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Rosario

Científicos del Conicet y la UNR crearon una solución para potabilizar el agua

Científicos y desarrollos tecnológicos del Conicet y la UNR crearon una solución para el acceso al agua potable en varias comunas de la provincia que no la tenían. El sistema que crearon es de biofiltración de metales presentes en aguas subterráneas destinadas al consumo humano.

La idea surgió hace cinco años a raíz de la necesidad de varias localidades del norte de Santa Fe que para garantizar el suministro de agua a toda su población deben hacer perforaciones en la superficie de la tierra y succionarla hacia un tanque.

“El problema es que en esas aguas subterráneas hay metales naturales como el hierro y el manganeso en niveles de concentración mayores a los permitidos”, explicó la coordinadora del grupo, Natalia Gottig.

Para eliminar los metales se realizaba un proceso físico químico que consistía en agregar reactivos químicos en el agua de manera de oxidar el hierro y el manganeso. Con ese método se transformaban en un material particulado que quedaba retenido en los filtros y luego se desechaba.

Se trata de un sistema de tratamiento biológico del agua que se va desarrollando en etapas. En primer lugar, el agua se somete a una aireación que la provee de oxígeno y la hace apta para el crecimiento de microorganismos. Luego se coloca un pre filtro compuesto por grava y después un filtro de arena más fina para que se peguen las bacterias presentes en el agua y formen una estructura que se conoce como biofilm.

Al pasar el agua, los metales se van oxidando y van quedando retenidos en ese film bacteriano.

Después de esa etapa de filtración biológica, el agua va a una cámara de cloración donde se termina de hacer el proceso para eliminar todas las bacterias y desinfectarla. Cabe destacar que al ser agua de pozo, su calidad inicial es dura y en general tiene muchas sales. Pero con los sistemas de filtrado diseñados para renovar hierro y manganeso, va perdiendo esa dureza y queda apta para el consumo. Localidades como Villa Ocampo, Las Toscas, Las Garzas y Oro Verde ya cuentan con este sistema.

  • El inóculo bacteriano

El trabajo consistió primero en encontrar fuentes de agua con mucha carga de manganeso para conseguir bacterias resistentes y aprovecharlas. Luego tomaron muestreos de distintas zonas y las llevaron al laboratorio. Allí, en medios de cultivos específicos donde las bacterias pueden crecer, las sembraron y las fueron identificando. Les agregaban manganeso y si la bacteria tenía la capacidad de oxidarlo, se tornaba de un color marrón oscuro.

De esa forma obtuvieron unos 250 aislados bacterianos con alta capacidad de oxidar manganeso, de pegarse a la arena y formar biofilm. De esos, seleccionaron los 20 de mayor eficiencia, secuenciaron una parte de su genoma para saber el género y la especie y finalmente se quedaron con cinco que tienen la característica de no ser patógenos es decir que no pueden causar enfermedades.

Con estos realizaron varias pruebas y observaron que removían manganeso casi automáticamente. “Al día de la puesta en marcha, el agua queda libre del metal con una eficiencia muy alta de remoción”, remarcó la biotecnóloga. Ahí los investigadores pudieron confirmar su hipótesis: que la metodología de inocular con bacterias, acelera y aumenta la eficiencia del proceso biológico.

La idea es que este inóculo bacteriano sirva para las próximas plantas de tratamiento de agua que se instalen y puedan ponerse en marcha rápidamente. También es útil para las que ya están en funcionamiento, dado que cada un período de tiempo hay que hacer un lavado de esos filtros porque se saturan si hay demasiado crecimiento bacteriano o acumulación de óxido.

“El paso que sigue es hacer una producción del inóculo a gran escala”, afirma la científica del Instituto de Biología Molecular y Celular de Rosario. Porque la prueba tuvo lugar en el laboratorio, en sistemas de filtrado en columnas que miden medio metro y que no tienen comparación con una planta de tratamiento de escala real que requiere mucho más material de filtrado y cultivo bacteriano.

Con estas implementaciones, ahora se enfrentarán al desafío de armar una planta piloto experimental que sea más aproximada al tamaño real para probar este inóculo y también realizar allí pruebas de remoción de otros metales.

 

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