resumió una fecha que traía historia y que no sería el punto cúlmine de un relato. Ese día, en Tucumán, 29 diputados de distintos distritos, entre los que no se encontraba Santa Fe, firmaron la declaración de la Independencia. Pero esto no se debió a un hecho azaroso.
Por contraposición, fue el punto de partida y un acto necesario para que el General José de San Martín pudiera realizar la llamada “campaña libertadora”. Mientras tanto, España se había liberado de los franceses y el rey Fernando VII había vuelto al trono. En ese sentido, se predisponía a recuperar los territorios americanos que estaban en manos de los revolucionarios. El ejército realista había comenzado a avanzar por toda la región derrotando a una parte de los movimientos independentistas americanos. Por ese motivo, la necesidad del avance del Libertador era urgente.
“Había una necesidad concreta y estratégica: San Martín no podía cumplir con el plan como general de las Provincias Unidas. No podía declararse la autonomía española de los otros países si no se proclamaba la de uno. Entonces, para poder cortar de raíz la amenaza europea, San Martín decide cruzar”, explicó el investigador de Conicet y miembro de la Academia Nacional de la Historia a RedBoing. En la misma línea, añadió: “Los que buscaban la independencia eran un sector vinculado a San Martín y Belgrano, que empujaron a este proceso emancipador y llevaron a cabo la campaña libertadora”.
En San Miguel de Tucumán se reunió el Congreso General Constituyente de las Provincias Unidas en Sudamérica para limar asperezas entre Buenos Aires y las provincias, ya que sus relaciones estaban deterioradas. Allí, cada distrito eligió un diputado cada 15.000 habitantes. Las sesiones del Congreso se iniciaron el 24 de marzo de 1816 con la presencia de 33 diputados de los 34 elegidos. Entre todos ellos, no hubo un solo participante de Santa Fe, porque en ese tiempo, la provincia se encontraba alineada al artiguismo y la Banda Oriental.
“Santa Fe no tenía un directorio que empujaba este proyecto, sino que se había alejado de Buenos Aires e integraba la línea de los pueblos libres. Había otro proyecto de país. En 1816 Santa Fe, Entre Ríos, Córdoba, Corrientes y Misiones eran un bloque muy importante. Querían crear una confederación y motivar la independencia de España y Buenos Aires”, afirmó el especialista para dar cuenta de las razones por las cuales la provincia dio la espalda a la conformación de una nueva nación.
A pesar de esto, el 9 de julio de 1816 los representantes firmaron la declaración de la Independencia de las Provincias Unidas en Sudamérica, y la afirmación de la voluntad de “investirse del alto carácter de una nación libre e independiente del rey Fernando VII, sus sucesores y metrópoli” y “de toda otra dominación extranjera”. De este modo, después del proceso político iniciado con la Revolución de Mayo de 1810, se asumió por primera vez una manifiesta voluntad de emancipación. Además, se aceptó la bandera celeste y blanca como símbolo patrio, la misma que se le había pedido a Belgrano que destruyera. La sesión había comenzado temprano, con los primeros diputados ingresando al recinto a las 8 de la mañana. La misma se extendió durante 9 horas ininterrumpidas y entre los 17 temas a tratar, anunciados en un cartel instalado afuera, el tercero fue la Declaración de la Independencia.
Días antes, los realistas habían recuperado amplios territorios en América, entre ellos, Chile y buena parte del Alto Perú, lo que constituía toda una amenaza para las Provincias Unidas. En Europa, se asistía a la restauración de las monarquías; en la Banda Oriental, podía constatarse el avance portugués; y en el plano interno, las relaciones entre el gobierno central y el litoral estaban quebradas. Asimismo, las relaciones entre Buenos Aires y provincias que participaban del Congreso no estaban exentas de tensiones. En tanto, San Martín le hizo llegar al representante de Cuyo, Tomás Godoy Cruz, un mensaje en el que decía: “¿Hasta cuándo esperamos para declarar la Independencia? ¿No le parece a usted una cosa bien ridícula acuñar moneda, tener el pabellón y cucarda nacional, y por último hacer la guerra al soberano de quien en el día se cree dependemos?”.
“Cuando se llega a Tucumán, empiezan a sesionar los diputados de las provincias que participaron: La Rioja, San Juan, Catamarca, Mendoza, Jujuy, Santiago del Estero, Córdoba, Buenos Aires, Salta, Mizque, Tucumán, Charcas y Chichas. La zona estaba en línea con el proceso emancipador y luchaba. Había que empujar, todos estaban convencidos de que había que generar un acta”, apuntó De Marco. Y detalló que el Acta de Independencia se redactó en varios idiomas (español, quechua y aymará) para alcanzar a todo tipo de legislador y ciudadanos.
En tanto, Rosario se encontraba por entonces también bajo otros tipos de dependencias e intereses, que lo mantenían en conflictos y disgustos. A los inconvenientes de la guerra por la Independencia le habían seguido años de guerra civil. La misma geografía que había alentado el surgimiento del poblado lo convertía en una zona obligada para el paso de las tropas de los bandos en pugna. Había sido ocupada sucesivamente por fuerzas “artiguistas” y “directorales”, las que exigieron contribuciones y cometieron tropelías, explicó el investigador del Conicet en su escrito “El 9 julio y Rosario”.
En 1816, “gobernaba Santa Fe Mariano Vera, quien mantuvo a la provincia en la órbita de la Liga de los Pueblos Libres, proyecto confederal que entre otros aspectos aspiraba, al decir de Juan Álvarez, a destruir el monopolio ejercido por Buenos Aires”, añadió. Finalmente, años más tarde, y tras una serie de disputas bélicas, la provincia se terminaría sumando a la nación argentina.
Comentarios