Este miércoles comenzó en el Centro de Justicia Penal de Rosario el juicio por la muerte de Carlos “Bocacha” Orellano, el joven que fue encontrado sin vida en el río Paraná en febrero de 2020, dos días después de haber sido visto por última vez cuando entrado a bailar a Sr. Ming, en la zona de La Fluvial. En el medio, testigos afirmaron haberlo visto cuando era sacado por la fuerza del boliche y golpeado contra la baranda, antes de caer al agua. Según anticipó el fiscal Patricio Saldutti, a cargo de la acusación, esas voces serán convocadas a dar su testimonio durante el desarrollo de las audiencias, que durarán unos dos meses.
Por el hecho están imputados los patovicas Emiliano López y Fabián Maidana, más los policías Karina Gómez y Gabriel Nicolossi, que la noche del hecho trabajaban como adicionales. Los cuatro serán acusados como coautores de un homicidio con dolo eventual y el fiscal pedirá para ellos entre 17 y 23 años de prisión. Antes de ingresar a la sala de audiencias, uno de los que habló fue Jorge Bedouret, que asumió la defensa de los empleados de seguridad del boliche. El abogado dijo que la víctima “había tenido un día muy difícil, venía muy cansado, había bebido mucho” y buscó deslindar a sus defendidos del resultado final del joven.
Además, Bedouret se quejó de que los patovicas que defiende debieron pasar en prisión el tiempo que duró la preparación del juicio. “No existían elementos para mantenerlos detenidos. La ley exige elementos de convicción suficientes, exige peligrosidad procesal. Después que ocurrió el hecho, se cerró el boliche y estos muchachos estuvieron un año sin trabajo, después presos. Antes manejaron un remise, estuvieron en su domicilio. Uno de ellos vive en Funes, tiene dos hijos y nunca se movió de su hogar. El otro tiene padres muy grandes, que hay que cuidar. No había peligro de fuga, ni de entorpecimiento probatorio, porque estaba todo jugado. Y capacidad de fuga tampoco, no tiene ni pasaporte”, dijo.
Los periodistas presentes en el Centro de Justicia Penal le preguntaron enseguida: “Pero más allá de la peligrosidad procesal, ¿qué pasó con Bocacha? Allí Bedouret desmintió la teoría de Fiscalía y acusó a la víctima de su propia muerte: “Orellano había tenido un día muy difícil, desde la mañana temprano del día anterior y deriva en ese amanecer. Yo entiendo que que había tenido muchas situaciones dramáticas ese día. Pobrecito él, realmente la pasó mal. Yo no sé si él se arrojó, no lo puedo decir. Si lo empujaron, no lo puedo decir”.
En los tres años que lleva la causa, la querella y Fiscalía dieron a conocer evidencia que podría resultar clave en el juicio, como los resultados de autopsia que mostraron hematomas en el cuerpo de Orellano. En este marco, resultó llamativo escuchar la teoría de Bedouret: “La muerte se produce por algo absolutamente ajeno a mis defendidos. Eso va a quedar demostrado. No hay ningún testigo que diga que lo golpearon”.
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