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A 25 años de la trágica muerte de Gilda

Myriam Alejandra Bianchi era una maestra jardinera como cualquier otra. Llevaba una vida normal en el barrio porteño de Villa Devoto, pero tenía el sueño de profesionalizar su canto. La música tropical era su otra pasión, tanto así que dejó todo y se dedicó a los escenarios. Por medio de una carrera meteórica bajo el nombre de Gilda, en 1996 ya era una figura conocida del ambiente. 

 

Sin embargo, el 7 de septiembre de ese año se encontraría con un trágico final. A sus 34 años en la provincia de Entre Ríos, moriría prematuramente como consecuencia de un accidente vial. Ese día la artista dejó de existir y nació el mito de la santa pagana. La consagraron como Gilda de los Milagros, la difunta que le concede providencia a los que menos tienen.

 

Fuertemente vinculada en la creencia popular a la concesión de milagros, a Myriam le atribuyeron la sanación de varias personas e inclusive, la vuelta a caminar de un hombre postrado. Sin embargo, las reverencias e imploraciones no eran de su agrado, por el contrario era una persona alejada de todo tipo de supersticiones. 

Autora de temas que quedaron en el cancionero popular de la Argentina, como “Fuiste”, “Corazón valiente”, “Te necesito”, “No me arrepiento de este amor”, “Paisaje”, fue al mismo tiempo esposa, madre de dos hijos, maestra jardinera y cantante aficionada que hizo del escenario un modo de vida.

 

Entre 1992 y 1995 grabó y publicó cuatro discos de cumbia: De corazón a corazón, La única, Pasito a pasito con… Gilda y Corazón valiente. Previamente, durante su adolescencia debió batallar contra el inconveniente familiar que significó la enfermedad de su padre: “Nunca dejé de ver la vida con optimismo. Quizá lo que más nos marcó en mi casa fue la enfermedad de mi papá, que tuvo una hemiplejia y era muy joven. Por sus problemas de salud, estaba siempre enfermo. Había que salir a trabajar y bancar la casa. Pero no tengo nostalgia de esa época ni de decir: ‘Ay, pobre de mí’. Siempre apunté a poder trabajar y estudiar”. 

 

“A pesar de que era muy tedioso y aburrido, sobre todo en la secundaria, que no tiene pie ni cabeza nada de lo que te enseñan, era un título que en algún momento iba a hacer falta. Lo que más valoro es la salud, porque a mi familia, cuando yo era chica, le faltó, y había muchas cosas que no se podían hacer. No pasaba solo por la plata. La salud te inhibe a tal punto que nada te gusta, nada te entretiene, nada te hace bien. Fue una etapa que ya pasó. Mi papá falleció. Igual, lo tengo conmigo, porque nunca pude ir al cementerio. Para mi él está acá, conmigo”, añadió.

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