Treinta años después de haberse recibido como estudiantes del Instituto Politécnico Superior, diez amigos de toda la vida decidieron celebrar el tiempo de relación. El lugar escogido para pasar unos días de vacaciones fue Nueva York, ciudad a la que llegaron el 28 de octubre de 2017 tras hacer una escala en el aeropuerto de San Pablo, Brasil.
Sin embargo, lo que fue planeado en un principio como un viaje para recordar toda la vida pasaría a la historia pero por motivos totalmente contrarios. El 31 de octubre, día que se celebra Halloween, cinco familias rosarinas comenzarían a vivir una especie de película de terror. Ese martes, los rosarinos se trasladaban por una ciclovía por la ciudad estadounidense, cuando a las 15.05 -hora local- todo cambiaría para siempre.
Sayfullo Saipov, un uzbeko que en ese momento tenía 29 años, invadió la bicisenda con una camioneta alquilada, y utilizándola como ariete, impactó todo lo que tuvo a su paso. Quiso el destino que en su trayecto se encontraran los egresados del Politécnico, que disfrutaban de su paseo en bicicleta por las calles de la “Gran Manzana”.
Diego Angelini, Ariel Erlij, Hernán Ferruchi, Hernán Mendoza y Alejandro Pagnucco perdieron la vida producto del ataque fue considerado terrorista, mientras que Martín Marro tuvo que ser hospitalizado, obteniendo el alta días después. “Siempre que me despierto a la mañana me vuelve la tristeza y algunos recuerdos”, comenzó relatando Ornella, hija de Alejandro, en diálogo con RedBoing.
“Cuando me enteré de lo que había pasado se me empezó a desmoronar todo, eran gritos de dolor a tal punto que nuestros vecinos saltaron la reja porque estaban preocupados por los ruidos. El dolor que sintió toda mi familia en ese momento fue el peor de nuestras vidas”, relató sobre el momento en el que supo de lo sucedido.
A pesar de que ya pasaron cuatro años del hecho, el acusado -que se encuentra detenido- todavía no fue enjuiciado. “La causa judicial está en pausa, la pandemia por el coronavirus retrasó todo”, expresó Juan Marteau, abogado de las familias y que en estos momentos se encuentra en Estados Unidos. “Esperamos que todo esté resuelto para el 2022, para poder al fin tener justicia”, agregó Ornella.
A cuatro años de lo sucedido, y en el marco de un nuevo aniversario, familias y allegados de las víctimas organizaron una bicicleteada para recordarlos. La convocatoria está hecha para este domingo desde las 10 horas en las inmediaciones de Montevideo y Ayacucho, en cercanías a las Dolphines. A su vez, en Nueva York sucederá lo mismo en la esquina del fatídico ataque.
EL RELATO DE LOS FAMILIARES
Lo que comenzó un día como todos para las familias de cinco rosarinos, cambió en un abrir y cerrar de ojos. “Empecé a sospechar que pasaba algo desde la tarde, cuando una compañera de trabajo de mi papá me preguntó por él. No entendí porque me preguntaba, pero como estaba trabajando no le di importancia, y lo único que hice fue mandarle la captura de pantalla a mi papá avisándole”, comenzó relatando Ornella Pagnucco sobre lo sucedido ese día a RedBoing.
“Cuando volví de trabajar a la noche me encontré con mi tía en el colectivo y no sospechábamos nada. Cuando llegamos estaban mi tío y mi abuela esperándonos en la parada, y nos dicen que pasó algo pero que no tenían más noticias”, continuó.
Luego, agregó: “Cuando llegué a casa, en el noticiero decían que había ocurrido un atentado en Nueva York y que había argentinos en la zona. Me desesperé y llamé a mi mamá y a mi novio diciéndole que vengan porque no sabía donde estaba mi papá y tampoco me respondía”.
“De la primera persona que nos enteramos que falleció fue Ariel Erlij, y se sabía que había alguien hospitalizado, pero que estaba vivo, y empezamos a rogar que mi papá sea el herido. A los minutos nos llamó Ariel Benvenuto y nos confirmó que por órdenes de la Embajada hasta no saber bien la identidad no podían decir nada, pero que uno de los fallecidos era mi papá”, señaló.
Además, Ornella recordó: “Cuando me enteré de lo que había pasado se me empezó a desmoronar todo, eran gritos de dolor a tal punto que nuestros vecinos saltaron la reja porque estaban preocupados por los ruidos. El dolor que sintió toda mi familia en ese momento fue el peor de nuestras vidas”.
“Todo se caía a pedazos. Estábamos a miles de kilómetros de distancia, por momentos todo me parecía mentira, me sentía en un sueño. Solo pude caer en la realidad cuando después de una semana llegaron los cuerpos a Rosario y pude verlo. En ese momento me descompensé y entendí que todo lo que pasó fue real”, finalizó la hija de Alejandro.
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