El escenario no fue el habitual, porque de los 24 allanamientos de la semana pasada casi todos habían sido en Rosario, pero la conferencia de prensa para dar a conocer sus resultados se hizo en la Ciudad de Buenos Aires. Lo cierto es que, en la voz de autoridades de la Policía Federal Argentina (PFA), se conocieron este lunes los detalles del operativo que la fuerza dio en llamar “Gran Thormenta”, jugando con el nombre del principal acusado en una investigación contra una banda narco liderada desde la cárcel por el hombre de nacionalidad peruana sospechado de ser proveedor de Los Monos y condenado por otras causas de narcotráfico: Julio Rodríguez Granthon.
Desde la cárcel de Ezeiza, Granthon comandaba la gestión del grupo y por eso otro de los allanamientos fue en su celda, en esa prisión federal. El restante lugar allanado fue una celda de la cárcel de Coronda, donde estaba otro de los integrantes.
La investigación, de acuerdo a lo explicado, se había iniciado en octubre pasado cuando se recibió una denuncia en la PFA que daba cuenta de una organización narco que -según los dichos del denunciante- comercializaba “merca para un peruano que está preso” y contaba “con protección de la Policía de Santa Fe”. También se aportó el dato de un número de teléfono “que usa el peruano y que va cambiando cada 15 días”.
Además, se hacía referencia a que un camionero traía la droga de afuera, “con otros de la banda la droga, creo que la traen de Salta y la guardan en un galpón afuera de Rosario y después pasa a otro galpón que está en zona sur de Rosario”. El mismo denunciante advertía: “Mueven kilos de cocaína”.
Cuando eso pasó, la justicia tenía en su poder un celular que había obtenido en una requisa dos meses antes a la celda de Julio Rodríguez Granthon en la cárcel federal de Ezeiza. Se trata de un aviador peruano, con una historia de vida muy particular, condenado por narcotráfico y presunto proveedor mayorista de la cocaína que venden Los Monos.
Cuando se iniciaron tareas de seguimiento, se llegó en mayo pasado a un taller mecánico en Funes, donde se acopiaban grandes cargas de marihuana que llegaba desde el norte del país. Al allanar en mayo, se detuvo allí con 567 kilos de droga al yerno del que había sido intendente de la localidad correntina de Itatí, condenado por narcotráfico. Pero la investigación continuó.
La última semana, entre miércoles y el jueves, con firma de la fiscal Adriana Saccone y un trabajo previo que habían hecho su par Claudio Kishimoto junto a su auxiliar Franco Benetti, en coordinación con la PROCUNAR se realizaron 22 allanamientos en Rosario. La orden de allanar fue firmada y ejecutada por el juez Carlos Vera Barros. Todo se hizo con mucho hermetismo y con fuerzas federales, para evitar filtraciones.
En esta parte del operativo cayó otro de los líderes de la banda junto a Granthon: se trata de Facundo Ariel “Jirafa” Pérez, coordinador extramuros de la organización. Además, se detuvo a Darien Iván Mereles, Bruno Iván Ayala y un hombre de nacionalidad venezolana, O’Bryan David Blanco Suárez. Este último, será acusado de ser el financista. “Para comprar el cargamento de media tonelada de marihuana, Blanco Suárez aportó el dinero”, señaló una fuente con acceso a la investigación. Otro de los allanados fue Marcos Nicolás Delafuente, preso en Coronda.
Viejas balaceras que cobran sentido
En los allanamientos de la semana pasada, se logró dar con Claudia Susana Villalba, Ubaldo Leonardo Pérez y Marcelo Alejandro Núñez. Estos últimos, vendedores al menudeo. En la causa figuraban al menos cuatro domicilios para la venta al por menor: Magaldi al 9800, Independencia al 4200, Valparaíso al 2600 y Berutti al 1900, en Rosario.
Si se hace un repaso por las balaceras de los últimos tiempos en la ciudad, se puede encontrar un dato: en Magaldi al 9800 allí moría en agosto de 2018 Juan Carlos Schneider, atacado desde un Bora gris. En julio del año pasado, otro ataque dejaba un herido grave en el mismo lugar.
En Valparaíso al 2600, entre tanto, aparece un violento ataque con 35 disparos a casas y autos. Ese hecho fue realizado según los testigos desde dos autos y uno de ellos apareció incendiado minutos más tarde. ¿Adónde? En Isola y Maestros Santafesinos, la misma esquina donde un año más tarde ejecutaron a balazos a dos mujeres ajenas por completo a la actividad criminal: la bailarina Virginia Ferreyra y su madre Claudia Deldebbio. Por ese doble crimen se acusó como instigador a René Ungaro, también preso en una cárcel federal. Y se sospecha que ese rincón de la ciudad es dominado por su gente para la venta de drogas.
La estructura de la banda
En la rueda de prensa en Buenos Aires -sin presencia de fuerzas policiales de la provincia de Santa Fe- se mostró un gráfico de cómo estaba conformado el esquema de trabajo del grupo narco. Además de los nombrados, estaban Matías Raúl Aguirre, Norberto Mauricio Petrini y Raúl Carli, que habían sido capturados en mayo en Funes con el cargamento de marihuana.
Sobre Carli, detenido en Funes en mayo pasado, los investigadores pudieron advertir que vivía en Rodríguez y Mendoza, en el macrocentro rosarino. Y que con su vehículo Chevrolet Onix había sido divisado haciendo maniobras de escolta para un camión de la banda, en la zona de 27 de Febrero y Gálvez. Presuntamente, en un operativo era para garantizar seguridad para el traslado de droga.
De acuerdo a lo que había podido establecer la Procunar, con Diego Iglesias a la cabeza y Matías Scilabra como auxiliar, la banda de Granthon bajaba cocaína a Rosario y tenía desde la prisión organizado el circuito para abastecer puntos de venta tanto de Los Monos como de Alvarado, que están enfrentados en el territorio pero comparten proveedor.
Lo que halló la investigación fue a pesar de que los integrantes de la banda sabían que podían estar siguiéndolos. Uno de los audios de la causa, por ejemplo, en el que se daban los detalles de la llegada de doscientos kilos de cocaína, hacía varias veces referencia a “bajar los 200 pollos”.
Además, se detectaron las maniobras para convertir diariamente los pesos de la venta de droga en dólares, para poder volver a abastecerse. También la compra de propiedades en barrios abiertos y loteos de Funes, Roldán y Alvear, o autos de alta gama. Cabe recordar que la justicia federal ya verificó a fines de 2021 que en España al 800, pleno centro de Rosario, funcionaba una cueva que proveía de dólares a Rodríguez Granthon.
Ese operativo se denominó “Cuevas Blancas” y el responsable de vincular la oficina céntrica donde se compraban dólares con los búnkeres era “Jirafa” Pérez, uno de los detenidos la semana pasadao. Aquella vez, había logrado profugarse. Y el responsable de la cueva de calle España, para la investigación de la justicia federal que llevó a cabo el fiscal Federico Reynares Solari era el financista rosarino Gustavo Shanahann. Se prevé que causa llegue a juicio en noviembre y allí el empresario será acusado de lavar dinero para Los Monos. En este caso, se encontraron maniobras similares, con nuevos nombres que aparecen en escena, repitiendo el mecanismo.
A diferencia de otros procedimientos, que no superan los eslabones más bajos de la cadena de venta, en este caso la justicia federal detectó cómo desde un departamento céntrico en Rosario, en San Lorenzo al 1000, se organizaba la actividad. Allí se reunían los choferes, como también en una casa en Tierra de Sueños en Roldán, dónde vivía la pareja de Granthon.
Los camiones y camionetas de la banda tenían viajes a General Rodríguez, provincia de Buenos Aires. Y en Rosario, se constató que la droga llegaba a puntos de venta en la zona oeste de la ciudad.
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