Gabriel Sanabria, el policía que fue baleado hace unas semanas en un operativo vial, tuvo algunas desmejoras en su cuadro complejo y lucha por su vida. Internado en el Heca desde hace tres semanas, Gabriel Sanabria, el joven policía de 26 años, permanece muy grave. Luego de mostrar una evolución favorable, presentó nuevas descompensaciones y convocan a una manifestación en su apoyo.
Durante un procedimiento que tuvo lugar en la zona sur de Rosario el pasado 26 de mayo, el policía mostró un claro deterioro en su estado de salud. Aunque venía presentando mejoras paulatinas, Gabriel continúa en coma farmacológico en la terapia intensiva del Hospital de Emergencias Clemente Álvarez (Heca).
“Se encuentra con asistencia mecánica ventilatoria y en los últimos días necesitó más intensidad terapéutica para el sostén hemodinámico. Viene con un deterioro de sus funciones vitales, necesita de drogas para mantener su presión arterial”, destacó este jueves por la mañana Andrea Becherucci, subdirectora del HECA.
Además, la doctora remarcó: “Es un paciente con mucho riesgo, está en un estado complicado pero es una persona joven y las patologías que tiene son tratables. Está delicado y con todos los servicios de atención para que pueda pasar esto, esperemos que su organismo lo tolere. Sigue con riesgos de vida”.
El hecho
Con su compañero de Brigada, ambos en moto, patrullaban la zona sur en la noche del jueves 26 cuando divisaron un Peugeot 206, cuyo conductor realizó una maniobra sospechosa al divisar a los policías. Sanabria pidió referencias sobre la patente del auto y le informaron que era un vehículo robado.
Intentó acercarse al Peugeot, en Arijón al 400. Y desde adentro del auto, donde había cinco personas, le dispararon con ametralladoras. Dos de sus atacantes eran menores de edad: tenían 16 y 17 años. Instantes después, ante el alerta irradiado por su compañero de patrulla, fue rescatado por una ambulancia del SIES. Pasó por el Hospital Roque Sáenz Peña, donde se le dio asistencia respiratoria y de allí al HECA.
Los diez impactos que dieron en su zona abdominal, donde no lo protegía el chaleco antibalas, le hicieron perder mucha sangre.
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