En el Concejo de Rosario, a pesar de su atomización, en donde resaltan 28 ediles de 18 espacios distintos, reina el consenso y en la actual gestión se logró la aprobación de proyectos de gran importancia para la ciudad. La gestión de María Eugenia Schmuck se caracteriza por buscar los puntos en común y promover iniciativas de los distintos grupos políticos que conforman el cuerpo legislativo. Proyectos emblemas de este gran acuerdo y los desafíos que restan de cara al último tramo de la actual gestión.
Luego de varios años de presentaciones, debates y discusiones, en mayo de 2021 entró en vigencia el Alcohol Cero. A más de un año de su instalación, un informe realizado por la Secretaría de Control y Convivencia mostró que, de los 23.667 controles que se realizaron en sus primeros 12 meses, solo dieron positivo unos 1.700 conductores, es decir, un 7%. Previo a la sanción, revelaron, había un promedio de 30 positivos por fin de semana.
En la misma línea, en los últimos meses hubo dos instancias claves para el día a día de los rosarinos: el aumento de chapas de taxis y la reconstrucción del pliego de colectivos. A principios de este año se abrió la convocatoria para quienes quisieran adquirir la explotación del transporte de pasajeros, con más de 400 trámites abiertos a la fecha para ser adjudicados.
Por otro lado, el Concejo de Rosario, presidido por María Eugenia Schmuck, intervino en el cierre de la relación con la prestadora del servicio de colectivos El Cacique. La empresa mendocina supo incumplir con el pliego casi desde el principio del acuerdo en 2019, hasta que finalmente se resolvió terminar el acuerdo y dividir sus líneas entre Rosario Bus y la MOVI.
Asimismo, el cuerpo supo llevar adelante el reclamo por la quema en las islas. Ante el incremento de los incendios en el Delta del Paraná, el Concejo mudó las sesiones, llevó pruebas a los juzgados de Victoria -donde están radicadas las denuncias- y coordinó encuentros entre el fiscal federal Claudio Kishimoto, quien lleva adelante las investigaciones, y la mayoría de los ediles para escuchar y proponer trabajos para las actuaciones de la justicia.
Uno de los proyectos de alto impacto es el nuevo Código de Convivencia que se modificó en el 2021 y entró en vigencia. Tras un impulso desde la intendencia, el Palacio Vasallo intensificó el debate y logró lo que muchas gestiones no habían podido. Fue aprobado por unanimidad en el mes de noviembre de ese año, y sumó herramientas nuevas y modernas para la resolución de conflictos y actualiza las sanciones con montos en Unidades Fijas para que no se desactualicen, creó jurados barriales para analizar las penas a las faltas cometidas y busca resolver un conflicto aún vigente: los trapitos.
Otro proyecto importante, impulsado por el secretario de Desarrollo Productivo Sebastián Chale, es el de Promoción de Actividad Industrial en Rosario. Con la problemática de que las fábricas se estaban mudando al área metropolitana, se buscó incentivar a la creación de espacios productivos nuevos en la ciudad, parques industriales y beneficios para que los inversores se queden y apuesten por nuestra ciudad. Fue aprobado y se hará una presentación en el mes de septiembre por el Día de la Industria.
En la última sesión, los concejales aprobaron dos ordenanzas importantes. Una que crea una Agencia Anti Lavado, con un sistema de alerta para detectar negocios espurios con dinero sucio en nuestra ciudad, articulando con el MPA y con la UIF para cruzar información sensible sobre el origen de los fondos y los antecedentes de los inversores.
Además, en la misma jornada, se aprobó una iniciativa para permitir que se puedan urbanizar barrios populares de Rosario sin licitación, sino sólo con un concurso de precios, lo que acelera los plazos y le permite a empresas locales ser parte del desarrollo.
Entre los desafíos en el próximo año y medio que queda de gestión, aparece el nuevo pliego de la Basura en Rosario, ya que el mismo cuerpo tuvo que dar una nueva prórroga al actual sistema de recolección en medio de una indefinición desde el ejecutivo municipal. Asimismo, reorganizar la nocturnidad sigue en el “debe” del Concejo rosarino, un proyecto que tiene más de una década paseando entre las comisiones pero que nunca encontró los consensos para que se pueda avanzar.
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