Día difícil se vivió en la ciudad fronteriza de Medyca. Eran las 3.30 de la madrugada cuando a lo lejos se escuchó primero la sirena y luego el detonar de varios misiles. Fue atacada por las fuerzas rusas Lviv, la ciudad ucraniana más cercana al paso de frontera, 19 kilómetros. “Fue tremendo, nos hizo saltar de nuestros lugares”, explicó Marcus en diálogo con RedBoing. Como ocurrió con Lutsk, tampoco estaba en el radar de combate. La diferencia es que acá ya se hablaba de más de 25 muertos y detonaron una buena cantidad de misiles.
Marcus es un alemán que con dos amigos más, (a quienes) luego se les unió un polaco, vinieron de voluntarios. Sin ninguna organización gubernamental en el medio, ni por el llamado de las redes. “Agarramos el auto y dijimos ‘vamos’ y acá estamos”, se armaron un puesto en donde ofrecen café bien caliente, leche, chocolate y té, pan, pasteles y bollitos.
“Es impresionante la cantidad de ayuda humanitaria que llega, no hacemos más que entregar algo caliente y contener a los más desesperados, acá llegan los más pobres que no tienen donde ir. Mi gente (alemanes) ha hecho mucho daño en otros tiempos. No reparamos nada, pero es un placer ayudar”.
Mientras la charla continuaba a buen ritmo y en un español mucho más que respetable, se volvía a escuchar lejana la sirena por lo que el ejército empezó a ordenar a los ucranianos volver a los refugios. Lugar al que no permiten el paso de la prensa y si es un extranjero tiene que demostrar que vive en Ucrania, están desbordados. Solo por este lugar calculan que pasaron 1,5 millones de personas.
Luego de un momento incómodo todo se fue normalizando, hay un hotel de frontera en el que nunca se hospeda nadie y tuvieron que salir a buscar colchones, “hace 8 días que llegamos y no hay lugar, dormimos en el auto”, contó Marcus mientras nos invita un buen café.
Cuando le preguntamos a qué se dedicaba en su Frankfurt natal, luego de tomarse un tiempo y buscar en su muy entendible español, encontró la palabra justa, “guardaespaldas, eso como Tom Cruise y se ríe”. Pero al instante aclaró, “no policía, conozco ciencias (así lo expresó) marciales y manejo armas. Trabajo para empresarios importantes que mueven dinero y esas cosas”.
La pregunta caía de maduro, si no pensaba en alistarse al ejército ucraniano, “le prometí a mi mamá que no lo iba a hacer. Si ella no estuviese viva, ya estaría peleando”. Y no hay motivo para dudarlo. Agradeció la nota y dijo con una amplia sonrisa, “es la primera nota que me hacen en 44 años que tengo”. Y preguntó en qué lugar voy a ser famoso, a lo que el cronista le respondió: hoy en ninguno que no sea repartiendo un buen café con un pastel. No necesita más nada para ser famoso, como cada uno que duerme poco y como puede y ofrece mucho de su corazón. Slava Ukraini “Gloria a Ucrania”, nadie como ellos para gritarla con fuerza.
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