Tiziano Gravier, el hijo de Valeria Mazza, fue atacado a golpes a la salida de un boliche de Pichincha a principios de junio. A un mes del violento episodio, la defensa de los agresores, identificados como Jesuán Monzón y Franco Zampini, logró un acuerdo con el fiscal y fueron a juicio abreviado. Este miércoles se ratificó la condena.
De acuerdo con la información a la que accedió RedBoing, los jóvenes reconocieron su responsabilidad y firmaron una condena de 3 años de prisión en suspenso. También, Jorge Bedouret, representante legal de los jóvenes, convino pautas de conducta por el mismo plazo, una reparación parcial, simbólica y en la medida de las posibilidades, de los daños material y moral causados.
Cada uno deberá abonar $100.000, es decir la suma total de $200.000 pagadores en cuotas mensuales y consecutivas de $10.000.
Los culpables no podrán consumir drogas y evitar el consumo de bebidas alcohólicas. No podrán portar armas ni cometer nuevos delitos. Deberán realizar un curso o capacitación de concientización y discriminación como así también campañas de prevención.
Además, tienen prohibido acercarse al boliche ubicado en Brown y Av. Francia, lugar donde sucedió el ataque. Por otra parte, no podrán asistir ni tener ningún contacto físico, electrónico, redes sociales o interpósita persona, con la víctima.
Como consecuencia del hecho, el adolescente de 19 años sufrió una fractura de mandíbula y debió ser intervenido en dos ocasiones. “En un país civilizado, romperle la mandíbula a alguien está mal, no importa quién sea. Mi mensaje es que quiero que se cumpla la ley para que quede claro que estas cosas no pueden seguir pasando y que cualquiera que cometa un delito debe hacerse cargo”, había indicado anteriormente.
Por último, sostuvo: “No importa quién sea, porque hoy me tocó a mí, pero tengo claro que no soy el primero que sufre este tipo de ataques y Tiziano podría haber sido cualquiera. O sea, Tiziano somos todos”.
La palabra de Bedouret en Antes de Todo
En diálogo con Gabriel Pennise, el letrado destacó que “son muchachos que no tienen antecedentes penales ni multas”. “Ellos trabajan en relación de dependencia en blanco, uno en Funes y el otro en Roldán. Están en pareja, tienen arraigo, viven en el mismo lugar desde hace tiempo en casas que alquilan”, describió. Por ese motivo, destacó que le parecía que por su “personalidad era imposible que estos chicos hubieran cometido esto”.
“Los dos tienen un largo clamor de arrepentimiento, no entienden por qué llegaron a una situación así. Dicen que habían tomado algo pero que no estaban borrachos, ni mucho menos”, añadió.
“Creo que la pelea fue una cuestión inexplicable. Una cuestión de adolescentes que se miran mal, discuten. No hay una lógica y no alcanzo a ver la motivación, que evidentemente la hay. Hubo una provocación de algo”, aclaró días después del incidente.
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