Tras una investigación publicada en la revista Cell Reports y desarrollada por científicos del Instituto de Investigación contra la Leucemia Josep Carreras de Barcelona, se demostró que el gran parecido que comparten algunas personas tiene una explicación: está asociada a variantes genéticas compartidas.
Los investigadores se habían propuesto responder la antigua pregunta de si una persona “nace” o “se hace”, es decir, cuánto “pesan” los genes y cuánto la crianza en cómo terminan siendo los individuos. En este sentido, los dobles sin relación familiar constituían una gran duda.
“Estos resultados tendrán implicaciones futuras en la medicina forense y en el diagnóstico genético, como para reconstruir el rostro del criminal a partir del ADN o para reconocer genomas según las caras de un paciente”, afirmó el doctor Manel Esteller, autor principal del estudio.
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