Este martes, un nuevo hecho de violencia política volvió a ocurrir en México: un alcalde del sureño estado de Oaxaca fue asesinado a cuchillazos en su casa, según informaron autoridades locales. El pasado 6 de octubre había ocurrido un episodio similar, aquella vez en el de Guerrero.
La nueva víctima es Román Ruiz, presidente municipal de Candelaria Loxicha -de 11.000 habitantes- y quien fue atacado durante la madrugada por un hombre que irrumpió en la casa del funcionario.
Trascendió que la victima fue apuñalada en varias ocasiones en su casa y, aunque llegó a trasladarse rumbo a un hospital, la gravedad de las heridas fueron letales.
La fiscalía de ese distrito señaló que pudo tratarse de un “incidente interpersonal“, aunque evitó asegurar si el motivo del asalto se debió a su posición política. De hecho, en Candelaria Loxicha eligen a sus gobernantes en asambleas populares, de acuerdo con sus usos y costumbres.
De todas formas, el crimen más estremecedor sucedió hace nueves días. El pasado 6 de octubre, en Guerrero, el alcalde Alejandro Arcos -de Chilpancingo– fue decapitado en su auto.
Cuando los efectivos policiales llegaron a la escena encontraron la cabeza de la victima en el techo del vehículo, mientras que el cuerpo permaneció adentro del rodado.
En los últimos años, docenas de funcionarios mexicanos fueron víctimas de actos de violencia, en su mayoría ligada al crimen organizado, una de las principales preocupaciones de seguridad en México.
De hecho, cifras oficiales indicaron que en ese país hubo más de 450.000 personas que fueron asesinadas y decenas de miles desaparecieron desde diciembre del 2006 hasta la actualidad. En ese año, el Gobierno nacional impulsó un polémico operativo antidrogas, que incluyó la movilización de las fuerzas armadas en el estado de Michoacán.
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